La diplomacia israelo-palestina se ajusta tristemente a la definición clásica de insensatez: “Hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Se manejan siempre las mismas premisas –tierras por paz y solución dos Estados, con Israel soportando la mayor parte de la carga–, no importa cuántas veces se vengan abajo. Décadas de lo que los insiders llaman “procesamiento de la paz” han dejado las cosas peor de lo que estaban al principio, y sin embargo las grandes potencias insisten, enviando un diplomático ...