Por un segundo no pude evitar que mi mente pensase que deberías ser más grande. Más imponente. Por lo menos tan contundente como el peso de las historias que arrastras. O por lo menos captarte como una representación más voluminosa de los titulares que ocupas en la prensa. Ese suspiro siempre viene acompañado por cierto grado de frustración… por no estar sintiendo lo que se esperaba de mí o por no estar a la altura de aquellos que han cruzado ...