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| jueves abril 25, 2024

Con el General (Ret) Uzi Dayan, ex Vice Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel

“Aunque no participé en la Guerra de Independencia, nací como el Estado, en medio del fuego”.


Uzi Dayan nació poco antes de la Declaración de Independencia de Israel, el 4 de enero de 1948. Cuando cumplió 100 días, su padre Zurik, hermano del legendario Moshe Dayan, cayó en combate, como miembro del Palmaj, cuando tenía 22 años de edad. Al cumplirse los “shloshim”, el mes de su muerte, nació Israel.

Ya en las filas de Tzahal, siempre  tuvo argos de campo y combate, hasta su nombramiento como Vice Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, aunque hoy comenta con una sonrisa que fue lo que menos interesante le resultó. “Mi tío Moshe Dayan decía que siempre es mejor ser jefe de algo que vice de alguien”, bromea.

Fue Comandante de una División, Jefe del Departamento de Planificación, miembro de la delegación a las conversaciones de paz con los palestinos, los jordanos y sirios. Pero su primer destaque fue en la lucha anti terrorista, como jefe de la unidad de élite “Saiéret Matkal”.

Ya retirado del servicio militar, encabezó el Consejo de Seguridad Nacional, bajo los jefes de gobierno Ehud Barak y Ariel Sharon.

 

P: ¿Cuándo le contaron que su papá cayó en la guerra?

R: Siempre lo supe, desde el principio. Recuerdo que también íbamos a Nahalal a visitar su tumba.  Cuando tenía 5 ó 6 años, me molestaba que los niños me preguntaran por qué mi papá se llama Rabinovich y yo Dayan. Mi mamá se volvió a casar tiempo después de la caída de mi padre, Entonces fui a decirle a papá Moshe  que sugiero que me cambien el nombre. Él me contestó que no cree que sea buena idea porque hay que respetar la memoria de papá Zorik. Yo le dije “pero Zorik murió, no  va a saber”. Y él respondió: “Pero nosotros sí tenemos que pensar en eso. Hablemos más adelante, cuando seas más grande”. Y ahí quedó el tema.

 

P: Ese pasado, el haber nacido sin llegar realmente a conocer a su papá que cayó en la Guerra de Independencia ¿Tuvo algo que ver el hecho que usted hiciera la carrera militar y que llegara a la unidad élite “saiéret matkál”?

R: No tanto, creo que más determinante fue el lugar en el que crecí, en el que todos querían ir a las mejores unidades. Cuando me enteré de la existencia de esa unidad élite, me interesé por el tema y le pregunté primero a mi tío Moshe Dayan. El me dijo que mejor vaya a un curso de oficiales, que eso es muy importante. Entonces fui a preguntarle a su cuñado, Ezer Weizman, que fue luego Comandante de la Fuerza Aérea, y me dijo: “Si mi hijo fuera a saiéret matkál, yo estaría muy orgulloso y muy preocupado”. El “preocupado” fue lo determinante y decidí ir a la unidad. Entendí que la preocupación podría ser sólo si se hacen operativos importantes.

 

P: Ese empuje por estar en una unidad así ¿En qué medida, a los 17-18 años, es cuestión de adrenalina que uno quiere aventuras o también tiene que ver con la conciencia sobre la necesidad de defender al país?

R: Es una mezcla. Por un lado uno crece oyendo sobre modelos inspiradores. Además, el entorno en el que uno está influye mucho.  Pero claro que también están las hormonas. Y si es por el bien de Israel, perfecto. Yo siempre fui avanzando y aceptando cargos, cuando consideraba que me podía resultar interesante. Claro que de fondo siempre está el deseo de hacer cosas que aporten al país. Pero soy consciente de que no solamente a través del ejército se puede aportar.

 

EJÉRCITO ,DEMOCRACIA, POLÍTICA

P: A lo largo de su carrera militar ¿Sintió alguna vez tensiones entre el Estado Mayor del ejército y el gobierno? Como sabemos, las discusiones políticas  que salen a la opinión pública, no siempre irradian altura y alto nivel. Y me pregunto si los altos oficiales-que aunque pueden estar allí porque les resulta interesante, no sólo por patriotismo, dedican su vida a la defensa del Estado-dudan alguna vez si el gobierno es digno de confianza. Y no estoy hablando del gobierno actual sino en general, a lo largo de la historia de Israel, de lo que usted ha visto.

