Ginebra: empiezan a cumplirse los peores augurios

Esta pasada semana ha proporcionado un sinfín de noticias que confirman los peores temores de quienes se oponen al acuerdo nuclear entre las seis potencias e Irán. No es sólo que Teherán haya realizado numerosas declaraciones con las que ha quitado efectividad a lo que ya era un acuerdo débil, sino que Washington, lejos de protestar por ello, ha asentido mansamente a cada una de las revisiones iraníes. Además, el régimen de sanciones está empezando a desmoronarse.

Y, para rematarlo, Washington está tan entusiasmado por una gran reconciliación con Irán que, al parecer, incluso ha entablado conversaciones de forma indirecta con la filial terrorista propiedad de Irán, Hezbolá. A continuación se exponen algunos de los acontecimientos más lamentables de la semana pasada:

• Irán declaró públicamente que la Casa Blanca mentía respecto a los términos del acuerdo y lanzó su propia y contradictoria interpretación.

• Irán dijo que pretende proseguir la construcción de su reactor de agua pesada en Arak, pese a que se había proclamado que uno de los logros fundamentales del acuerdo era detener los trabajos allí. La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, respondió mansamente que el hecho de que prosiga la construcción está bien, mientras Teherán no se dedique a actividades como la producción de combustible nuclear o el trabajo en el reactor. Dado que, en cualquier caso, dichas actividades son imposibles hasta que no concluya la construcción, eso significa que la congelación de Arak en realidad no existe.

• Psaki añadió, de propina, que el acuerdo, en realidad, aún no ha entrado en vigor, así que Irán no estaría violándolo, haga lo que haga. De hecho, resulta que el acuerdo en realidad no fue tal: simplemente se trató de un amplio esbozo, y ahora deben comenzar las negociaciones respecto a los detalles. Así pues, ¿cuándo entrará en vigor? Puede que en enero. O puede que no. En otras palabras, la fecha de caducidad de este acuerdo semestral se ha pospuesto al menos dos meses, puede que más, lo que confirma los temores de sus opositores respecto a que el acuerdo provisional no será tan provisional, después de todo.

• Irán dijo que aumentaría la producción de uranio poco enriquecido, pese a que el acuerdo, aparentemente, limita la capacidad de enriquecimiento a los niveles actuales.

• El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) anunció que no tiene ni el dinero ni el personal necesarios para llevar a cabo la incrementada supervisión de las instalaciones nucleares iraníes que requiere el acuerdo, con lo que se frustra otro de los logros clave del mismo. ¿Cuánto tardará el OIEA en conseguir tener la capacidad necesaria? El director del Organismo, Yukita Amano, rehusó especular al respecto, y se limitó a declarar que requeriría “algún tiempo”. No se dijo que depende, entre otras cosas, de cuándo suelten el dinero extra necesario los países miembros… si lo hacen.

• Empresas y países hacen cola para firmar nuevos acuerdos con Irán ahora que se han reducido las sanciones. Haaretz publicó una lista de algunos de los acuerdos que se están considerando, algunos de los cuales probablemente fueron debatidos durante la muy concurrida reunión de la Organización de Cooperación Económica de la semana pasada en Teherán. Y Turquía, uno de los principales socios comerciales de Irán, anunció públicamente su objetivo de aumentar el comercio hasta los niveles previos a las sanciones.

En resumidas cuentas, el acuerdo no es tal; sus seis meses de duración ya se han prorrogado; sus puntos fundamentales ya se han visto desbaratados; Washington hace la vista gorda ante las infracciones iraníes, y el régimen de sanciones se desmorona. Todo en la primera semana.

Pero la Administración Obama está consiguiendo su reconciliación con Irán y se ha evitado que Israel bombardee las instalaciones nucleares iraníes. Y todos esos logros son, evidentemente, mucho más importantes para la Administración que ese molesto asuntillo de impedir que Teherán obtenga armas nucleares.

Commentary

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