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| viernes abril 26, 2024

Sharon nos dejó con las ganas

Hacedor de Israel, creció con el Estado, amado y odiado, pero nunca ignorado.


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¿Cuánto tiempo tiene que durar una actividad para que sea exitosa? Si bien no hay acuerdo total en este punto, todos coinciden en que tiene que cortarse cuando está en la cima, en el momento de mayor participación, así la gente se va a quedar con ganas de más.

Una situación análoga es la que sucedió con Ariel Sharon, quien abandonó el Likud, partido que encabezaba y él mismo fundó, cansado de lidiar con sus miembros de acompañar los distintos procesos de paz a desgano -que nunca fueron iniciados por ellos- y formó Kadima. Se trató de un partido político que nuevamente fundó, con integrantes de la izquierda y la derecha que tenían un único denominador común: llegar a la paz.

Estaba todo encaminado, con su figura preponderante, para que en las elecciones de marzo del 2006 Kadima obtenga más de 40 escaños de los 120 disponibles en la Knesset, número que para un sistema parlamentario significa un logro electoral casi inigualable. Pero no llegó, en enero de ese mismo año un ACV lo dejó fuera de juego, cuando entró en coma hasta su reciente muerte. Nos dejó entusiasmados, en el auge de su popularidad, y con eso puede ser que nos quedemos, con el efecto del último momento.

Pasó sus últimos 8 años en coma, dejándonos sin saber qué hubiese pasado si durante ese tiempo lideraría los destinos del país mientras atravesó la Segunda Guerra del Líbano, donde podría cerrar un círculo con la Primera, el secuestro de Gilad Shalit o las operaciones Plomo Fundido y Pilar Defensivo, en las que se protegió a la población civil del sur ¡y del centro de Israel! de los misiles disparados desde la misma Gaza que de la que, con gran valentía, Sharon supo retirarse.

Nacido para la defensa

Llegó al mundo el 26 de febrero de 1928 bajo el nombre de Ariel Scheinermann en Kfar Malal, cuando Israel aún no se había fundado y el Mandato Británico gobernaba esas tierras.

Ya a los 14 años, le permitieron ingresar en la Haganá, el movimiento de autodefensa que la comunidad judía erigió para preservarse de los colonizadores ingleses y de los ataques de sus vecinos árabes.

Cuando las Naciones Unidas promulgaron la Resolución 181 la partición del Mandato Británico sobre Palestina, que contemplaba la creación de un estado árabe y otro judío, y los países árabes impidieron con sus ataques que los que luego se autodenominaran palestinos tengan su estado, queriendo eliminar a Israel, Sharon sirvió en el ejército como comandante de la Unidad Alexandroni y fue herido de gravedad en la Batalla de Latrun, camino a Jerusalem. Pudo restablecerse y al final de la Guerra de Independencia él ya era comandante de una brigada y pocos meses después fue designado a cargo de Golani en el norte de Israel.

Ya en 1950, gracias un curso dado por Itzjak Rabin, Arik Sharon pasó a ser oficial de inteligencia del Comando Sur, luego del Norte, hasta que en 1953 creó la Unidad 101.

La Unidad 101, que también comandó, fue la primera unidad comando del Ejército de Defensa de Israel, cuyo objetivo era contrarrestar los ataques de los fedayines con métodos de combate innovadores, que pasaron a ser estudiados en las academias militares de todo el mundo. ¿Quiénes eran los fedayines a los que combatía? Egipto, que dominaba la franja de Gaza, creó unidades de fedayines compuestas por árabes que se encontraban bajo su régimen (luego autodenominados palestinos) para realizar ataques terroristas contra Israel. Por eso, cuando volvemos al juego del huevo o la gallina y nos preguntamos qué vino primero, el terrorismo o la ocupación, acá está claro. Si Gaza es palestina, la estaban ocupando los egipcios, pero los ataques no eran para liberarse, eran contra los judíos cuando aún no había llegado la Guerra de los Seis días y entonces existían los “límites del ‘67” a los que siempre apelan, querían tirar a Israel al mar.

