No todo el mundo compra el relato maniqueo de la izquierda sobre el conflicto israelí-palestino, ni todo el mundo está dispuesto a seguir la consigna que nos venden desde una televisión pública. Por eso Israel ha obtenido tantos votos. Camuflar como posición ética lo que es simple propaganda ideológica no solo no valida una causa, sino que la embrutece. Hacerlo, encima, desde una televisión pública financiada con el esfuerzo de todos los ciudadanos añade perversidad a la decisión. Y, en suma, convertirse en correa de transmisión del relato político ...