A partir del 7 de octubre del 2003, asisto a las convocatorias de conmemoración. Mi pobre adhesión, una cinta amarilla, una medalla, una remera que dice “Bring Them Home”. Sé de qué lado estoy. Pero las interrogativas comienzan cuando llego a mi departamento y pongo sobre la mesa la cartulina con la foto de una de las víctimas. Integrada a la multitud sé cuándo elevar la cartulina para dotarla de alas aunque no la suelte, igual que las banderas con ...