Ron Dermer
Asesor Principal Del Primer Ministro Israelí
Estimado Sr. Stengel
Quisiera llamar su atención sobre un reciente artículo en Time, titulado «El Bandazo de Israel Hacia La Derecha Asusta a Algunos Conservadores». Espero que estará usted de acuerdo que la obvia parcialidad y las numerosas distorsiones del artículo no son dignos, de acuerdo a las normas de su prestigiosa revista.
Israel es representado en el artículo como, esencialmente, deslizándose hacia el fascismo. Su corresponsal se refiere al Shin Bet de Israel (el equivalente del FBI) como una «policía secreta», afirmando que el gobierno israelí «cada vez más equipara disidencia con deslealtad», y acusa al Primer Ministro de «tomar ejemplo de los vecinos estados autoritarios».
Las pruebas ofrecidas para estas escandalosas acusaciones incluyen una votación preliminar en nuestro Parlamento que requerirá que los ciudadanos naturalizados hagan una promesa de lealtad, una propuesta para despojar de la ciudadanía a los israelíes declarados culpables de espionaje y terrorismo, una moción para investigar el financiamiento de gobiernos extranjeros a las ONG locales, un llamamiento a los judíos a no alquilar propiedades a los árabes, y manifestaciones exigiendo la prohibición de que jóvenes árabes salgan con chicas judías.
Pero su corresponsal no consideró necesario informar a sus lectores de algunos hechos.
Los juramentos de lealtad son comunes en la mayoría de los países democráticos, incluyendo Estados Unidos. Los ciudadanos naturalizados, en Estados Unidos, juran defender la Constitución y el país contra «todos los enemigos, extranjeros y nacionales». La promesa propuesta de Israel requeriría a los ciudadanos naturalizados prestar juramento a Israel como estado judío y democrático, palabras tomadas directamente de nuestra Declaración de Independencia.
Además, Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia son sólo algunos de los muchos países donde la ciudadanía puede ser despojada por diversas infracciones que se definen como que socavan «intereses nacionales». ¿Son estos países europeos no democráticos?
En Estados Unidos, el Senador Joe Lieberman propuso un proyecto de ley, el año pasado, para «añadir ‘unirse a una organización terrorista extranjera o realizar o apoyar hostilidades contra Estados Unidos o sus aliados’ a la lista de los actos por los cuales los nacionales de Estados Unidos perderían su nacionalidad». ¿La democracia estadounidense está amenazada por ese proyecto de ley? En cuanto a cuestionar la legitimidad del financiamiento de gobiernos extranjeros de las ONG israelíes, el mencionar el Foreign Agent Registration Act (FARA) de Estados Unidos, habría podido presentar un panorama más equilibrado.
FARA requiere que toda organización comprometida con el cabildeo en EE.UU., que recibe dinero de individuos extranjeros, por no hablar de gobiernos extranjeros, debe, entre otras cosas, registrarse como agente extranjero en el Departamento de Justicia y permitir que el Procurador General inspeccione todas sus actividades.
Es difícil imaginar que cualquier país democrático acepte que gobiernos extranjeros intervengan en sus asuntos internos, mediante la financiación de grupos nacionales dedicados, no sólo a criticar la política de un gobierno en particular, sino también a atacar los cimientos mismos del Estado.
¿Qué haría Gran Bretaña, en caso de que el gobierno francés estuviera financiando activamente a una ONG británica que tratara de eliminar la monarquía? ¿Qué haría Estados Unidos si el gobierno iraní estuviera financiando ONGs estadounidenses que presionan para una retirada de las fuerzas de EE.UU. de Medio Oriente?
Hay un intenso debate público en Israel, incluso dentro del partido Likud, sobre la mejor manera de abordar el problema de la financiación de gobiernos extranjeros de las ONG locales. Las propuestas van desde el lanzamiento de una investigación parlamentaria, de leyes prohibiendo o restringiendo la financiación hasta medidas para garantizar una total transparencia. Lejos de ser un signo del deslizamiento de Israel hacia el fascismo, el debate actual en Israel es un testimonio de cuán vibrante, verdaderamente, es nuestra democracia.