La valentía de Sharon le dio fama de ser un comandante atrevido que toma riesgos. Pero al tomar las órdenes como si fueran una recomendación y no como tales, lo hizo controvertido ya en el mismo ejército.

Con el tiempo, la Unidad 101 se fusionó con el Batallón 890 de Paracaidistas, y en 1956 la Operación Kadesh, conocida como la Guerra del Sinai, era el comandante de la División 202 y, desobedeciendo órdenes, toma el paso de Mitla. Lo que fue considerado un éxito militar, representó el enojo del entonces Jefe de Estado Mayor Moshé Dayan, quien lo apartó de funciones de comandancia por un tiempo. En su libro “Anotaciones de servicio”, Rabin cuenta una conversación suya con Ben Gurion en la que le dice “tú sabes que tengo una relación especial con Arik Sharon. Para mi él es uno de los mejores militares, si no mentiría tanto, eso lo ayudaría a progresar”.

Continuando su carrera militar, estudió derecho y fue nombrado General Jefe del Comando Sur, cargo hasta 1973, antes de la Guerra de Iom Kipur. Pero lo llamaron como reservista para comandar los tanques y su intervención fue decisiva a favor de Israel.

Del campo de batalla a la arena política

Casi sin un período de filtro, Sharon ingresó a la política 1973 y aglutinó a todas las facciones de derecha para crear el partido Likud con el objetivo de ganarle las elecciones al Maaraj, el partido dominante desde la creación del Estado de Israel.

En las elecciones de ese año fue elegido diputado por el Likud, y en junio de 1974 estableció “Alón Moré”, el primero de los asentamiento en los territorios conquistados a Jordania en la en la Guerra de los Seis Días.

Impulsando la expansión de los asentamientos y aprovechando el apoyo de los colonos que los habitaban, llega a las elecciones de 1977 encabezando un nuevo partido, Shlomtzión. Menajem Begin es electo Primer Ministro por el Likud que desplazó por primera vez en la historia de Israel al laborista Maaraj, y reincorpora a Sharon al partido que él mismo gestó, ahora como Ministro de Agricultura y Presidente de la Comisión de Asentamientos en los Territorios.

Termina la cadencia, Begin es reelecto en 1981 y Arik pasa a ser Ministro de Defensa. Su primera misión no fue justamente hacer la guerra, sino concretar la paz. Israel había firmado dos años antes un tratado de paz con quien era en ese entonces su enemigo más poderoso, Egipto, y Sharón era el encargado de implementarlo. ¿Cómo? Retirando hasta el último colono israelí de los asentamientos en el Sinaí, que tal como estaba pactado, Israel le devolvió esa península entera a Egipto.

La Guerra del Líbano

La Organización para la Liberación Palestina (OLP), que se había instalado en el Líbano, sobretodo en el sur luego del Septiembre Negro. En Septiembre de 1970 el Rey Hussein de Jordania perpetró una matanza contra los palestinos de ese país, y como consecuencia de ese enfrentamiento, los líderes y terroristas de la OLP llegaron en buses al Líbano (con consentimiento de Siria, ya que era paso obligado y el gobierno de Damasco no quería que se éstos se queden allí).

Con el Líbano como base de operaciones, la OLP atentaba contra las poblaciones civiles del norte de Israel disparando misiles e infiltrándose para cometer actos terroristas. Para frenarlos, en 1982 Sharon convenció a Begin de iniciar una operación limitada, “Paz para Galilea” se llamó. El objetivo inicial de desbaratar la infraestructura terrorista de la OLP se cumplió, pero Israel quedó inmerso en el lodo libanés hasta el año 2.000.

El patriota y arriesgado Arik Sharon volvió a hacer de las suyas y no les informó ni a los ministros del gabinete ni al Primer Ministro Menajem Begin sobre el alcance de su plan, que excedió los 40 kilómetros estimados en un principio, llegando a atacar Beirut. A pesar de la desobediencia, la valentía corría cuando él era militar y encabezaba físicamente las operaciones, pero en esta etapa política de su vida todavía la fuerza no le había cedido su lugar al tacto, y eso hizo que chicos israelíes de 18 años pongan sus vidas en peligro en el sur del Líbano.

