Jaled Abu Toameh
Está claro que los ciudadanos árabes de Israel no están haciendo caso de los malos consejos de algunos de sus líderes, parlamentarios incluidos, que siguen incitándolos contra su país.
Dichos líderes, que quieren que los ciudadanos árabes boicoteen cualquier intento por parte del Gobierno de incorporarlos plenamente a la sociedad israelí, han estado llevando a cabo una campaña contra el plan de reclutar árabes para el servicio nacional civil como una alternativa al servicio militar. El plan pretende resolver diversos problemas, especialmente de tipo laboral, que afrontan los ciudadanos árabes que no sirven en las Fuerzas Armadas.
Pero pese a la campaña, un informe publicado la semana pasada revela que ha habido un aumento del 76% en el número de voluntarios árabes desde septiembre de 2011.
Según dicho informe, publicado por la Dirección del Servicio Nacional Civil, unos 3.000 árabes se han presentado voluntarios en los últimos dos años para prestar el servicio nacional en el sector árabe. El año pasado el número de voluntarios llegó a los 1.700.
El ministro de Economía y Comercio, Naftalí Bennett, respondió a este hecho declarando que era consciente de que ciertos líderes de la comunidad árabe se oponían enérgicamente a la idea del servicio nacional para los jóvenes árabes. “Hay quienes no desean ver a los sectores árabe y judío coexistiendo de forma apacible y saludable, pero no les vamos a dejar ganar”, afirmó.
Los voluntarios árabes son enviados a hospitales, escuelas e incluso parques de bomberosde sus propias comunidades.
El informe coincide con un mayor esfuerzo por parte de algunos parlamentarios por animar a sus electores a que busquen separarse de Israel, más que integrarse. Así, Jamal Zahalka propuso recientemente una ley que exigiera que Israel reconociera a sus ciudadanos árabes como “minoría nacional árabe”. El verdadero objetivo de esta iniciativa es el autogobierno de los 1,4 millones de árabes de Israel, y convertir sus ciudades y pueblos en áreas autónomas.
Incluso algunos parlamentarios árabes han expresado su oposición al proyecto de ley de Zahalka, señalando que en realidad obstaculizaría los intentos de lograr la igualdad entre judíos y árabes.
La propuesta de Zahalka es un intento de politizar la causa de los árabe-israelíes, en vez de ocuparse de los problemas sociales, económicos y culturales a los que se enfrenta este sector de la población. Si Zahalka y otros árabe-israelíes desean expresar su identidad nacional, podrán hacerlo en un futuro Estado palestino. En él se sentirán más cómodos con dicha identidad, sin tener siquiera que ser considerados una minoría.
Ahora bien, hoy resulta difícil encontrar a un árabe israelí que qusiera mudarse a un Estado palestino controlado por la OLP o por Hamás, que es por lo que muchos de ellos se oponen a la idea del canje de territorios entre Israel y los palestinos. Conforme a esta idea, algunas localidades árabes de Israel quedarían bajo jurisdicción de la Autoridad Palestina.
Los ciudadanos árabes de Israel no están luchando por sus derechos políticos, de los que ya disfrutan –en caso contrario, no habría tantos partidos políticos árabes, ni parlamentarios árabes en la Kneset–. Más bien luchan por unos servicios mejores y por la igualdad. Quieren más empleos en los sectores público y privado y una distribución equitativa de los fondos públicos.
Cualquier intento de politizar su causa no hará sino dañar a los árabes israelíes, la mayoría de los cuales son leales a Israel.
El sensible aumento en el número de voluntarios árabes para el servicio nacional es un hecho alentador que muestra que muchos ciudadanos árabes han perdido la fe en sus representantes, especialmente en aquellos que tratan de incitarlos contra Israel.
Link en inglés: http://www.gatestoneinstitute.org/3778/arabs-of-israel
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