Al dejar Auschwitz, nos encerramos en nuestras emociones, trastornados por tanta intensidad Suena el shofar –el cuerno litúrgico que hace tres mil años que usan los judíos, y empezamos a andar. Alrededor, más de trece mil judíos, autoridades, decenas de embajadores de la ONU y los Presidentes de Polonia y de Israel. Los pasos son lentos, como si la siniestra maldad del lugar los frenara, encolerizado por haber perdido la batalla. Son tres kilómetros de marcha por la vida entre Auschwitz y Birkenau, como bello tributo a ...