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| domingo noviembre 24, 2024

Europa no lo permitiría. ¿Por qué debería hacerlo Israel?


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Una de las principales demandas de las organizaciones de derechos humanos es que, respecto al comportamiento democrático, Israel debería adoptar las normas aceptadas en los países democráticos. Ese es un reclamo justificado. Incluso suponiendo que las normas no son uniformes, hay un amplio y común denominador. Esto incluye la libertad de expresión, el estado de derecho, la libertad de asociación, etc. El común denominador incluye a Israel. En cuanto a las relaciones entre estados, debe aplicarse universalmente. No más doble estándares, en cambio normas recíprocas.

Tómese, por ejemplo, la ONG por los derechos de los refugiados deportados de la República Checa o Polonia, en circunstancias que implican la total confiscación de bienes abandonados por los refugiados y actos considerados crímenes de guerra. Esto ocurrió a finales de la Segunda Guerra Mundial y más tarde. Aquí y allá se crearon organizaciones para ocuparse de los derechos de los refugiados, como la Federación de los Expulsados (BdV). La libertad de expresión y de asociación les otorga a estos organismos su mandato. Los que fueron deportados se sienten víctimas. Piensan que se les hizo una injusticia. Exigen corregir esta injusticia.

La cuestión no es si están en lo cierto. Podemos discutir sobre eso. La cuestión es si países extranjeros como Francia e Inglaterra, u organismos internacionales como la UE, financiarían a esas organizaciones de derechos humanos en nombre de la preocupación universal por los derechos humanos y de los refugiados. Y la pregunta más importante: ¿Los países soberanos tienen el derecho de controlar las subvenciones políticas dadas por gobiernos extranjeros? A diferencia de los mitos que a veces se plantean, no hay una respuesta única.

Cuando Arabia Saudita solicitó donar dinero para la construcción de dos mezquitas en Noruega, el Ministro de Relaciones Exteriores de Noruega, Jonas Gahr Store, aclaró que recibiría con alegría la donación con la condición de que Arabia Saudita establezca la libertad de religión, permitiendo la construcción de iglesias. En Francia no hay limitaciones sobre las donaciones para la construcción de mezquitas, a pesar del hecho que la legislación francesa prohíbe donaciones de gobiernos extranjeros para actividades políticas.

Más importante, incluso sin una legislación, no hay ningún país que permite donaciones extranjeras para ONGs políticas radicales que socavan valores fundacionales del país. No hay un solo país en Europa que sueñe con financiar en Alemania a uno de los organismos que se ocupa de los derechos de los refugiados de Europa central. Y, por supuesto, no hay un país europeo que entregaría dinero a una ONG en la República Checa o en Polonia que promueva el derecho alemán de retorno (si existiera tal organización).

Doble moral

Esas son las reglas en Europa. Así que: ¿Por qué organismos oficiales de gobierno en Europa financian fuertemente ONGs que promueven la destructiva fantasía del derecho palestino al retorno a Israel? ¿Por qué hay una fortuna europea, según un informe de ONG Monitor, detrás de una conferencia de una ONG israelí de extrema izquierda que predica el «derecho al retorno»? No existe, después de todo, ningún «derecho de retorno» para las decenas de miles de exiliados dentro de Europa que fueron deportados en 1940, y desde luego no hay financiación para las ONG que se ocupan de esta cuestión. La idea del retorno contradice la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el asunto de los refugiados en Chipre y en relación con los alemanes deportados de Polonia. Así que ¿Por qué hay principios que son ampliamente aceptados en Europa, práctica y legalmente, pero que se dan vuelta cuando se trata de Medio Oriente?

El Ministerio de Relaciones Exteriores israelí tiene que informar a todos los países que dan ayuda: Aceptamos vuestras normas. Si ustedes no financian a ONGs para refugiados europeos – por favor no lo hagan aquí, y no se escondan detrás de la dudosa excusa de “derechos humanos”. Y si no entienden esto de una manera diplomática, como se acepta entre civilizados, nos veremos obligados a sancionar legislación que convertirán vuestras normas aceptadas entre los países europeos en nuestros estándares normativos. El proyecto de ley hará notar que no es más que una aplicación práctica de lo que ha sido aceptado entre los países democráticos. Y cuando las cosas cambien en Europa, estaremos encantados de adaptarnos a la nueva realidad.

Uno puede asumir que esa legislación resultará en acusaciones de macartismo, persecución y «daño a la libertad de asociación». Pero esos gritos no son más que un festival de incitación, mentiras y doble moral. Porque Israel no es el que tiene que pedir disculpas. Son los países europeos los que le deben explicaciones a Israel. Si alguien insiste en no entender esto de manera cortés, Israel tiene el derecho de actuar según su manera democrática: legislación.

Y otra cosa: Si cualquier país de Europa financiara a una ONG de refugiados en Polonia, apoyando el derecho alemán de retorno, al embajador del país que financia se le daría menos de 24 horas para abandonar Polonia. Israel no expulsará a nadie. Israel actúa con una tolerancia algo extraña. Israel trata de ser más justo que el mismo Papa. Pero algunos países europeos han cruzado todas las líneas rojas. Israel tiene derecho a dibujar de nuevo esas líneas.

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
Comentarios

«Todos los anumales en la granja son iguales, pero algunos son mas iguales que los otros.»

George Orwell en su obra titulada La Granja.

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