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| jueves marzo 28, 2024

Lo que Obama está tratando de hacer en Israel, versus lo que está logrando


Jeffrey Goldberg tiene una interesante y bastante obvia tesis, sobre lo que la administración Obama, o el Presidente Obama mismo, está, «realmente», tratando de hacer presionando a Israel. En resumen, parece que la administración Obama piensa que puede mover al gobierno israelí hacia la izquierda. Lo que no saben es que la izquierda, hace tiempo que dejó de existir, como una fuerza política viable en Israel, y que cualquier presión es capaz de instalar un gobierno realmente extremista de derecha, especialmente la presión con respecto a Jerusalem.

El mensaje de Goldberg está formulado en un lenguaje que puede, quedándose corto y caritativamente, ser catalogado como repugnante, muy probablemente haciéndose eco de fuentes en la administración de USA. Según Goldberg, el objetivo es «forzar una ruptura en la coalición de gobierno que hará necesario para Netanyahu colocar en su gobierno al centrista Partido Kadima de Livni (ya ha tratado de hacer esto, pero demasiado en sus propios términos) y formar una amplia mayoría de 68 bancas en la Knesset, que no tenga que depender de los votos de gángsteres, mesiánicos y medievalistas».

La mano que escribió lo anterior, es la mano de Goldberg, pero la voz es, tal vez, la voz de Axelrod o Emanuel. Se parece mucho a alguien que piensa «enviar un mensaje». Este es un fuerte y rudo lenguaje sobre el gobierno de un país aliado amigo. Aquellos que deploran los insultos y abucheos que caracterizan a la cultura del debate político judío, deberían tomar nota.

Yo no soy un fanático del actual gobierno. Soy un «izquierdista», nacido y criado, un producto del Hashomer Hatzair y un judío secular. Sin embargo, fui sacudido por ese arrebato. Contrasté este tratamiento al gobierno israelí, con el tratamiento brindado al dictador libio Muammar Gaddafi. El gobierno de Estados Unidos acaba de disculparse con Gaddafi por las inofensivas observaciones hechas por un portavoz del Departamento de Estado, después que Gadafi llamó a una jihad contra Suiza. Tal vez, incluso el más ardiente partidario de J. Street, pueda entender por qué los israelíes piensan que están recibiendo el extremo corto de la vara.

La tesis, que generar presión del ala izquierda, es la meta de la administración de USA, es creíble. Evidentemente, están suficientemente desinformados y son suficientemente arrogantes, como para creer que eso es posible. Yo pensaría que es más que una conjetura educada, el hecho que es eso lo que Obama está tratando de hacer. Evidentemente, ya sea Goldberg u Obama, o ambos, no comprenden la historia política israelí, la política en Medio Oriente, o la actual situación política israelí. La idea de que la izquierda o el centro presionarán al Primer Ministro Benjamin Netanyahu, es una «fantasía mesiánica», porque la izquierda y el centro israelíes, hace ya tiempo que han dejado de existir como fuerzas políticas efectivas. Fueron destruidas por el proceso de «paz».

Todos los gobiernos de Medio Oriente están dirigidos por gángsteres, medievalistas y/o mesiánicos, así que ¿Por qué Israel debe ser diferente? USA no tiene inconvenientes en apoyar a los «moderados» gángsteres de la Autoridad Palestina, un régimen corrupto, incluso para los estándares de los países árabes. Están felices negociando con el régimen de Assad, que vive de los beneficios del contrabando de hachís y opio del valle de Beq’a. Estuvieron enamorados de los Ayatollah iraníes, gángsteres medievalistas mesiánicos, y quieren hacer un trato con ellos. No un cambio de régimen en Irán.