Pero que quede claro, la OLP  no pudo utilizar al Líbano para atacar a Israel y su dirigencia se tuvo que ir a Túnez. El tema es que para lograr apoyo militar en Líbano, Israel tuvo que aliarse con las falanges cristianas, que luego del asesinato del Presidente libanés electo, cristiano, Bashir Gemayel, querían venganza. Los falangistas ingresaron en el campo de refugiados de Sabra y Shatila, al oeste de Beirut y ejecutaron a cientos de sus habitantes.

Poe este hecho condenable, el gobierno israelí formó una comisión investigadora, encabezada por el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia Itzjak Kahan. Quedó claro que ni Israel en general ni Sharon estuvieron involucrados como autores materiales de los hechos, fue el Ejército del Sur del Líbano compuesto por falanges cristianas los que hicieron la matanza de Sabra y Shatila. Sin embargo, la comisión le atribuyó a Sharon “responsabilidad indirecta, porque no monitoreó lo sucedido y previno que esto no suceda”, instándolo a “sacar conclusiones personales”.

Después del Líbano, renunció como Ministro de Defensa y para amplios sectores del mundo, incluso para una parte de la sociedad israelí, reinó la percepción de un extremista, una imagen demoníaca, así lo veían entonces a  Sharon.

Como un jugador de fútbol que realiza una carrera brillante y luego pasa a ser director técnico sin poder hacer ganar y jugar bien a sus equipos, fue el traspaso del gran militar que fue Sharon a la arena política.

Pero supo que “siempre hay que estar en la rueda”, y fue fiel a esa frase que instaló en la política israelí. Él fue paciente, esperó la rueda giró y tuvo su oportunidad. 18 años después llegó a Primer Ministro y recompuso su imagen frente a todo el planeta.

Si bien supo ejercer cargos ministeriales en los gobiernos del Likud, y ser un referente agitador cuando estaba enfrente, como cuando se opuso a los Acuerdos de Oslo desde un escenario, aplaudido por la gente que gritaba “Rabin traidor”. Sin embargo, todo cambia. Con la asunción de Netanyahu como Primer Ministro en 1996, luego de ocupar un ministerio secundario, Sharon pasa a ser Canciller y viaja para firmar con los palestinos el acuerdo de Way Plantation.

Netanyahu pierde las elecciones con el laborista Ehud Barak en 1999, empieza su gobierno con amplio consenso, incluso en septiembre del año 2000 viaja a Estados Unidos para encontrarse con Yasser Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina y Bill Clinton como garante, más que para negociaciones, para la firma de un tratado paz que fundaba al Estado Palestino. Pero Arafat se creía el Che Guevara, tuvo la oportunidad de ser como Fidel Castro, no le gustó y decidió seguir siendo como el Che Guevara. Es decir que se presentaba como el líder en la lucha por conseguir algo, tuvo la oportunidad de crear el Estado Palestino, pero no quiso asumir la responsabilidad de administrarlo y hacerse cargo de la normalización de su pueblo, entonces volvió a “la lucha por la libertad”. ¿El resultado? La Intifada Al-Aqsa, la ola más sangrienta de atentados terroristas palestinos contra población civil israelí.

Para escenificar la cosa como corresponde, Arik Sharon le dio la mejor excusa a Arafat. Antes que le diera inicio formar a la Intifada, reubicado como líder de la oposición al gobierno, en una actitud provocadora Sharon ingresó al barrio musulmán de la ciudad vieja de Jerusalem, a la explanada donde se encuentra la mezquita de Al-Aqsa y el Domo de la Roca, y como en ese mismo espacio funcionaba el Gran Templo (Beit Hamikdash), dijo que es tierra soberana de Israel

El efecto efervescente que causó Sharon fue inmenso. Pero de ninguna manera fue el motivo del inicio de la Intifada terrorista promovida por Arafat. Sharon estaba enfrentada con el gobierno de Israel y por eso no tiene gollete que porque un político opositor diga algo, se reaccione contra el país. ¿Qué hubiera sucedido si era la postura oficial y esa acción la hubiese hecho el Primer Ministro?

