Eso fue lo último que esperaban, esa tarde, los residentes de una de las comunidades latinas de Nueva York cuando ingresaron a la sala de conferencias. Los dirigentes comunitarios convocaron a “El Al” para una disertación sobre Israel, “pero no a cargo de un representante del gobierno”, destacaron por anticipado.
En la fecha prevista, se presentaron cientos para participar de la disertación. La puerta se abrió y hacia el interior de la sala se deslizó un sobrecargo druso, luciendo la gorra correspondiente con la Estrella de David. “Mucho gusto. Soy Firhas Farhud”, dijo. “En lugar de hacer shopping, vine para conversar con ustedes sobre la vida en Israel”.
En la sala sobrevolaba el silencio. Farhud, de 28 años, sobrecargo de El Al y residente de Kfar Rama en Galilea, habló ante el público sobre su experiencia personal como miembro de una minoría en Israel. “Les conté que hice el servicio militar, que la sociedad israelí me recibe como un igual entre iguales y sobre las costumbres de la comunidad drusa”, cuenta. “Muchos de los presentes no sabían, en general, sobre la diferencia entre los drusos y otras minorías que residen en el país. Me preguntaban cómo vivimos en Israel y hablamos árabe. ¿Cómo nos incorporamos al sistema de seguridad? Cuando aparecí ante el público, sentí que a través de mi historia personal, represento al Estado de Israel y a la comunidad drusa de Israel”. Farhud es uno de los participantes especiales del proyecto “Embajadores de El Al”, en el que participan cien sobrecargos de la empresa, como embajadores voluntarios de esclarecimiento.
Los sobrecargos atravesaron una instrucción especial en cooperación con la Agencia Judía, a fin de enfrentar al público en todo el mundo, inclusive en lugares hostiles y desafiantes. Las conferencias son transmitidas en forma gratuita, a cuenta de su tiempo libre y personal. El sobrecargo druso llegó para hablar sobre Israel y en forma voluntaria.
En el proyecto participa una azafata árabe que ingresa a la sala y dice al público: “Antes que ustedes me definan como árabe, miembro de una minoría en Israel, por favor escuchen mi historia”. Ella puede contar sobre el ´48 y sobre la localidad en la que reside, pero elige contar su historia personal, distinta”.
Sin consignas
La idea surgió del saliente Director de El Al, Eliezer Shkedi, que decidió sumar la compañía aérea a favor de los esfuerzos de difusión y esclarecimiento de Israel. Convocó a Puterman, responsable del proyecto de delegados de la Agencia Judía a impulsar el tema. “La idea era que cada uno de los sobrecargos cuente la historia de su vida personal y no justamente la misma actividad desplegada por el Estado de Israel”, cuenta Puterman. “Cuando usted le habla al público a la altura de sus ojos y les presenta su historia personal como alguien que vive en un estado especial es más fácil identificarse. Pensé que quizás una decena de personas presentaría su candidatura”, agrega. “Al recibir los formularios de 600 sobrecargos y pilotos, entendimos que habíamos tocado un nervio importante”.
Uno es Danny Yang, de 26 años que emigró a Israel desde Londres hace diez años. La semana pasada desembarcó en el aeropuerto internacional de Londres, y tal como sus compañeros lo hacen, se paró ante las puertas del avión y agradeció a los pasajeros por volar en El Al. En lugar de retirar, con rapidez, su equipaje y partir de shopping por Oxford Street, Yang se dirigió hacia la sinagoga al norte de la ciudad, donde lo esperaba un público de algunos cientos de judíos locales que llegaron para escuchar sobre su vida en Israel.
“La BBC y los redes sociales en Inglaterra no presentan a Israel en la forma adecuada”, dijo Yang al término de su conferencia. “Las redes destacan el conflicto, sin mostrar las otras partes y la belleza de Israel. La gente piensa que los israelíes son agresivos, por eso era importante para mí venir y contar sobre mi experiencia inmigratoria a Israel y sobre la maravillosa vida en Tel Aviv”.
Junto a Yang, habló también una azafata adulta, una madre que tiene a sus hijos en las FDI. “Entre el público había mujeres de su edad que, en escasos minutos, se conectaron con el relato y entendieron su punto de vista”, cuenta. “Era posible ver a los ojos de la gente en el público, que nuestras historias rompen cierta imagen de Israel”
Farhud, no tiene dudas que las charlas tienen una influencia significativa en la forma en la que es tomado Israel. “Al principio se escuchan los prejuicios que tiene la gente y nosotros les brindamos las herramientas para rediseñar sus opiniones. No hablo de política, sino del aspecto humano de la vida en Israel, sin consignas y sin que los medios influyan en ello”. Tras la conferencia en Nueva York se acercaron algunas personas”, cuenta y “Preguntaron y dijeron que coincidían en que les fue revelada una nueva información”.
Muchos dijeron que antes de la conferencia pensaban que, los palestinos, son la única minoría en Israel. No conocían a la minoría drusa y la forma en que se articula a la sociedad.
Cierre de círculo
En los dos años y medio que transcurrieron desde el comienzo del proyecto, se llevaron a cabo 180 conferencias de sobrecargos en casi todos los destinos de vuelo de El Al: París, Londres, Bombay, Los Ángeles y más. La especial iniciativa despierta simpatía.
Las reacciones en los sitios de internet y en los blogs oscilan entre el apoyo y una fuerte crítica, dependiente de la postura política del receptor. En ciertos lugares esperaban a los “embajadores”, activistas pro-palestinos que intentaron hacer estallar la conferencia, pero se trató de casos aislados.
Para Yang, la conferencia que dirigió la semana pasada fue un cierre de círculo. Se presentó ante los miembros de la comunidad judía de Londres donde creció y la recepción del evento la organizó su propia madre, que reside con el resto de su familia. “Hablé en la sinagoga de mi barrio, al que no visitaba desde que hice mi Bar Mitzvá. Las respuestas fueron impresionantes. Además de los elogios, el proyecto despierta preguntas de principios: ¿Por qué son enviadas personas particulares a un objetivo nacional que el estado debe realizar? Puterman responde: “Este proyecto es innovador, porque en muchos lugares del mundo no quieren escuchar embajadores oficiales por parte del Estado. Para la gente es más fácil identificarse con la historia personal de alguien como todos. Ya ocurrió, en más de una oportunidad, que los sobrecargos disertaron ante gente local y, al otro día, los atendieron en el vuelo”.
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