El Secretario de Estado John Kerry y el Vicepresidente Joe Biden fueron a Capitol Hill para informar privadamente al Comité de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos del Senado acerca de las negociaciones nucleares con Irán e intercedieron ante el mismo para que no endurezca las sanciones contra el estado canalla. Pero, según varias fuentes que hablaron con la prensa, su alegato cayó como una bola de plomo. Como informa el New York Times:
Se enfrentaron con un extremo escepticismo de los legisladores de ambos partidos, que están preocupados de que la administración está preparada para darle al gobierno iraní demasiado a cambio de muy poco.
La reacción de los Demócratas fue mordaz, como lo informa Times, incluso leales soldados de la administración en el Senado, como el líder de la mayoría Harry Reid y Chuck Schumer, se distanciaron de la postura de Kerry y, más tarde, expresaron a los periodistas dudas sobre su estrategia de negociación. La reacción de los Republicanos no fue menos hostil, con el Senador Mark Kirk denunciando a Kerry en términos mordaces.
¿Por qué la hostilidad a su ex colega? Parte de la misma se derivó de lo que parecía ser el enfoque menos que honesto de Kerry. Como informó BuzzFeed, el Senador Bob Corker estaba indignado por el hecho de que Kerry no dio detalles sobre sus conversaciones con Irán y en cambio les hizo sólo lo que llamó un «alegato emocional» para que retiraran las sanciones. Pero la reacción negativa parecía provenir de la naturaleza de lo que dijo Kerry más que de lo que no dijo:
«Fue bastante anti-israelí», les dijo Kirk a los periodistas después de la reunión. «Yo debía descreer todo lo que los israelíes acababan de decirme, y creo que los israelíes probablemente tienen un bastante buen servicio de inteligencia». Dijo que los israelíes le habían dicho que los «los cambios totales propuestos retrasan 24 días el programa».
Un asesor del Senado, familiarizado con la reunión, dijo que «cada vez que alguien decía algo sobre «qué dirán los israelíes», era interrumpido y Kerry decía: ‘Hay que ignorar lo que les están diciendo, dejen de escuchar a los israelíes acerca de esto'».
Si este es el tipo de presentación que Kerry cree que convencerá al Senado para darle un sello de aprobación a un cambio hacia el apaciguamiento de Irán, es poco sorprendente que en el Congreso haya poca confianza en su juicio.
Las declaraciones de Kerry estaban en consonancia con el tono de su berrinche en una entrevista de prensa la semana pasada en Israel, durante la cual descargó su frustración por la oposición de Israel a su propuesto acuerdo con Irán y le echó toda la culpa por el fracaso de las conversaciones de paz que presionó, junto con los palestinos, sobre el estado judío, e incluso parecía que racionalizaba la violencia palestina.
Sin embargo, la falta de voluntad para creer en la palabra de Kerry no es sólo una cuestión de estar sorprendido por su animosidad hacia el único aliado democrático de Estados Unidos en Medio Oriente. Es también porque los senadores que recuerdan los pasos en falso de EE.UU que condujeron a Corea del Norte a conseguir una bomba, han visto esta película antes. Como señaló Kirk, Wendy Sherman, la ayudante de Kerry, quien encabeza la participación de EE.UU. en las conversaciones del P5+1 con Irán, tiene poca credibilidad cuando se trata de negociaciones nucleares:
Kirk también criticó a Sherman, cuyo «antecedente sobre Corea del Norte es un total fracaso y vergüenza por su servicio. «Sherman fue parte del equipo negociador de EE.UU. que se centró en Corea del Norte en la década de 1990”.
«Wendy quiere que se olvide su servicio en relación a Corea del Norte», dijo Kirk. «No hay que permitírselo».
Esto es significativo, porque Kerry quiere que el Senado crea que sabe lo que está haciendo al defender un acuerdo que habrá puesto a Irán «directamente» en posición de enriquecer uranio y no hará nada para detener la construcción de su reactor de plutonio. Esos términos eran tan transparentemente débiles que incluso los franceses no pudieron tolerar el esfuerzo de apaciguar a Irán, lo que resultó en que Kerry abandonó Ginebra el pasado fin de semana sin el acuerdo que tan desesperadamente estaba dispuesto a firmar.
Sus afirmaciones de que más restricciones a la capacidad de Irán para vender petróleo para financiar el terrorismo y para armas nucleares «rompería la fe» en Irán, son también desconcertantes y sólo alimentan las especulaciones de que EE.UU. ha estado llevando a cabo conversaciones extraoficiales secretas con Teherán, que afirmaban que la administración Obama prometió darles a los ayatollahs el alivio de las sanciones que quieren, pero obteniendo poco o nada a cambio.
Pero al lanzarle el guante a Israel de esta manera, en un Congreso donde existe una coalición bipartidista total acerca del apoyo al estado judío, puede haber sido un error de cálculo impresionante. Kerry se ha atrevido a que el Senado lo convoque a una campaña de diplomacia irresponsable que parece motivada por el deseo de lograr la distensión con los tiranos islamistas de Teherán y el resentimiento de Israel, más que por la preocupación sobre los peligros de un Irán nuclear. La poca credibilidad que la secretaría había dejado después de los desastres de política exterior relativos a Egipto, Siria y el proceso de paz en Medio Oriente que ha presidido a lo largo de este año, parece haberse ido por el drenaje en otro ataque de ira. Kerry puede querer que el Congreso ignore a Israel pero, a juzgar por las pobres críticas que recibió ayer, es mucho más probable que lo ignore a él y ratifique más sanciones contra Irán.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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