Israel estuvo magnífico anunciando cuando le pareció oportuno la construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén oriental durante la visita del vicepresidente americano Biden. Israel debe dejar claro ante su principal aliado que no piensa ceder ni un solo centímetro de terreno. Y que la única manera que tiene de sobrevivir es defenderse. Resulta, por desgracia, frecuente que cada nuevo presidente americano tenga ideas propias sobre cómo resolver el histórico conflicto, el más crucial del mundo, y por ello es fundamental que, para evitar aventuras que tan peligrosas podrían resultar para la única democracia de Oriente Medio, Israel explicite su posición y su esperanza, de modo que cada novato presidente americano lo vaya teniendo todo más claro. Bush hijo tardó algún tiempo en darse cuenta de que su primera política respecto al pueblo de Israel -que se basó en hacer caso omiso de la gravedad de la amenaza islamista- no era la que se esperaba del líder del mundo libre. Después del 11-S no tuvo más remedio que rectificar, y lo hizo con valentía.
La Administración Obama ha mostrado su indignación por la coincidencia del anuncio inmobiliario con la visita oficial de su vicepresidente. Especialmente los Clinton -Bill como ex presidente y Hillary como secretaria de Estado- le montaron al primer ministro Netanyahu un tremebundo escándalo telefónico. También le reprendieron en algunas declaraciones a los medios de comunicación. Israel cumplió con la formalidad de disculparse pero, acto seguido, un Netanyahu contundente, advirtió que su país continuará construyendo en Jerusalén oriental «como siempre». Y anteayer añadió que Jerusalén no es ningún asentamiento sino la capital de Israel.
En cualquier caso, Bill Clinton, que se dejó timar por Arafat en Camp David, no parece el más indicado para dar lecciones sobre Oriente Medio.
En la traumática transición entre las presidencias de Clinton y Bush, por aquel lío que hubo en el recuento electoral de Florida, el marido de Hillary estaba especialmente enfadado, y acusó a Bush y a los Bush de casi todo. Aun así, no se saltó el trámite de dejarle una carta a su sucesor, y esa carta contenía el único mensaje de que desconfiara de Arafat, puesto que no era la solución sino el problema.
Obama es de momento un blando en casi todo, y creyó que al ritmo de una balada pop podría mecer al mundo hasta dormirlo entre sus brazos. