Cuando empezaron las guerras culturales, con frecuencia me irritaban y asombraban quienes insistían en que todo era una provocación de los medios de comunicación de derecha. En todas partes era absolutamente obvio, desde la formación obligatoria de prejuicios inconscientes en el lugar de trabajo hasta las campañas estudiantiles cada vez más intolerantes, pasando por las desquiciadas maniobras llevadas a cabo con cada vez mayor regularidad por los acólitos de Greta Thunberg, que no era “solo” eso. Aun así, uno podía esconderse ...
“¿A los judíos solo nos quieren en Israel? Lamentablemente, empieza a parecer así”
En un repugnante cambio con respecto a mi infancia, los jóvenes estadounidenses son hoy los más comprometidos con la venenosa campaña de odio