El miércoles 3 de junio se cumplen 46 años de la muerte del papa Juan XXIII. Con ese motivo, y con el propósito de rendir un homenaje al Pontífice, Baruj Tenembaum, de la Fundación Raoul Wallenberg, envió a AICA una nota en la que, con el título «Roncalli: el Papa que salvó judíos», traza un perfil desconocido de Juan XXIII al que califica de «una de las figuras humanitarias más trascendentes del siglo XX».
«Angelo Roncalli -comienza diciendo Tenembaum- había nacido el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, cerca de Bérgamo, y fue consagrado Sumo Pontífice en 1958. Entre ambas fechas cumplió una vida dedicada al sacerdocio y, en particular, durante el Holocausto, a poner en práctica los preceptos bíblicos. En su carácter de representante papal en Bulgaria intercedió ante el rey Boris a favor de judíos búlgaros y, luego, ante el gobierno turco a favor de refugiados judíos que habían escapado a Turquía. También hizo todo lo posible para evitar la deportación de judíos griegos. Roncalli fue una de las principales fuentes de información del Vaticano sobre la aniquilación de millones de judíos en Polonia y Europa del este».
Luego señala las acciones que en homenaje al papa Roncalli realizó en el país «a lo largo de los años la Fundación Wallenberg, una ONG educativa fundada en la Argentina». Esta institución, detalla, «realizó numerosas iniciativas tendientes a promover la figura y los hechos de monseñor Roncalli. Entre otras, la acuñación de medallas conmemorativas; la emisión de un entero postal; la organización del Comité Angelo Roncalli; la participación en conferencias y foros internacionales; la instauración del Premio Angelo Roncalli; la visita del cardenal Walter Kasper, presidente de la Comisión Vaticana para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, a la inauguración del Jardín de Infantes «Monseñor Angelo Roncalli» en el barrio La Juanita, en Gregorio de Laferrere y las investigaciones llevadas a cabo para resaltar las acciones humanitarias del pontífice a favor de personas perseguidas por el régimen nazi».
«Desde el inicio de las campañas organizadas por la Fundación Wallenberg -agrega- distintos intelectuales, Alicia Dujovne Ortiz y Marcos Aguinis, entre otros, escribieron sobre el «Papa Bueno». A este respecto cita un texto de Marcos Aguinis: A Juan XXIII «se lo admira por lo mucho que realizó como Papa, pero es escasa la información que se ha difundido sobre sus méritos anteriores. En esos trabajos secretos y arriesgados se fogueó su corazón. Atravesó lúgubres corredores que le enseñaron a ser expeditivo y contundente. Conoció a los hermanos separados y conoció de cerca a los judíos perseguidos. Los conoció tanto, y comprendió de una forma tan vibrante la tragedia de su historia milenaria, que escribió un poema en el que acusaba a los antisemitas de portar la infame marca de Caín. Fue él quien abolió la absurda acusación de deicidio e inauguró un diálogo que no cesa de enriquecerse».
«Una nueva era en las relaciones de la Iglesia Católica con el judaísmo se inauguró con el pontificado de Juan XXIII -dice Baruj Tenembaum-. Se trató de una época marcada por la comprensión y el entendimiento luego de siglos de denigración, prejuicio y persecución religiosa. Las puertas del diálogo interreligioso comenzaron a abrirse entonces y continuaron abiertas durante el pontificado del Papa Juan Pablo II».
«El 3 de junio de 1963 -concluye- pasó definitivamente a la historia. Su nombre es un símbolo imborrable del amor por el prójimo y un ejemplo perenne de coraje y puesta en práctica de los valores más egregios de la humanidad».
Fundación Raoul Wallenberg
www.raoulwallenberg.net
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