Por último, en contra de la implicación de su corresponsal, el Primer Ministro Netanyahu ha condenado, pública y enérgicamente, los sentimientos racistas que se han mencionado en el artículo. Por ejemplo, esto es lo que el Primer Ministro dijo en la apertura del concurso anual de la Biblia de Israel, frente a una audiencia de mayoría de judíos observantes, pocas horas después de que se enteró de la carta pidiendo a judíos no alquilar departamentos a árabes:
Hay no judíos entre los ciudadanos de este país. ¿Cómo nos sentiríamos si alguien dijera no vender departamentos a judíos? Estaríamos indignados y, realmente, estamos indignados cuando escuchamos estas cosas en los países vecinos o en cualquier otro lugar. Tales declaraciones no se deben hacer, ni acerca de judíos ni acerca de árabes. No deben hacerse en ningún país democrático, y mucho menos en un país judío democrático que respeta los valores morales de la herencia judía y la Biblia. Por lo tanto, el Estado de Israel rechaza categóricamente estas cosas.
Esta inequívoca condena, por parte del líder de Israel, contrasta con la ley de la Autoridad Palestina que somete a la pena de muerte a cualquiera que venda tierras a judíos. Tales leyes son demasiado comunes en un Medio Oriente, en el que los cristianos son perseguidos, los homosexuales son ahorcados en las plazas públicas y las mujeres son lapidadas por adulterio.
En Israel, las cosas son diferentes. Aquí protegemos los derechos de las mujeres, los homosexuales y las minorías, incluyendo al 20% de los israelíes que son árabes, que gozan de libertad de expresión, de religión, de la protección otorgada por tribunales independientes y del estado de derecho. En Israel, todas las decisiones son puestas bajo el microscopio por uno de los mayores contingentes de prensa extranjera del mundo, por los cientos de organizaciones de derechos humanos y por las ONG que operan libremente aquí, por una prensa local famosa por su confrontación y mayormente crítica, por una oposición parlamentaria vociferante.
Israel ha defendido sus valores democráticos, a pesar de estar amenazada como ningún país del mundo. Al mismo tiempo que se defiende contra guerras de agresión, campañas de terrorismo sin precedentes y continuas promesas de aniquilarlo, Israel tiene un historial en la protección de los derechos que se comparan favorablemente con el registro de cualquier democracia, y mucho más con los de democracias en peligro.
Incluso en tiempos de paz, otras democracias promulgan leyes que serían inconcebibles en Israel. La prohibición de minaretes en Suiza y las restricciones francesas sobre el velo fueron aprobadas en Europa, no en Israel.
Un punto final sobre la cobertura de los medios de comunicación en Medio Oriente. En 2000, después de que una estación de televisión italiana (RAI) fuera amenazada por la Autoridad Palestina por difundir la película de una turba palestina linchando a dos soldados israelíes, la RAI emitió una vergonzosa disculpa. Del mismo modo, en 2003, la CNN admitió enterrar la cobertura negativa sobre el régimen de Saddam, para que su personal pudiera seguir trabajando con seguridad en Bagdad.
Le puedo asegurar que, no importa cuán parcial y desequilibrada sea la cobertura de sus corresponsales en Israel, siempre serán libres aquí para escribir lo que quieran. Por supuesto, Time tiene también la libertad de no imprimirlo.
Ron Dermer
Asesor Principal del Primer Ministro
Fuente: Time.com
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
Shalom estimado sr. Ron Dermer mis felicitaciones por la claridad de posición a quienes necesitan discernir la verdad de lo que es Israel como estado y su política de fortalecer el estado de derecho y el ejercicio de la libertad. Dentro y fuera de Israel.
Shalom en ÉL.
Ricardo Candía.
Presidente Fundador
Congregación Casa de Israel.