R: Está clarísimo que el ejército está  bajo la autoridad del gobierno, como en todo estado democrático. Hubo sí tensiones antes de la guerra del 67 y las hubo también en la guerra de Iom Kipur en el 73, porque todos se sentían culpables. Pero considero que en Israel no existe ningún peligro al respecto, ante todo porque está absolutamente claro que el ejército acata la autoridad del gobierno. Los oficiales se alejan todo lo posible de la política mientras están en su cargo.

Creo que en general los oficiales se alejan realmente de la polémica política. No les corresponde entrar en ella.

 

LOS DESAFÍOS ACTUALES

  1. ¿Dónde están hoy las principales amenazas?

R:  Israel es un país fuerte desde un punto de vista de seguridad y  económico, mucho más que en el pasado. Tenemos que lidiar con la amenaza terrorista, pero no es una amenaza existencial. Es sí una amenaza estratégica ya que si no se los combate en forma efectiva, se está dando a los terroristas la llave de todo lo que ocurra aquí. Se puede derrotar al terrorismo, contrariamente a lo que muchos dijeron a lo largo de los años, también en el ejército.

La peor amenaza desde un punto de vista de seguridad  es por cierto el esfuerzo de Irán por convertirse en una potencia nuclear. También aquí hay  qué hacer.

 

P: ¿Considera que Tzahal lidia con otros desafíos, más allá de la temática de seguridad propiamente dicha? ¿A nivel social?

R: Sí, creo que lo más complejo en un país democrático es la relación entre el ejército y la sociedad. Creo que el ejército continúa estando en el centro de la vivencia israelí. Aún es el marco en el que los israelíes por primera vez se encuentran con todos los sectores de la sociedad. Es un lugar en el que hay plena igualdad de oportunidades, donde no hay ningún tipo de discriminación. A pesar de que la sociedad cambia y el individualismo aumenta, el ejército estará ocupando este lugar tan importante.

 

P: Cada tanto hay quien alega que los soldados luchan “con las manos atadas” pensando en el abogado que precisarán después, si algo sale mal y van a juicio. Y lo menciono recordando que usted se manifestó en defensa del soldado Elor Azaria que está preso, condenado por haber disparado en Hebron a un terrorista que ya estaba neutralizado.

R: Debo aclarar que yo no dije en ningún momento que es un santo o que es inocente sino que un soldado que se voluntarizó a servir en una unidad de combate, si se equivoca o inclusive peca, no tiene que ser enviado a un juicio penal, a menos que después de todas las investigaciones se vea que realmente no hay alternativa. Por eso consideré que el ejército estaba actuando equivocadamente al respecto. Es que si decidieron llevarlo a juicio, en un estado democrático, las cosas tienen que ser muy ordenadas.

Fui testigo de la defensa no tanto por Elor Azaria mismo sino por los soldados en general, pensando también en los padres, que si el soldado comete un error o, como decía, inclusive peca, sepa que se le puede dar el máximo respaldo posible. Creo que el Presidente debe cancelarle el registro criminal que lo acompañará toda la vida. Fue un soldado al servicio militar, y queda para siempre con expediente penal por haber matado a un terrorista. Creo que es muy problemático.

Pero volviendo al marco general, no creo que eso realmente influya en los soldados directamente. Lo que me parece que hay que hacer, es que las órdenes tienen que ser más sencillas, más claras. Eso de hablar de “neutralizar” a un terrorista, da lugar a confusiones. ¿Hay que matar a un terrorista pase lo que pase, en cualquier situación? No, no en cualquier situación. El problema principal es que el Derecho internacional no está ajustado realmente a las necesidades de la lucha anti terrorista.

 

P: ¿Pero no considera que tiene que haber parámetros éticos para la lucha anti terrorista, que Tzahal no puede hacer lo que se le antoje?

R: Por supuesto que tiene que haber. Para eso están las leyes que determinan cómo hay que conducirse en combate. La problemática especial es el roce con la población civil, ya que los terroristas usan a los civiles. Y claro que tiene que haber reglas claras.

