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| viernes marzo 29, 2024

La crisis migratoria de Grecia: «Un polvorín a punto de explotar»


Un plan del Gobierno griego de construir nuevos campos de migrantes en cinco islas del Egeo ha provocado la violenta oposición de los residentes locales, que temen que las instalaciones fomenten aún más inmigración masiva de África, Asia y Oriente Medio.

El Gobierno dice que los nuevos campos, que se esperan que estén en funcionamiento en julio, son necesarios para aliviar el hacinamiento en otros lugares que han sido objeto de las críticas internacionales. Los residentes locales replican que los inmigrantes deberían ser transferidos a la Grecia continental.

El 25 de febrero, más de 500 residentes impidieron a los obreros de la construcción acceder al lugar propuesto para un nuevo campamento de inmigrantes en Karava Mantamadou, en Lesbos. La policía antidisturbios empleó gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar a las masas.

Se produjeron enfrentamientos similares en Chios, una gran isla griega ubicada a menos de 20 km de Turquía, de donde salen decenas de miles de inmigrantes cada año con la esperanza de acabar llegando a la Europa continental.

El nuevo lugar en Lesbos será un denominado campamento cerrado con los accesos estrictamente controlados y reemplazará el actual campamento de acceso abierto de Moria. Los campamentos cerrados permitirán a los inmigrantes salir durante el día, pero tendrán que encerrarse por la noche. El objetivo es controlar sus movimientos e impedir que escapen a tierra firme.

Además de en Lesbos, las autoridades griegas prevén construir instalaciones cerradas en las islas de Chios, Kos, Leros y Samos. Todas estas islas están cerca de Turquía.

El campamento de Moria —una instalación en expansión construida para no más de 3.000 inmigrantes, pero que ahora está alojando a al menos 20.000, de los cuales aproximadamente un tercio son menores de 18 años— ha provocado amplias críticas internacionales por sus miserables condiciones de vida.

Una portavoz de Médicos sin Fronteras (Médecins Sans Frontières, MSF), Sophie McCann, explicó:

«Están viviendo en unas condiciones miserables, medievales (…) con apenas acceso a los servicios básicos, como el agua potable y caliente, la electricidad, el saneamiento y la atención médica. Nuestros equipos médicos tratan a diario el consiguiente deterioro de la salud y el bienestar.»

En 2016, las autoridades griegas, con el respaldo de la UE, introdujo una llamada política de contención con el objetivo de disuadir a los inmigrantes de cruzar de Grecia a Turquía. Esta medida exigía que los inmigrantes permanecieran en las islas —sin la esperanza de alcanzar la Grecia continental— hasta que se procesaran sus solicitudes de asilo. Con una acumulación de decenas de miles de solicitantes, el sistema de asilo se ha visto paralizado. Aproximadamente 40.000 inmigrantes están atrapados en las islas.

La política de contención ha enojado a los residentes locales, que se quejan de que los inmigrantes son los responsables de un aumento de la delincuencia. «La gente ha visto sus propiedades destruidas, sus ovejas y cabras sacrificadas y sus casas allanadas», dijo Nikos Trakellis, líder comunitario de Moria. «Hace unos años, cuando había 5.000 inmigrantes en la isla, las cosas ya parecían estar bastante mal. Ahora se tiene la sensación de que la situación se les ha ido de las manos».

En octubre de 2019, el Gobierno griego anunció un plan para transferir 20.000 inmigrantes desde las islas a tierra firme. Sin embargo, tras un posterior aumento de las llegadas de inmigrantes desde Turquía ha hecho que los campamentos estén tan desbordados como siempre.

Las autoridades griegas dicen que están haciendo todo lo posible para satisfacer las demandas de los residentes, los inmigrantes y las organizaciones de defensa de los derechos humanos. «El Gobierno está haciendo un esfuerzo para hacer cambios, para implementar un plan», dijo un funcionario del Gobierno a la agencia de noticias Reuters. «Si no construimos nuevas instalaciones, no mejorarán las condiciones de vida».

El gobernador regional del norte del Egeo, Kostas Moutzouris, que se opone al plan del Gobierno para construir campos de inmigrantes permanentes en las islas, describió la situación en Lesbos como un «polvorín a punto de explotar». Añadió: «Es crucial que se declare el estado de emergencia». También advirtió:

«Temo por la seguridad de nuestra población, los habitantes de Lesbos. Para que cambie la situación, se tiene que transferir a muchos inmigrantes a tierra firme, y parar las nuevas llegadas desde Turquía. Si no, estamos condenados.»

El portavoz del Gobierno, Stelios Petsas, que describió las instalaciones existentes como «bombas para la salud pública», dijo:

«Les estamos pidiendo a las comunidades locales que comprendan que estas instalaciones cerradas beneficiarán al país y a sus comunidades. Hay un déficit de confianza ahora mismo, cultivado en los últimos años, que se necesita restaurar. Construiremos estos centros cerrados, pero también cerraremos los que hoy están abiertos. Esa es la promesa del Gobierno.

