FRONTERA TURCO-SIRIA.- La atmósfera pastoral en los campos aledaños a la frontera entre Turquía y Siria, engaña. El verde del paisaje y las numerosas plantaciones dan una sensación de calma, que esconde desde hace años historias terribles.
Por aquí cruzan diariamente numerosos ciudadanos sirios que de la noche a la mañana se convierten en refugiados al verse obligados a dejar su país. La gran mayoría parecen ser musulmanes sunitas, aunque aseguran que «el peligro es también para otros, para todos aquellos que están contra Bashar al-Assad».
«Mátenlo, tienen que matarlo, porque con él no hay futuro», grita Iman, de 25 años, quien está con su esposo, su pequeño hijo y varios familiares ya del lado turco de la frontera.
«No tengo miedo de decirlo abiertamente… Amo la fuerza de nuestro pueblo, pero que sólo se siente cuando uno sale de Siria… Adentro vivíamos con temor, sin saber si lograríamos salir». Temor a qué, preguntamos, suponiendo que la lista es interminable. «Temor que tu casa sea destruida, temor a no volver, temor a perder a los tuyos… A todo», responde mirando fijo. Ahora puede respirar con cierta calma, explica, pero asegura que no podría aún hacer planes. «Cuando estábamos allí no sentíamos el futuro, ya que uno no sabía si moriría al día siguiente», dice Iman. «Ahora no sé qué va a pasar. Recién llegamos y no hemos tenido tiempo de pensar».
En Siria, Iman había empezado la universidad, pensaba en su futuro, en cómo construir una casa, cómo estudiar. «Pero ahora no sé», dice Iman. Su primo Zaher Abu Leil, de 27 años, con su sobrino Mutasem de un año en sus brazos, trata de irradiar optimismo, pero con reservas. «Soy optimista, siempre y cuando nos liberemos de Bashar. Si él se va, nosotros volveremos y construiremos nuestro futuro. Pero con él, el futuro no existe, simplemente no habrá futuro».
Para él, la búsqueda del futuro está arraigada en su propio pasado. «Yo era soldado en el ejército sirio, el ejército de Bashar, del régimen», dice con un tono incómodo, aunque otro de sus familiares recuerda que «es obligación hacer el servicio militar». «Pero me fui para sumarme al Ejército de Siria Libre, ya que sentíamos que nos usaban para matar a nuestra propia gente».
«Lucharemos hasta el final», asegura. «Pero es difícil seguir así, cuando nadie nos ayuda, a pesar de todas las promesas. Pedimos a todo el mundo que nos ayude a liberarnos del régimen de Al-Assad, pero nadie ha hecho nada». Su relato alterna la descripción de las difíciles condiciones en las que los rebeldes de su lado combaten con la satisfacción que les da sentir que ganan dignidad al poder luchar contra las fuerzas del régimen. Cuenta que «cuando las fuerzas de Al-Assad trataron de entrar a nuestra aldea, a Salrín, no lo lograron». «El ejército de Bashar trató de pasar a través nuestro, mató mucha gente, pero no pudo tomar la aldea. Pero cada batalla deja huellas… Y son duras de sobrellevar».
«Hace ya mucho que la vida no es vida en Siria, pero sentí que me tenía que ir un día que nos tiraron fósforo», cuenta Hazem. «No era algo químico», comenta en referencia sarcástica al ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto. «Pues no habrá sido químico, pero eran armas que nos quemaron», aclara Hazem.
«A mí no me pasó nada, pero ese día sentimos la amenaza en lo personal… Vi gente a la que se le cayó el cabello y tenía la piel quemada… Fue en nuestra aldea… Yo lo vi». Este joven sirio sorprende al decir que quiere organizar a la familia y volver… Lo cuenta señalando hacia los campos que cruzaron tras llegar de Siria, caminando tres kilómetros desde su aldea.
Ante nuestra sorpresa por su anuncio de que volverá y nuevamente entrará a Turquía, explica que «debo sacar más gente que sola no puede venir y que está en peligro». Se detiene un momento como buscando las palabras y cuenta que para su familia, esto ya es algo personal, ya que siete de sus parientes murieron durante las primeras protestas, que asegura no eran violentas.
«Yo quiero hacer un acto suicida, quiero llenar un auto con explosivos para detonarlo contra el ejército de Bashar», dice. «Al-Assad ya usa armas químicas, así que mejor morir así, morir provocando pérdidas al régimen… Un régimen que ha declarado la guerra a nuestro pueblo».
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