“¿Cuál es el propósito de las Naciones Unidas? Todo lo que hace la institución es escribir una carta con palabras muy duras y luego nunca hace seguimiento de esa carta”. Eso dijo este martes en su presentación ante la Asamblea General de la ONU el presidente de Estados Unidos. Una definición que comparten decenas de países y gobiernos pero que la hipocresía política no les permite decirlo en voz alta. En realidad, Naciones Unidas, además de tener mal funcionamiento de sus escaleras mecánicas cuando llega el presidente de Estados Unidos y hacerle hablar sin telepronter porque justo entonces no funciona, puede nombrar una suerte de Comisión Investigadora sobre la situación en Gaza y aprobar un informe de tres personas que jamás vieron Gaza ni Israel, y uno de ellos dijo públicamente que “los judíos son los dueños de las finanzas del mundo”, tomando una difamación directa del libelo “Los protocolos de los Sabios de Sion”.
El presidente de EE. UU. agregó: “Siempre dije que la ONU tiene un potencial tremendo. Pero ni siquiera se acerca a cumplirlo. He puesto fin a siete guerras interminables. Es una lástima que yo haya tenido que hacer estas cosas en lugar de que las hagan las Naciones Unidas que ni siquiera intentó ayudar en ninguna de ellos”. Más allá que no todas las 7 guerras de referencia tengan hoy un estatus pacífico, lo que si es seguro que la ONU no tiene nada que ver con las mismas ni con solucionarlas. Pone su gran anfiteatro esta semana para que cualquier dictador, monarca, líder totalitario, convencido que está en una cervecería de Múnich en los años 30, vomite su judeofobia y oculte sus propios crímenes sin que nadie lo observe. Porque tal como estaba previsto, ONU dejó organizar un festival contra Israel para que algunos dijeran que ahora reconocen a un estado palestino, sin advertirle a los palestinos que iban a recibir promesas falsas porque no tienen las condiciones jurídicas para que haya una votación que apruebe tales falsas promesas. Francia e Inglaterra resucitaron a Daladier y Chamberlain, y tal como entonces, hoy les han mentido sin pudor, no a Hamas, menos a la Autoridad Palestina, sino al pueblo palestino que sabe que no tiene fronteras delineadas, gobierno, moneda, fuerzas de seguridad, y que es víctima del sufrimiento que Hamas decidió infligirle en Gaza desde que tomó la Franja por la fuerza en 2007, y otra parte es víctima de una Autoridad Palestina corrupta y que sigue pagando 3.500 dólares por mes y de por vida a la familia de cada terrorista que asesine civiles israelíes y que nunca aceptó propuesta alguna para constituirse como Estado, ni de parte de presidentes de EEUU ni de nadie.
La ONU no ha hecho nada para detener o mitigar 61 guerras que hoy horadan a la humanidad. Las mencionadas por Trump como su logro para terminarlas son:
Armenia y Azerbaiyán firmaron en agosto pasado el primer compromiso para llegar a un acuerdo después de 45 años de beligerancia.
Después de 30 años de guerra, Congo y Ruanda firmaron en junio en la Casa Blanca un acuerdo de paz. La implementación pasa sin embargo por enfrentamientos todavía.
Dos potencias nucleares, India y Paquistán aceptaron en mayo una mediación para terminar un conflicto militar histórico. Aunque India se atribuye el 100% de los méritos en haber logrado que se haga el acuerdo, Paquistán ha agradecido a EE. UU. por ayudar a cesar las hostilidades.
Camboya y Tailandia cedieron a una fuerte presión para poner fin a hostilidades casi permanentes incluyendo una hace tres meses que causó 42 muertos. Entre Estados Unidos y Malasia lograron que se firmara un acuerdo de cese de hostilidades.
Tres guerras más fueron mencionadas por Trump, pero no son visibles acuerdos. Egipto y Etiopía no están enfrentados, pero pueden estarlo porque Egipto teme que la represa hidroeléctrica inaugurada por Etiopía este mes puede hacer peligrar el suministro de agua a Egipto. De todos modos, es notoria la histórica protección de Estados Unidos a Egipto. Serbia y Kosovo firmaron hace 5 años un acuerdo económico en la Casa Blanca pero hoy por hoy hay un resentimiento no resuelto por negociación alguna. En cuanto a Irán e Israel, todos recordamos lo que sucedió hace tres meses durante 12 días de bombardeos mutuos y el bombardeo final de Estados Unidos. Hay declaraciones de EE. UU. e Israel de no permitir un Irán nuclear, pero no hay nada escrito en ningún lado, Irán se está rearmando, y por supuesto que Irán mantiene su objetivo de exterminar y borrar del mapa a Israel.
