Alberto Mazor El accionar de Itzjak Shamir como primer ministro fue ejemplar. Su agenda diaria era estable, su oficina actuaba en plena armonía; no acostumbraba a sobresalir en los medios. La política de Shamir era coherente; mensajes claros y sencillos. Tanto su serenidad como la seguridad en sí mismo y su capacidad de decisión se configuraron en la clandestinidad y en el Mossad. Era muy difícil atemorizarlo o doblegarlo. «Shamir estaba hecho de granito»; así lo definió Ehud Barak, quien sirvió ...