En su más reciente informe, Amnistía Internacional ignora por completo el aumento sustancial de la violencia palestina iniciada en el último año, y muestra una falta total de comprensión en cuanto a los retos operativos a los que se enfrenta el ejército israelí.
En el 2013 se produjo un fuerte incremento en los incidentes en los que se arrojaron piedras, comprometiendo gravemente la vida de civiles y personal militar. 132 israelíes resultaron heridos durante ese año, casi el doble del año anterior, lo que no resulta extraño teniendo en cuenta que más de 5.000 de estos incidente tuvieron lugar en las carreteras densamente transitadas.
Lamentablemente, el lanzamiento de piedras y las manifestaciones violentas son sólo una parte de la violencia palestina en Judea y Samaria a la que se ven obligados a afrontar los soldados de las FDI. De hecho, tan sólo durante el 2013 hubo 66 nuevos ataques terroristas que incluyeron tiroteos, la plantación de artefactos explosivos improvisados, ataques con armas blancas y el secuestro y asesinato de un soldado.
El ejército israelí opera en Judea y Samaria con el fin de contener la incitación a la violencia por parte de los palestinos. Dentro de lo posible, las FDI contiene esta violencia mortal utilizando métodos de dispersión de disturbios, incluyendo sirenas ruidosas, cañones de agua, granadas de sonido y gases lacrimógenos. Sólo una vez que estas herramientas se han agotado, y la vida humana y la seguridad siguen bajo amenaza, el uso de municiones de precisión es autorizado.
El ejército israelí posee los más altos estándares profesionales, entrenando y equipándose como tal. Cuando existe alguna sospecha de incumplimiento o transgresión en términos de disciplina, las FDI revisan, investigan y toman las medidas consecuentes.
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