Un gitano de origen rumano llamado Dimitri Orlin, que se ganaba la vida como volatinero entre Moldavia y Transilvania tendiendo su alambre de los árboles y silbando canciones de cuna a veinte metros de altura, solía llevar la gran vara de abedul para el contrapeso a casa del Rabí Eli Shoshani de Turda para que éste, tonelero de profesión, le equilibrara los pesos con bolitas de plomo sabiamente incrustadas en los extremos. Eran ocasiones felices para Dimitri, porque compartía con ...