Foto IDF
Estos días estamos asistiendo a un incremento sustancial de la presión internacional sobre Israel para que detenga todas sus acciones militares, apelando a razones humanitarias. Esta presión se canaliza, como ya es habitual, a través de la mayoría de los medios de comunicación, pero lo verdaderamente novedoso es que también proviene ahora de una amplia mayoría de países incluso los que nos eran favorables.
Si fuéramos capaces —aunque solo fuera durante el tiempo que dura este razonamiento— de convertirnos en personas suficientemente amnésicas, ignorantes y poco empáticas con los nuestros, podríamos llegar a la conclusión de que abogar por la paz, con el fin de evitar el evidente sufrimiento del pueblo palestino, es no solo algo positivo, sino urgente y absolutamente necesario.
Sin embargo, basta con reflexionar un poco —incluso aceptando temporalmente esa perspectiva ingenua— para entender que exigir contención, reparación o enmienda únicamente a una de las partes genera justo el efecto opuesto al que supuestamente se busca. Y esto es básicamente así porque hace que Hamás obtenga como víctima, la recompensa que busca y que desea.
Pretender que Israel no se defienda —o que no actúe como uno querría que lo hiciera— sin ejercer una presión equivalente sobre Hamás, Irán, Yemen, Catar, etc., equivale a echar gasolina al fuego bajo el pretexto de apagarlo. Esta parcialidad pone de manifiesto que todos estos voceros no desean la paz sino la aniquilación del Estado de Israel.
En definitiva, lo que quiero subrayar es que un discurso de disuasión solo resulta creíble —y por tanto, potencialmente útil— si se dirige con igual firmeza a los responsables y las víctimas de ambos lados. Cada palabra, cada reflexión, cada propuesta encaminada a la paz debe ser equitativa, clara y sin dobles raseros.
De lo contrario —y siento decirlo así—, se vuelve demasiado evidente que el aparente pacifismo no es más que una coartada para intereses espurios. Y es por eso que ante tanto dolor, me esfuerzo en no perder la memoria y en tener presente con claridad, a qué pueblo pertenezco. MW
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.