El gobierno de USA, hasta se disculpó con Muammar Gaddafi. ¿Por qué deberían estar tan preocupados acerca de los gángsteres y medievalistas israelíes? ¿El rabino Ovadia Yosef, es mucho peor que el Ayatollah Khameinei? ¿Es más medievalista, más mesiánico o más gángster? ¿Es el Ministro del Interior, Eli Yishai, más medievalista o más mesiánico que Mahmoud Ahmadinejad? ¿Usaría cualquier respetable periodista, en USA, esas invectivas acerca de los líderes de los países musulmanes o árabes? Imagínense, Jeffrey Goldberg es un amigo de Israel. Lo que otros escriben es mucho peor. La opinión políticamente correcta en USA estaría horrorizada por la sugestión de un «cambio de régimen» en Irán, pero los expertos y los funcionarios de la administración, aparentemente, están muy felices planificando un cambio de régimen en Israel.

Obama es el hombre que llegó al cargo bajo el lema «Somos el cambio que buscamos». ¡Sólo deséalo, y se hará realidad! Tal vez debería ser de criterio más amplio sobre mesiánicos que, generalmente, sólo buscan milagros en un futuro lejano, y acerca de medievalistas que, por lo menos, tienen un sistema para hacerse ilusiones. Obama creyó, o cree, que puede tener un diálogo constructivo con Bashar Assad y Mahmoud Ahmadinejad, una creencia que, podría decirse, tiene menos fundamento en la realidad y es mucho más peligrosa, que la más salvaje y más vil de las supersticiones de los rabinos «medievalistas».

En cualquier caso, los partidos religiosos y ultraortodoxos, han formado parte fundamental de casi todas las coaliciones de gobierno israelíes, que cualquiera puede recordar, sea un gobierno de derecha o de izquierda. Los sectores políticos ultraortodoxos y ortodoxos son cohesivos, bien organizados y políticamente eficaces, mucho más allá de su número real en la población. Mesiánicos o medievalistas, o ambos, son, no obstante, maestros en la política. El partido Judaísmo Unido Torá es particularmente útil, ya que se niegan a tener un puesto en el gabinete, dado que no reconocen al gobierno sionista. ¿Qué puede ser mejor que un socio de la coalición que permite designar un ministro extra para su partido? Sus demandas a la coalición están, en su mayoría, centradas en necesidades religiosas y financieras y, por lo tanto, pueden ser comprados bastante fácilmente, con una dosis extra de coerción religiosa y algún dinero más de los contribuyentes. Los partidos religiosos no van a desaparecer. Los gángsteres los necesitan. Obama y Jeffrey Goldberg tienen que entender que, si el rabino Ovadia Yosef, o los sabios de la Torá, toman una decisión, esa decisión será seguida. Son, más o menos, equivalentes a una fuerza de la naturaleza.

Pero el verdadero problema con Goldberg, o con Obama, o con la idea de Rahm Emanuel, no es el de los medievalistas, los mesiánicos y los gángsteres. «Es con el resto de nosotros, los israelíes». Quien inventó esta idea, debería tratar de comprender la realidad política israelí. Israel ha ido derivando, bastante regularmente, hacia la derecha con cada fracaso de una iniciativa de «paz». La deriva está también alimentada por la demografía. La vieja generación de «israelíes originales» y Sionistas Laboristas, está dando paso a una población que es cada vez más religiosa y orientada a la derecha, y esa porción de la población es, también, la más activa políticamente.

Los palestinos actúan validando todas las tesis de la derecha israelí. ¿Por qué malgastar dinero en campañas políticas, si Hamas, la Autoridad Palestina y los extremistas árabes israelíes proporcionarán toda la campaña electoral que cualquier partido de derecha necesita?

La llamada Intifada de al-Aqsa fue un resultado directo de que el proceso de «paz» haya ido mal. Apuñaló por la espalda al movimiento de paz israelí, y llevó a Ariel Sharon al poder. La Intifada al-Aqsa provocó las peores pesadillas profetizadas por la derecha: la «policía» palestina disparando a los soldados israelíes, terroristas suicidas en nuestras ciudades y, crucialmente, el abandono casi total de Israel por parte de Estados Unidos y Europa. Israel tomó riesgos para la paz y fuimos llamados «criminales de guerra» por nuestra molestia. No se nos permitió actuar contra la violencia, hasta que fue demasiado tarde. Cuando Israel emprendió la Operación Muro Defensivo, los palestinos inventaron el cuento de la «Masacre de Jenín» y el mundo lo creyó.