De todos modos, lo que es muy concreto porque así lo demuestran los hechos, es que la ONU como tal desconoce esos siete escenarios, cuando fundacionalmente tendría que ser el organismo que debería haber prevenido esas guerras o detenido las mismas una vez iniciadas. ¿Qué hizo? Al decir del presidente de Estados Unidos, escribir cartas. Y, ¿qué hizo el secretario general esta semana? Hablar (ya escribe menos) sólo de una guerra, y hacerlo no como el líder de la mayor organización internacional creada hasta ahora, sino como lo que ha demostrado ser, personal, profesional y políticamente desde que asumió: el burócrata mejor remunerado del mundo al frente de un grupo de subalternos que han justificado que empleados suyos asesinaran y secuestraran israelíes el 7 de octubre, que han tomado a Hamas como entidad y no como terroristas y que han permitido crecer una judeofobia mundial impávidamente desde sus oficinas de Nueva York.
Guterres dijo que en sus 9 años como secretario general “nunca vi tantos muertos como en Gaza”. O sea, no vio a los muertos israelíes por Hamas el 7/10; no vio la alianza de Hamas e Irán para iniciar la guerra; no vio más de un millón de muertos en la guerra que desató Rusia contra Ucrania hace tres años y medio y que no le preocupa mucho observando sus silencios al respecto; no vio el medio millón de muertos que asesinó Assad en Siria hasta ser derrocado; no vio más de diez guerras en África ni los 300 mil muertos en Sudán ni los 13 millones, sí, 13 millones de desplazados por guerras en todo ese continente.
La definición de antisemitismo del IHRA (Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto) contiene entre otros ejemplos: “Aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país democrático”. En la ONU han hecho un uso desproporcionado del doble rasero, y esta semana lo repiten con fruición, impunidad y como señal de profundo desprecio por toda la nación judía. Desde emires, monarcas, dictadores a enfermos de judeofobia que vienen manchando de lodo toda convivencia en varios países latinoamericanos.
El Emir de Qatar Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani dijo el martes que “Israel no es un país democrático rodeado de enemigos, sino un enemigo de sus vecinos”. El patrocinador del terrorismo y de Hamas en particular, el dictador que entierra obreros debajo de los estadios que construye, uno de los mayores financiadores de universidades en Europa y Estados Unidos para que las mismas construyan varios edificios de odio antisemita y generen el mayor caos social posible, no hace una acusación baladí o escupe un insulto soez, sino que toma el edificio de la ONU para declarar impunemente que Qatar es enemigo de Israel, y que nadie lo dude. Si alguien lo dudaba, pasa a la galería del hazmerreír de la política.
Boric, Lula y Petro no dijeron nada que no hubieran dicho antes. Lula, además, se debe sentir más libre de insultar a la nación judía ya que hace un par de meses se retiró como observador del IHRA. Pisotear la definición de antisemitismo ya no es un problema para un presidente que lleva dos décadas de culpar a Israel de todos los temas del Medio Oriente, y tampoco le importa mostrar ya que hoy es contra el actual primer ministro de Israel, pero en 20 años fue contra todos los que estuvieron en el cargo. Hace una semana el presidente español lamentaba no tener una bomba nuclear para lanzar sobre Israel; hace dos días el presidente chileno que se caerá en el pozo de la historia en pocos meses dijo que no quiere que el primer ministro de Israel muera por el lanzamiento de un misil. Pero cuando al día siguiente, los hutíes lanzaron drones contra Eilat e hirieron de gravedad a 20 civiles israelíes, Boric, como siempre en estas circunstancias, no dijo nada. Faltaba más.
En la definición de antisemitismo del IHRA que ya mencionamos, se incluye también: “Ejemplos contemporáneos de antisemitismo se observan, en la vida pública, en los medios de comunicación, en las escuelas, en el lugar de trabajo y en la esfera religiosa”. Y en otro párrafo se señala como antisemitismo “considerar a los judíos responsables de las actuaciones del Estado de Israel.”
La semana pasada en Uruguay un grupo violento intentó perpetrar violencia contra niños de una escuela judía; unos días después paralizaron el puerto para no permitir que se cargara un barco con carne para Israel; en España, el presidente del país aplaudió el ataque a ciclistas israelíes en una competencia internacional. En uno y en otro lugar y en otros también, la definición del IHRA aplica totalmente, aunque quizás debiera tener en alguno de sus párrafos una precisión sobre lo que significa la impunidad para delinquir. Porque de eso se trata, sea en un organismo internacional, en las calles de una ciudad o en competencias deportivas. Hoy, los antisemitas vuelven a brindar con cerveza como se hacía en Múnich. Y eso, fue apenas el comienzo en la década del 20.
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