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| viernes noviembre 22, 2024

Parasha Truma


parasha

Se pide al pueblo de Israel que contribuya con quince materiales: oro, plata y cobre; lana teñida de color azul, púrpura y rojo; lino, pelo de cabra, pieles de animales, madera, aceite de oliva, especias y piedras preciosas, con los cuales, Di-s le dice a Moshe: “Harán para Mí un santuario, y Yo voy a morar entre ellos”.

En la cima del Monte Sinaí, Moshe recibe instrucciones detalladas sobre cómo construir esta morada para Di-s, de manera que pueda ser fácilmente desmantelada, transportada y rearmada durante los diferentes viajes del pueblo por el desierto.

En el cuarto más interno del Santuario, tras una cortina bordada artísticamente, estaba el Arca conteniendo las Tablas del Testimonio grabadas con los Diez Mandamientos; en la tapa del Arca había dos querubím (ángeles) tallados en oro puro. En el cuarto exterior se encontraba la Menorá de siete velas y la Mesa sobre la cual se acomodaba el “pan de las faces”.

Las tres paredes del Santuario estaban formadas por 48 planchas de madera paradas, cada una de las cuales estaba recubierta en oro y sostenida por un par de bloques de plata. El techo estaba formado por tres capas de coberturas: (a) tapetes de lana y lino multicolores; (b) una cobertura hecha de pelo de cabra; (c) una cobertura de pieles de carnero y tajash. En el frente del Santuario había una cortina bordada sostenida por cinco postes.

Una serie de cortinas de lino soportadas por 60 postes de madera con ganchos de plata rodeaban el Santuario y el Altar de cobre que se encontraba a su frente. Las cortinas estaban reforzadas por estacas de cobre.

 

SIEMPRE LISTA PARA VIAJAR

 

A diferencia de los demás elementos del Santuario, de los cuales se extraían las varas con que eran transportados cada vez que se acampaba, las varas del Arca permanecían colocadas en su lugar. Así fue durante los 40 años en el desierto, así fue cuando el Santuario estuvo en Shiló y así fue en el Templo de Jerusalén. Siempre las varas estuvieron puestas. ¿Qué podemos aprender de esto? Dentro del Arca estaban las Tablas entregadas por Di-s en el Monte Sinaí y la Torá escrita por Moshé. Aquellos que se dedican al estudio de la Torá son comparados con el Arca, y así como ésta siempre estaba lista para partir, del mismo modo los estudiosos deben estar siempre listos para partir de su Santuario particular y viajar al exterior para llevar las enseñanzas a todos y en todo lugar.

 

 

Quien posee un amigo no está solo, aunque miles de kilómetros los separen. No hay barreras entre ambos. No existen barreras frente al amor, y no hay tampoco distancia.

 

 

 

Una Casa

 

Por Yanki Tauber

 

Naciones guerrean por ella, familias apartan una considerable suma de sus ingresos para adquirir una. Hasta los Sabios del Talmud llegan a decir: «Un hombre sin un hogar no es un hombre».

Una casa es más que un techo que protege de la lluvia, paredes que mantienen fuera a visitantes indeseados, una cocina para preparar comida y una cama para dormir. Fuertes, edificios de oficina, hoteles y restaurantes también pueden realizar esas funciones, inclusive mejor que cualquier residencia. Pero sólo en casa una persona está «en casa». En casa es donde puedes hacer muecas en el espejo, puedes llevar un suéter verde viejo con agujeros y comer pickles con mayonesa–porque te da la gana.

Di-s, también, desea una casa–un lugar dónde Él pueda ser íntegro y desinhibido. Los maestros Jasidicos preguntan: ¿Por qué Di-s creó el mundo físico? ¿Qué puede darle nuestra existencia tosca, finita y conflictiva, que las dimensiones espirituales de la creación no pueden? Y ellos contestan: Di-s creó el mundo físico porque Él quiso una casa–un lugar dónde pueda hacer las cosas porque tiene ganas.

La primera casa de Di-s tenía dos cuartos en un edificio de 13 mts. x 21 mts. aproximadamente. Según Éxodo 25, estaba hecha de los siguientes materiales: oro, plata, cobre, lana teñida de azul, violeta y rojo, lino, pelo de cabra, pieles animales y madera. Fue hecha a medida, con especificaciones detalladas dadas a Moshé en el Monte Sinaí. Se asentaba en el centro mismo del campamento Israelita en el desierto, y estaba diseñada para que pudiera desarmarse y volverse a armar cuando fueran de un lugar a otro durante los cuarenta años entre su Éxodo de Egipto y su entrada en la Tierra Santa. Después, una versión más grande y permanente se construyó en el Monte del Templo en Jerusalén.

Dijo Di-s a los hombres: «Yo creé sabiduría, conocimiento y entendimiento, y en estas creaciones mora Mi mente. Yo creé amor, justicia y compasión, y en éstos reside mi carácter. Yo creé a la belleza, el esplendor y la majestuosidad, y en éstos investí Mi personalidad. Pero ninguno de éstos es Mi casa, más que la oficina en la que trabajas o el teatro en el que te entretienes. Así que Creé la materia física–la cosa más «no-divina» que pueda concebir–para que haya un lugar en donde no Tenga que jugar ningún rol y no Tenga que proyectar ninguna característica. Sólo Mi deseo de realización.

Cuando tomas tu oro (tus excesos materiales), tu plata (tu imperturbable riqueza de clase media) y tu cobre (los pocos pesitos para la subsistencia) y los usas para moldear una realidad conforme a Mi deseo, estás haciéndoMe una casa en Mi mundo».

(www.es.chabad.org)

 

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