Pero la voluntad del pueblo israelí por la paz no estaba totalmente vencida. Aún había un suficiente número de mesiánicos tontos entre nosotros, yo incluido, que siguió con la esperanza, contra toda esperanza. El supuesto archi villano, Ariel Sharon, se retiró de la Franja de Gaza. Colonos enojados fueron retirados por la fuerza, profetizando fatalidad y tristeza. Una vez más se cumplieron sus profecías. Así que ¿Quiénes son los «mesiánicos» no realistas y quiénes son los realistas? Tal como se preveía, los palestinos establecieron un estado de Hamas en Gaza y la utilizaron como base de terrorismo. Una vez más, cuando Israel actuó en defensa propia, fue puesta en la picota como «criminal de guerra». El gobierno de Kadima maniobró para no conseguir nada en las conversaciones de paz de Annapolis, porque no había nada para conseguir. Los palestinos no aceptarían, ni siquiera, las más generosas condiciones que se ofrecieran. Eso es lo que llevó a la existencia del gobierno de Netanyahu. Pero Netanyahu puede parecer como Mahatma Gandhi, en comparación con el líder que sería elegido si este gobierno cayera, y si fuera sacado del cargo de jefe del partido Likud. El simple hecho, y para mí desagradable, es que ya no hay una izquierda, o un «centro», israelíes, políticamente viables. El Partido Laborista de Israel, más o menos, se ha desintegrado. El pacifista Meretz puede obtener 5 bancas, en el mejor de los casos, y el partido centrista Kadima de Tzipi Livni está cada vez más en peligro de disolverse en sus partes constituyentes. ¿Quién, en ese partido, presionará a Netanyahu para que haga concesiones, además de Livni? Ehud Olmert está enredado en sus casos de corrupción. Todavía estamos lidiando con el último conjunto de gángsteres. Shaul Mofaz no va a exigir concesiones en Jerusalem. Así que ¿quién traería esta presión?

El resultado de la exhibición de histrionismo, y de la torpe maniobra política, de aficionado, por parte del gobierno de USA tiene dos caras. Por una parte, alentará a los palestinos a hacer demandas absurdas e incrementar la violencia y la incitación. El «moderado» Salem Fayyad, ya está esparciendo un malicioso cuento de que la renovada sinagoga Hurva invade terrenos de la Mezquita al-Aqsa. Está cosechando la recompensa en forma de «moderados» disturbios. La sinagoga estuvo en el mismo lugar durante casi 300 años y ningún musulmán se quejó. Fue destruida en los combates de 1948 por el saboteador Fawzi El Kuttub y sus secuaces, entrenados por las SS, y luego profanada por una turba de saqueadores. Tal es el descaro del «moderado» Fayyad y sus gángsteres y medievalistas, que protestan por que se reparó un lugar de culto que fuera profanado por su propio pueblo.

Por otra parte, el histrionismo de Hillary Clinton no puede ayudar a Tzipi Livni, ni a la izquierda. Sólo puede provocar la formación de un gobierno de extrema derecha en Israel.

Los israelíes están irritados porque el gobierno de USA hizo un escándalo exorbitante en relación al anuncio de nuevas viviendas en Ramat Shlomo, en Jerusalem. Jerusalem es un tema de consenso. Jeffrey Goldberg, y tal vez Obama, se olvidó, pero los israelíes no se olvidaron, de que Yitzhak Rabin, el símbolo del movimiento pacifista israelí, combatió por Jerusalem en 1948, comandó el ejército que liberó a Jerusalem en 1967, y prometió una y otra vez, y una vez más, que Jerusalem permanecería unida y seguiría siendo la capital de Israel. Lo dijo en 1967, después de la liberación de Jerusalem y lo repitió varias veces durante las negociaciones con los palestinos.

En junio de 1994, Rabin declaró:

Creo que hay un amplio consenso nacional en torno a la cuestión de Jerusalem, unida bajo soberanía israelí, y capital del pueblo judío y del Estado de Israel.

