David Mandel
Mi Enfoque
30 de mayo, 2013,
El índice de fertilidad (I.F.) necesario para mantener una población estable es de 2.1 (2 son para reemplazar al padre y a la madre, y el 0.1 es para tomar en cuenta la mortalidad infantil). Un índice de fertilidad menor a 2.1 inevitablemente causará que la población vaya disminuyendo en el curso de los años.
El I.F. de la Unión Europea es 1.58. No hay ningún país en Europa Occidental (excepto Francia con 2.08, resultado del promedio de 8 a 10 hijos que tienen los inmigrantes) cuyo I.F. se aproxima a 2. En contraste el I.F. de Israel es de 2.67, el más alto entre las naciones industrializadas. Es interesante que el I.F. de los inmigrantes de Rusia (país cuyo I.F. es 1.61) al residir en Israel sube a 2.2
Debido a que «la naturaleza odia el vacío» el déficit de la población europea se soluciona por medio de la inmigración que llega primordialmente de países islámicos. Esto origina que la nueva población gradualmente sustituirá física y culturalmente a los «nativos».
En muchos países de Europa los islámicos, en vez de adaptarse a la cultura y valores del país al cual han inmigrado, quieren imponer la cultura, valores y religión de sus países de origen. Esta dificultad o negativa a adaptarse al país origina violencia y terror, como ya se ve en Francia, en Gran Bretaña y ahora también en Suecia, países que acogieron a los refugiados con los brazos abiertos.
Lamentablemente, la inmigración islámica a Europa se puede expresar con la frase popular, «cría cuervos y te sacarán los ojos».
Europa está desahuciada. Aún si hoy cerrase sus puertas a la inmigración islámica, los islámicos ya residentes, con sus numerosos hijos, desplazarán en pocas décadas a los europeos. Nuevamente se repetirá el caso de la cristiana Constantinopla que fue convertida por la conquista otomana en la islámica Estambul.
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