Quienes sigan la actualidad egipcia se habrán dado cuenta de que la mayoría de quienes han anunciado su candidatura a la presidencia son, hasta ahora, antiguos mandos militares. De hecho, después de que se hiciera pública la hoja de ruta en vísperas del derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, todas las miradas se dirigieron al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) y a sus mandos. En un momento en el que Egipto padece caos, falta de seguridad, aumento del matonismo y abuso de la ley -todo lo cual ha tentado a los pusilánimes a someterse al soborno y a la corrupción-, los líderes militares son considerados los más adecuados para dirigir el país con mano de hierro y acabar con la caótica situación.
Pese a que existen puntos de vista divergentes al respecto, la opinión pública respecto a los militares se ha visto beneficiada, en general, por actual clima de miedo e inseguridad. Para poder comprender mejor la opinión mayoritaria debemos examinar el entorno que ha contribuido a esta situación desde el inicio de la revolución de 2011.
El papel de la política mediática del CSFA
El ministro de Defensa egipcio, Abdul Fatah al Sisi, estuvo acertado al nombrar como portavoz oficial del Consejo Supremo de la Fuerzas Armadas al coronel Ahmed Mohamed Alí. Según el experto en medios de comunicación Yaser Abdul Aziz esta elección fue afortunada porque el coronel tiene carisma y sabe muy bien cómo manejar a la prensa. También es joven y posee influencia entre los grupos juveniles, por lo que fue capaz de llegar a un gran número de egipcios a nivel tanto emocional como intelectual, gracias a su serenidad y a su actitud desenvuelta. Mientras que su predecesor, el mayor Mohsen al Fanyari, un hombre estricto, bien entrado en la sesentena, de rostro severo, no tuvo éxito en su relación con la prensa, la imagen del CSFA ha cambiado por completo gracias al coronel Alí.
Caos e inseguridad contribuyen a que los militares ganen las presidenciales
Desde la revolución del 25 de enero, Egipto ha padecido caos e incertidumbre, explica el Dr. Mohamed Mohamed Uzman, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Zagazig. Según las estadísticas presentadas por el Ministerio del Interior, más de 92.000 baltagi (palabra egipcia para designar a los matones) cometieron robos o violaciones en 2012. Esas cifras podrían hacer que la gente, que vive con miedo y ansía seguridad, votara por un mando militar cuyo historial lo cualificara para afrontar la maltrecha situación de la seguridad.
Tras la represión contra las dos sentadas realizadas el pasado mes de agosto en la mezquita de Rabaa al Adawiya y en la plaza Al Nahda, respectivamente, en las cuales gran número de manifestantes, policías y soldados resultaron muertos, surgieron cismas significativos que condujeron a una mayor violencia por ambas partes. Como resultado directo de esta divergencia, miembros de grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes o Gamaa al Islamiya, comenzaron a cometer actos violentos. Tras un intento de asesinato contra el ministro del Interior egipcio el 5 de septiembre de 2013, se extendió el estado de emergencia, así como la ley de toque de queda. Por parte de la seguridad del Estado, esta escalada condujo también a la imposición de castigos más severos contra presuntos criminales, especialmente contra aquéllos pertenecientes a grupos políticos islámicos.
Mientras tanto, la frontera con Libia aún no es segura. Tras la caída de Muamar Gadafi, en Egipto entraron armas a espuertas, debido a la ausencia de guardias fronterizos libios. Ahora, rebeldes y miembros de organizaciones terroristas han tomado control de la frontera, lo que ha hecho que las fuerzas de seguridad egipcias sean incapaces de atajar la continua entrada de armas procedentes del país vecino.
El temor por el futuro del Sinaí favorece a los militares
Una serie de expertos ha especulado con que la situación en el Sinaí sea uno de los factores que contribuirán a la elección de un presidente procedente del mundo militar. Muchos egipcios temen por el futuro de la península, donde la seguridad empeoró de manera significativa durante el gobierno de Morsi.
En cualquier caso, justo después de la revolución, la región del Sinaí se convirtió en refugio y vivero de terroristas de todas clases, deliberadamente o no. Las fuentes han confirmado que en la península se refugian gentes de más de 18 nacionalidades, y a más de diez mil terroristas armados, dispuestos a empuñar las armas contra el Estado egipcio, por no mencionar a los 3.000 terroristas que fueron liberados de prisión durante el mandato del anterior presidente, Mohamed Morsi. Muchos son conscientes de que el quid de la cuestión en el Sinaí es la seguridad: es el principal motivo por el que región, hasta ahora, no se ha desarrollado. Egipto está a punto de perder la península debido a todos los factores mencionados. Además, la cuestión de los túneles de contrabando con Gaza, empleados para introducir en la Franja diversos artículos, como derivados del petróleo, materiales de construcción y alimentos, lleva implícito el peligro del terrorismo.
Opiniones contrapuestas entre los ciudadanos
Los sentimientos del pueblo egipcio parecen respaldar, en buena medida, la elección de un presidente con un pasado militar; sin embargo, tras entrevistar a una muestra aleatoria de la población se descubrieron diversos puntos de vista.
Mohsen Bagdadi, de 21 años, estudiante de comercio en la Universidad del Canal de Suez, dice que un presidente con un pasado militar es más adecuado para tomar el timón en estos momentos, debido a la proliferación de matones, robos, y a la falta de seguridad en las calles de Egipto.
Corelos Mufid Atef, de 18 años, estudiante de instituto, hizo hincapié en su apoyo a la elección de un presidente con antecedentes militares porque estaría más capacitado para defender al país de las luchas sectarias, que fueron a peor durante el mandato del anterior presidente. Prosiguió diciendo que el país padece actualmente las consecuencias de ese mandato.
Un barbero de 32 años, Mohamed Abdul Halim, declaró: “Probamos con un presidente islamista, precedente de la esfera civil, y no hizo nada por ayudarnos. Nuestro país necesita un presidente severo y estricto que sea poderoso y capaz”.
En cambio, Mohamed Nasr, profesor de inglés en la Universidad de Ismailia, se mostró en desacuerdo con la idea de un presidente procedente del Ejército o con elegir a un mando del CSFA para el puesto, al margen de las circunstancias. Dijo que el país necesita un liderazgo político y económico que ayude a que éste se recupere tras tocar fondo. Dado que hace mucho que Egipto no es liderado por civiles, es hora de que éstos aprovechen su oportunidad y expresen su opinión.
Pese a algunas opiniones divergentes, el pueblo egipcio parece estar abrumadamente a favor de un liderazgo militar en el próximo periodo, con la seguridad por encima de todo. Hasta ahora, los militares han logrado mantener su imagen positiva, teniendo en cuenta tanto el contexto actual como su exitosa aproximación. Pero sigue sin respuesta la cuestión de si será capaz de cumplir las altas expectativas del pueblo egipcio en medio del volátil clima político y económico del país.
http://elmed.io/por-que-los-egipcios-elegiran-a-un-presidente-de-origen-militar/
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