Y en agosto de 1994, Rabin declaró:

Jerusalén debe estar unida, bajo soberanía israelí y capital de Israel. Esto, entonces, es la realidad, y lo seguirá siendo en el futuro.

Y en noviembre de 1995, justo antes de ser asesinado, Rabin declaró:

«La máxima prioridad para todos nosotros es una Jerusalem unida, bajo la autoridad de Israel»,

Dejando de lado el apego emocional e idealista, Rabin entendía lo que Obama, Clinton y Goldberg no entienden. Un gobierno israelí puede vender un acuerdo de paz como un buen negocio, sólo si se logra la restauración histórica de Jerusalem como la capital del pueblo judío, reconocida y admitida por el mundo entero. Jerusalem era el as de Rabin. Rabin también entendió que no hay realidad, política o cultural, en un acuerdo de paz si no incluye el reconocimiento de los derechos judíos en Jerusalem. Quince años de violencia del proceso «paz», no han colocado a los israelíes en un estado de ánimo para un mayor compromiso, como no han hecho mucha mella en los 3000 años de apego del pueblo judío a Jerusalén.

El gobierno de USA no podría haber elegido un tema mejor para unir a los israelíes detrás de un gobierno de derecha. El Ministro del Interior de Shas, Eli Yishai, quería crear un lío político con el anuncio de los planes de construcción en Ramat Shlomo. Fue fácil para él hacerlo, porque USA le fijó el objetivo. La presión de USA sobre Netanyahu, hizo a Netanyahu vulnerable para la derecha, no para la izquierda. Jerusalem une a los ortodoxos y a los medievalistas, a los mesiánicos, a los escépticos y a los sionistas pragmáticos, porque es un tema que tiene algo para todos y cada uno. Es un símbolo religioso. Es un símbolo de soberanía nacional. Es un tema para la gente común, para los gángsteres, medievalistas y mesiánicos. Es el tema por excelencia para la demagogia barata, para el fervor patriótico justo y para todas las emociones e ideologías, buenas, malas y peligrosas, que motivan lo mejor y lo peor en la política y en la vida nacional.

Jerusalem sigue siendo un punto de amargura, para los que recuerdan o han estudiado la Guerra de la Independencia de Israel. Jerusalem no es sólo un lugar que es un sinónimo de «santidad», como se lo utiliza en la cultura occidental. Es sinónimo de sangre y determinación hasta el punto de la muerte. Jerusalem es, y fue, regada por la sangre de nuestros antepasados y de nuestra propia generación. Por «antepasados» no me refiero a la gente de la época del rey David. Me refiero a nuestros padres, abuelos, tíos, primos y, en algunos casos, a nosotros mismos, que allí lucharon en dos guerras, que fueron asesinados en 1921, 1929 y 1936, y en la Segunda Intifada. Los blindajes quemados de los vehículos blindados que trataron de romper el bloqueo en la batalla de las carreteras, siguen alineados en el camino a Jerusalem.

Casi todo el mundo sabe cómo la ciudad vieja de Jerusalén fue limpiada étnicamente de judíos en 1948, cómo la ciudad fue hambreada por un bloqueo real, no la farsa que sucede en Gaza hoy en día. Todo el mundo sabe acerca de los pogroms que tuvieron lugar allí en 1929 y 1936. Y si toda esa historia no fuera suficiente, los palestinos demostraron en la segunda «Intifada» que nada cambió. Si se da la oportunidad, van a arrojar piedras y disparar contra los judíos en Jerusalem, e inventarán pretextos sobre los peligros para la mezquita al-Aqsa. No hablamos de estas cosas a menudo, pero casi todos en Israel las conocen.