 

NEGOCIACIONES DE PAZ

P: Usted participó en negociaciones con varios de los vecinos de Israel. ¿Qué le dejó aquella experiencia?

R: Puedo decir, por ejemplo sobre las conversaciones con Siria, que entendí rápidamente que no saldría nada de esas conversaciones. A las dos semanas fui a ver a Rabin y le dije: “Itzjak, esto no conduce a nada. No habrá acuerdo”. Me preguntó por qué lo digo. Le respondí: “¿Recuerdas que una vez dijiste que para ti ser Primer Ministro era una opción, no una obsesión? Bueno,  lograr la paz en Medio Oriente, tiene que ser una obsesión. Y los sirios no tienen ninguna obsesión. Para ellos es una opción. Simplemente quieren conseguir lo que quieren, más que nada a través de Estados Unidos. No se van a suicidar para firmar la paz con Israel”. Y así fue.

 

P: ¿Y los palestinos? ¿Se puede llegar a un acuerdo de paz?

R: Mira, yo tengo muchas horas de Abu Mazen. Creo que hoy Israel no tiene interlocutor  palestino para un verdadero acuerdo de paz. Abu Mazen no lo es. Es más duro en temas de fondo que Arafat y por otro lado tiene menos fuerza. Lo fundamental es que Israel no aceptará un acuerdo que sea menos de algo que empiece con las palabras  “end of conflicto, no more claims”, o sea fin del conflicto y no más exigencias. Y los palestinos nunca firmarán un acuerdo que los comprometa a ello. No aceptarán “fin del conflicto” en ninguno de los temas cardenales: ni Jerusalem ni refugiados.  No es cierto que esto es solamente un conflicto territorial y de seguridad.

 

P: ¿Pero Israel puede seguir viviendo en la situación actual ?

R: Yo soy realista. Dediqué a este tema casi 20 años de mi vida. Al principio me parecía lógico, racional, que también para los palestinos es conveniente llegar a un acuerdo. Pero parece que no piensan así. Creo que Israel no puede aceptar otro acuerdo interino. Estoy cansado que después de tantos años, siempre tenemos la carga de ver qué podemos ofrecer. Y los palestinos no cambian absolutamente nada en sus posturas.  No cambiaron absolutamente nada.

Además, creo que el tiempo corre en detrimento de los palestinos

Demográficamente, en el 2048 habrá aquí 15 millones de judíos, la comunidad judía más grande del mundo. Y si llega aquí otro millón de judíos, es más fuerte todavía el argumento. Y además, el tema palestino ya no le interesa a todos como antes.

 

P: ¿Pero acaso no le tiene que interesar a Israel?

R: Claro que sí.  Hay que solucionar este tema, pero no creo que tenga ahora una solución. Para mí, el status quo no es una mala solución. A largo plazo, no. Israel debe dedicar hoy esfuerzos a mejorar la relación con los palestinos, y no hacer cosas que molesten, después llegar a un acuerdo. Para mí los temas centrales son Jerusalem, la frontera oriental en el río Jordán y no al derecho al retorno. Todo lo demás puede ser negociado, porque no queremos controlar a los palestinos. Yo puedo abrazar lo que decía Rabin: que tengan menos que un Estado o más que una autonomía plus. Muchos dicen que los palestinos no lo aceptarán. Pero hoy no aceptan nada. Claro que está el tema de Gaza, que se ha ido complicando cada vez más. Que prueben primero que logran imponer la calma allí. Ojalá la situación fuera distinta, pero realmente, no veo cómo.

 

A LOS 70…

P: En medio del complejo mosaico que es Israel y de los temas con los que lidia ¿Cuál es su resumen central?

R: Creo que es oportuno, para ello, contar lo que me dicen colegas de la región con quienes me encuentro dos veces por año aproximadamente , en el exterior. Ex militares árabes, persas. Solían comenzar las conversaciones no formales diciendo “General Dayan, nosotros los odiamos, no a usted personalmente, pero sí a Israel, que hace lo que quiere en la región. Ustedes no entienden nuestra cultura”. En los últimos años dejaron de decir “we hate you” y empezaron a decir “we don´t like you”. De allí pasaron a “la verdad…los envidiamos porque es el único país de la región que goza de estabilidad, lograron sobreponerse a tres problemas que creíamos que los iban a tirar abajo: demografía, agua e independencia de fuentes energéticas”. Me dicen “son un país donde la educación es un rubro muy importante al que se dedica una buena parte del presupuesto , y donde se ocupan de temas que ojalá importaran en nuestros países”.