«Los nuevos campamentos harán que sea mucho más fácil acelerar el proceso de asilo, para que los que tengan derecho a él puedan ser transferidos al oeste y devolver a Turquía a los que no lo tengan.»

El Gobierno de centroderecha de Grecia, encabezado por el primer ministro Kyriakos Mitsotakis, que asumió el cargo tras las elecciones al Parlamento en julio de 2019, ha adoptado una línea más dura hacia la inmigración que el anterior gobierno de izquierda, liderado por Alexis Tsipras:

  • Julio de 2019. El nuevo Gobierno revocó el acceso al sistema de salud pública a los solicitantes de asilo e inmigrantes sin documentos que llegan a Grecia.
  • Septiembre de 2019. El Gobierno endureció los criterios para solicitar y aprobar peticiones de asilo. También prometió reforzar la seguridad en las fronteras y devolver 10.000 inmigrantes ilegales a Turquía a finales de 2020.
  • Octubre de 2019. El Parlamento griego aprobó una nueva ley sobre asilo, que introdujo cambios radicales en el sistema nacional de asilo, incluido reducir las opciones para solicitarlo y facilitar la deportación de los solicitantes rechazados.
  • Noviembre de 2019. El Gobierno dijo que reforzaría los controles en las fronteras de Grecia y despejaría los cuellos de botella en los procesos de veto de las solicitudes de asilo.
  • Enero de 2020. El Gobierno anunció la construcción de una valla flotante para disuadir a los inmigrantes que llegan por mar. La barrera de 2,7 km se levantará frente a la costa de Lesbos. Tendrá una altura de 50 cm sobre el nivel del mar y luces que la harán visible por la noche. Si la barrera es eficaz y reduce la inmigración, se podría extender 15 km o más.
  • Febrero de 2020. El Parlamento griego aprobó una ley para regular todas las organizaciones no gubernamentales (ONG) que se ocupan de cuestiones relacionadas con la inmigración. El objetivo es asegurar que las ONG no se aprovechan de la inmigración masiva «de manera defectuosa y parasitaria».

Mitsotakis dijo hace poco que, a diferencia de como era con el anterior Gobierno, Grecia ya no está abierta a cualquiera que quiera entrar:

«En Grecia sólo son bienvenidos aquellos que elijamos. Los que no sean bienvenidos serán devueltos. Cerraremos de forma permanente la puerta a los traficantes de personas ilegales, a los que quieren entrar, aunque no tengan derecho al asilo.»

Desde 2015, han entrado más de un millón de inmigrantes de África, Asia y Oriente Medio a la Unión Europea a través de Grecia.

Un acuerdo en marzo de 2016 entre la UE y Turquía redujo el flujo, pero la cifra de llegadas creció en 2019, después de que el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, y otros miembros de su Gobierno, amenazaran con inundar Europa con inmigrantes musulmanes.

Los funcionarios griegos han dicho que Erdoğan controla personalmente los flujos migratorios a Grecia y los activa y desactiva para extraer más dinero y otras concesiones políticas de la Unión Europea.

El ministro de Inmigración griego, Giorgos Koumoutsakos, señaló que cuando Turquía «no deja de repetir que vamos a abrir las compuertas, lo que hacen los inmigrantes es acercarse a ellas, esperando que se abran». Añadió:

«Europa no puede actuar bajo amenazas o chantajes. Igual que los europeos deberían comprender la situación a la que se enfrentan los turcos, Ankara debería, por su parte, darse cuenta de que esta no es la forma de tratar con Europa.»

En 2019, aproximadamente 60.000 inmigrantes —una media de 164 diarios— llegó a Grecia, según ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Cerca del 80% llegaron a Chios, Lesbos y Samos.

La tendencia continúa: más de 6.000 inmigrantes —una media de 133 diarios— llegaron a Grecia durante las primeras seis semanas de 2020, según ACNUR. Los principales países de origen son: Afganistán (50%), Siria (21%), Congo (6%) e Irak (3,5%).

Los recientes combates en Idlib, una provincia asolada por la guerra en el noroeste de Siria, han provocado el desarraigo de casi un millón de personas —la mayoría de ellas mujeres y niños— que han buscado refugio cerca de la frontera turca.

Turquía, que actualmente alberga a casi cuatro millones de refugiados sirios, ha dicho que no puede manejar una nueva afluencia. Ha amenazado repetidas veces con reabrir las compuertas de la inmigración masiva a Europa.

Soeren Kern es miembro principal del Gatestone Institute, con sede en Nueva York.

 

Traducción del texto original: Greece’s Migrant Crisis: «A Powder Keg Ready to Explode»
Traducido por El Medio

 
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