Recientes comentarios del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, han alimentado renovadas especulaciones de vínculos tras bambalinas entre Israel y las monarquías del Golfo.
Netanyahu, en su discurso en la ONU, dijo que «los peligros de un Irán con armas nucleares y el surgimiento de otras amenazas en nuestra región han llevado a muchos de nuestros vecinos árabes a reconocer, reconocer finalmente, que Israel no es su enemigo».
Agregó: «Esto nos da la oportunidad de superar las históricas animosidades y construir nuevas relaciones, nuevas amistades, nuevas esperanzas».
Ha habido rumores posteriores de visitas de funcionarios de alto rango del Golfo a Israel, para discutir asuntos de interés común.
Si bien es difícil obtener actualmente detalles de estos contactos, es casi una certeza que, en un nivel u otro, existen. Conversaciones con funcionarios israelíes sugieren que mucho está sucediendo tras bambalinas.
Israel y los estados clave del Consejo de Cooperación del Golfo (sobre todo Arabia Saudita) comparten visiones fundamentales sobre la naturaleza de los procesos clave actualmente en curso en la región y sobre los deseados resultados. Estos elementos comunes han existido desde hace algún tiempo y es probable que los propios contactos no sean tan nuevos.
Hay tres áreas en las que Israel y los países del CCG (con la excepción de Qatar) están en la misma sintonía.
Ellas son: la urgencia de la amenaza representada por la perspectiva de un Irán nuclear, el peligro representado por el ascenso de la Hermandad Musulmana en los últimos dos años y la percepción de que Estados Unidos no entiende la urgencia de estas amenazas y, como consecuencia, actúa de una manera ingenua y errónea respecto de los mismos.
Sobre la cuestión nuclear iraní, Riyadh está profundamente preocupado por la actual ‘ofensiva de encantamiento’ iraní y sus aparentes efectos sobre Occidente. Principalmente, los sauditas temen la perspectiva de un Irán nuclear, lo que podría obligar a Riyadh y los estados del Golfo a doblegarse a su voluntad, a cambio de garantizar el flujo de petróleo a través del estrecho de Ormuz y evitar la invasión directa a sus fuentes de energía.
Arabia Saudí está frente a Irán, al otro lado del Golfo. Tiene una estructura mucho más frágil que la de su vecino persa shiíta. Durante décadas, Riyadh y los otros estados del Golfo buscaron equilibrar este tipo de intrusión iraní a través de la alianza con EE.UU.
Pero EE.UU. ya no parece un aliado tan fiable. Por lo tanto se necesitan nuevas amistades fuertes y con ideas afines.
Sobre la Hermandad Musulmana, los sauditas temen la propagación de este movimiento en toda la región y se enfurecieron por el papel de Qatar apoyando sus éxitos en los últimos años.
Israel también estaba profundamente preocupado por la perspectiva de una nueva alianza de estados sunitas islamistas, principalmente Turquía liderada por el AKP y el Egipto de Morsi.
Durante el año pasado, el avance de los Hermanos Musulmanes ha sido detenido y parcialmente revertido. En Túnez y Egipto, los gobiernos de los HM ya no están. Qatar tiene un nuevo y menos activista emir. Los Hermanos Musulmanes y Qatar se han debilitado entre los rebeldes sirios.
Arabia Saudita ha sido responsable de algo de esto, a través del apoyo financiero y la acción política. Ha dado la bienvenida a todo esto. También Israel.
Sobre EE.UU.: los sauditas creen que la actual administración de EE.UU. es desesperanzadamente ingenua sobre Medio Oriente. Los conmocionó el abandono de Hosni Mubarak de Egipto en 2011. Están igualmente enojados por los actuales indicios de la voluntad estadounidense y occidental de levantar algunas sanciones contra Irán a cambio de concesiones cosméticas que dejarían intacto el núcleo del programa nuclear de Teherán.
Los sauditas fueron los primeros en felicitar al General Abd al-Fatah al Sissi después de su golpe de estado a principios de julio. Están totalmente consternados por la actual retención de EE.UU. de parte del paquete de ayuda militar de Washington a El Cairo en razón de lo que EE.UU. considera como la insuficientemente rápida transición de regreso a las elecciones en Egipto.
Una vez más, Israel comparte estos puntos de vista. La ausencia de liderazgo de Estados Unidos bien puede ser el factor clave que causa que Israel y los estados del Golfo se acerquen.
En vista de esto, cualquier alianza entre el Israel judío y la salafista Arabia Saudita podría parecer un absurdo. Israel es una democracia liberal y un estado judío. Arabia Saudita es una monarquía absoluta represiva, basada en un particular punto de vista musulmán salafista que es profundamente antijudío y anticristiano en su naturaleza.
Esta ideología no es letra muerta para los sauditas. Más bien invierten intensamente en difundir su particular forma rígida del Islam en Occidente y otros lugares. Sus medios de comunicación y su sistema educativo están llenos de prejuicios antijudíos.
Pero los sauditas hacen una clara distinción entre el mundo de la ideología/medios de comunicación/cultura y el ámbito de la razón de estado. Por lo tanto, no hay razón para pensar que no serían capaces de difamar públicamente a Israel, mientras mantienen vínculos secretos con él contra enemigos más inmediatos.
En este sentido, vale la pena recordar la revelación de Wikileaks de las declaraciones hechas en privado por el rey saudita Abdullah al general estadounidense David Petraeus, en abril de 2008, en las que recomendó una acción militar contra el programa nuclear iraní. El rey se refirió a Irán como la «cabeza de la serpiente», que debería ser cortada. Ninguna observación igualmente venenosa sobre Israel fue citada de la conversación, que tuvo lugar lejos de la mirada pública.
Por supuesto, los intereses comunes sólo llegan hasta ahí. Arabia Saudita apoya a las fuerzas islamistas salafistas en Siria y Egipto. Dinero saudí llega a los elementos salafistas entre los palestinos. Pero las áreas comunes son sobre temas de importancia cardinal para ambos países.
La alianza, de facto e invisible, entre Israel, Arabia Saudita y los países del CCG es una de las estructuras más interesantes que surgen actualmente en medio del agitado remolino de Medio Oriente.
Jonathan Spyer es un miembro senior investigador en Global Research in International Affairs (GLORIA) y miembro del Middle East Forum.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
difusion: porisrael.org y diariojudio.com
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