Hablando de la guerra en la que está sumido Oriente Medio desde hace años, ellos mismos comentan: “cuando termine, no vamos a ser como ustedes, pero quisiéramos haber alcanzado para nuestras sociedades, lo que ustedes han alcanzado para la vuestra”. Creo que ese es un buen resumen, aunque falta aún mucho por hacer.

 

LEYENDAS VIVAS

El 8 de mayo de 1972, cuatro terroristas de “Setiembre Negro” secuestraron un avión de la compañía belga Sabena, desviándolo al aeropuerto de Lod en Israel, desde donde exigieron  que fueran liberados más de 300 terroristas en cárceles israelíes , amenazando que de lo contrario, harían estallar el avión con todos sus, aproximadamente, 100 pasajeros a bordo. Israel negoció con los secuestradores pero al mismo tiempo preparó un operativo de rescate que resultó exitoso, a pesar  que uno de los pasajeros murió en el tiroteo.

Los jefes de la célula terrorista murieron en el operativo y las dos mujeres de la célula fueron detenidas y condenadas a cadena perpetua en Israel, pero resultaron liberadas en 1985 en el intercambio con la organización de Ahmed Jibril.

Uzi Dayan , Teniente en aquel momento, fue uno de los participantes en el rescate, como jefe de uno de los equipos de “Saieret Matkal”. Otro de los oficiales era Biniamin Netanyahu. La unidad estaba comandada en aquel entonces por Ehud Barak.

 

P: ¿Cómo recuerda el rescate de Sabena?

R: Ante todo, esa fue la primera vez que secuestraban un avión de pasajeros. Recuerdo que yo estaba en casa con sarampión, que no había tenido de niño. Tuve que salir enfermo, era de noche. Éramos unos 16 combatientes. Logramos neutralizar el avión para que no pudiera despegar, sacando una pieza del sistema hidráulico, lo cual además requirió que los propios terroristas dijeran que había que arreglar el avión.

Había varios desafíos, cómo abrir las puertas desde afuera, la altura a la que había que llegar, como seis metros sin que nos vieran, varias cosas. Simulamos ser técnicos pero veníamos a rescatar a los pasajeros.

El avión estaba lleno. Los judíos estaban concentrados en la parte de atrás, que fue por donde yo entré. Antes de entrar vi un terrorista por la ventana, pero cuando entré ya no lo vi. Vi una terrorista con un cinturón explosivo, le iba a disparar pero mostró que tenía una granada. Ella misma gritaba tanto que parecía muy asustada. Logré sacarle la granada y empujarla a ella hacia atrás. Afortunadamente pudimos salvar a todos.

 

P: Fue un gran éxito en términos de lucha anti terrorista.

R: Sí, es cierto. Pero yo comandé  un operativo que a mi criterio fue más grande en términos de lucha anti terrorista: la casa de los niños en el kibutz Misgav Am. Cinco terroristas lograron cruzar desde Líbano y entrar a la casa de los niños en el kibutz, el 7 de abril de 1980. En el camino mataron al mazkir del kibutz que intentó frenarlos. Durante la noche, mataron a un niño, Eyal Gluska. Yo comandaba en aquel momento la unidad “Saiéret Matkál” . Logramos rescatar a todos los niños y matar a todos los terroristas.

 

UN MOMENTO ISRAELÍ

P: ¿Hay en su trayectoria algún momento o vivencia que vea hoy como lo más “israelí”?

R: Desde un punto de vista de operativos de seguridad, sobre los más importantes aún no se puede hablar. Pero podría dar como ejemplo algo que estuvo relacionado al secuestro de los cinco Generales sirios en julio de 1972 para lograr recuperar a tres de nuestros pilotos que estaban en manos de Siria. Lo logramos y cuando volvieron, uno de ellos,  Pini Najmani, al que yo conocía porque crecimos en la misma zona, me abrazó y me dijo: “Yo les dije a los demás, que Uzi y Amitai no se olvidarían de nosotros”. Eso fue muy israelí.

 

 

 

 
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