En el pasado lejano, los ejércitos de naciones enfrentadas se citaban a un día y hora señalados en un campo de batalla acordado. El sino de la guerra quedaba en manos de la valentía y tino de los enfrentados, y en las protecciones que sus respectivos dioses les proporcionaran. Por el contrario, la mayoría de las guerras actuales se manejan desde la distancia (drones, satélites, etc.) y algunas, más que sangre intentan descabalgar al enemigo de lo más querido: su ...