Incluso el pacifista Ha’aretz, y los pacifistas Amos Harel y Avi Issacharoff, no amigos del actual gobierno, reconocen que la ira de USA acerca de la pelea de Jerusalem oriental, es excesiva. Su preocupación, como la mía, es que Obama está actuando como un niño, jugando con una granada de mano, en relación con la cuestión de Jerusalem, y que fortalecerá a la derecha. No hay nada que pueda ganarse de las actuales políticas de USA, si su objetivo es fortalecer a la izquierda israelí. Ya no hay ninguna izquierda israelí para fortalecer. Ha sido destruida. Jerusalem no puede ser un tema para las negociaciones, hasta que los palestinos muestren, por lo menos, la más mínima voluntad de conceder algunos derechos judíos allí. No puede ser un tema para las negociaciones, a menos que Estados Unidos esté dispuesto a volver, públicamente, a sus propias propuestas de acercamiento Clinton del año 2000, que proporcionarían lo que podría ser un compromiso razonable.

Los palestinos están inflexibles. «Kulu al ard Arabi» – toda la tierra es árabe. Esta ha sido la postura del «moderado» Mahmoud Abbas desde el año 2000, y la ha reiterado en toda oportunidad. No hay nada que negociar en Jerusalén, en lo que a él concierne. Ni siquiera Ramat Shlomo, que se construye en tierra de nadie lindando con Shuafat. Ni siquiera Ramat Eshkol o la Colina Francesa. «Kulu al ard Arabi». Los palestinos progresistas, no medievalistas, reclaman, incluso, el Muro de los Lamentos (Muro Occidental del sitio del antiguo templo judío), porque Muhammad amarró su caballo volador ahí, cuando visitó al-Aqsa. El barrio judío, que existió durante muchos siglos en la «árabe» Jerusalem oriental, es un «asentamiento ilegal», según el «imparcial» gobierno de Estados Unidos.

¿Qué mesiánicos, en el gobierno de USA, imaginan que algún gobierno israelí podría abandonar el Muro de los Lamentos, podría evacuar Ramat Eshkol, la Colina Francesa y la Universidad Hebrea en el Monte Scopus, y podría aceptar la perpetuación de la limpieza étnica de 1948? ¿A cambio de qué? ¿Por artilugios militares? ¿Por dinero? Los judíos harían cualquier cosa por dinero, ¿verdad? ¿Por las promesas vacías de actuar contra el armamento nuclear iraní? La verborrea de Obama acerca de Irán, hasta ahora, ha demostrado no tener valor. Si fuéramos a ser bombardeados nuclearmente, bien podríamos ser bombardeados con Jerusalem o sin ella. Seguramente, Obama debe entender que Irán es una amenaza estratégica para Estados Unidos, y que no puede usar a Irán como una cuestión para presionar a Israel.

No hay más izquierda israelí, porque la izquierda israelí se jugó toda por la paz con los palestinos, y lo perdió todo. El proceso de «paz» explotó en la cara de todo el mundo – literalmente. En Israel, para la mayoría de la gente, «izquierda» es sinónimo de paz, y «paz» es, ahora, una mala palabra. Si el gobierno de Estados Unidos quiere fortalecer a la izquierda política en Israel, deberá hacer posible que la izquierda muestre algunos logros sólidos, alguna ganancia de todas las concesiones para la «paz», en lugar de más cadáveres, más cohetes Qassam y más retórica acerca de criminales de guerra y medievalistas.

Todos los bien intencionados activistas y defensores de la «paz», así como aquellos que no son tan bien intencionados, deben comprender: cualquier gobierno israelí que acceda a las demandas de USA en Jerusalem, será presa de los demagogos de derecha, y no injustamente. La presión irrazonable, impropia y unilateral, las constantes declaraciones arrogantes de que los asentamientos israelíes en la parte oriental de Jerusalén son «ilegales» (Ramat Shlomo está, en realidad, en el centro norte de Jerusalem), el rudo histrionismo de Hillary Clinton, ayudado por el extremismo y la incitación de los palestinos, los crudos epítetos de la prensa estadounidense, están fortaleciendo a los peores elementos de la extrema derecha israelí, y poniendo cómodos a todos los extremistas musulmanes y árabes en Medio Oriente. Obama está sembrando vientos y, todos nosotros, cosecharemos tempestades.

Ami Isseroff

http://news.zionism-israel.com/2010/03/what-obama-is-trying-to-do-versus-what.html

Traducción para porisrael.org : José Blumenfeld

Reenvia: www.porisrael.org

 
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