Lo cierto es que Barak no supo lidiar con el terrorismo, y debido a una moción de desconfianza en el parlamente adelantó las elecciones en las perdió con Sharon, que pasó a ser Primer Ministro en Febrero de 2001. Fue un soldado, estratega militar, político, ministro, y ahora, pasó a ser un estadista.

Su primera acción en el cargo, fue conformar un gobierno de coalición nacional, integrado también por el derrotado laborismo, dándole las carteras más importantes: Shimon Peres como canciller y Biniamín Ben Eliezer como Ministro de Defensa.

El gran desafío era enfrentarse a la Intifada y al terror que conlleva. Para eso implementó los asesinatos selectivos de terroristas, porque lamentablemente era la única manera inmediata de evitar muertes inocentes de ciudadanos israelíes.

Y porque la intención era salvar vidas, de un lado y del otro, decidió llevar a cabo la construcción de una cerca de seguridad de 700 kilómetros, que en el 96% de su extensión es reja y solo un 4% muro, para evitar la infiltración de terroristas suicidas y los disparos de los francotiradores. Y lo logró. Gracias a ese proyecto multimillonario prácticamente desapareció de facto el terrorismo suicida, palestinos pudieron ingresar constantemente a suelo israelí para trabajar y llevar sustento a sus familias, y el ejército israelí ya no tuvo que incursionar en las ciudades de la Ribera Occidental en busca de terroristas.

Esta cerca de seguridad construida mayoritariamente en el 2004 coincidió por un lado con el desgaste que generó la Intifada entre los palestinos, atentando también contra sus puestos de trabajo, y por el otro con la enfermedad y muerte de Arafat.

La desconexión

Viendo que, sin lograr la paz, se pudo llegar a una situación de relativa calma y seguridad, Sharon instaló la idea de “no hay con quién hablar”, ya que el nuevo liderazgo de Mahmud Abbas que había ganado las elecciones en Enero del 2005 con más del 80% de los votos, consiguió una tregua, aunque no utilizó su legitimidad para desbaratar a los grupos terroristas palestinos y así tener el monopolio de las armas. Pero de boca de Sharon también salió que “tiene que acabar la ocupación” y que los palestinos tienen derecho a su estado.

Ideó el Plan de Desconexión de la franja de Gaza y del norte de Samaria. Sí, la misma Gaza que cuando Israel firmó el acuerdo de paz con Egipto, Begin se la quiso devolver, pero Sadat no quiso hacerse cargo de los palestinos, a tal punto que la única frontera de Gaza que siempre permaneció 100% hermética, era la que mantenía con Egipto.

Pero Sharon retiró todos los asentamientos judíos de la franja de Gaza. No solo que se fue toda la gente, destruyó las casas y trasladó las tumbas. Fue una demostración al mundo que incluso, sin un partner, se puede ceder y una vida es mucho más sagrada que cualquier porción de tierra.

Esa indecisión de Abbas contra el terrorismo le dejó, conciente o inconscientemente el campo propicio para que Hamás tome por la fuerza el dominio de la franja en 2007 ya con Sharon en coma. ¿Qué hicieron los palestinos entonces? ¿Construyeron carreteras? ¿Preservaron los invernaderos? ¿Hicieron hospitales y escuelas? No, intensificaron el disparo de misiles contra población civil israelí, que dice a gritos que nunca pretende que Israel ocupe Gaza, pero también tiene claro que quiere vivir segura, con una convivencia de buenos vecinos o con un divorcio civilizado. Y si esto no se da, hará todo para defenderse.

¿Qué hubiera pasado si Arik estaba en pie para comandar los destinos de Israel? No lo podremos saber. Lo que es seguro, es que nunca Sharon había tenido tanta popularidad como en el 2006, y se encaminaba a un triunfo electoral casi sin precedentes, pero un ACV le jugó una mala pasada.

 
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