Es claro el sentido de la narrativa en el paraíso. Los seres humanos vivían libres y, por lo tanto, felices, sin que ninguno prevaleciera sobre el otro. Pero Dios puso una sola condición, no podían comer del árbol «del conocimiento del bien y del mal», es decir que nadie tenía la facultad de decidir qué era bueno y qué era malo. Hasta que un día la serpiente los convenció de comer de los frutos del árbol prohibido, diciéndoles que cuando ...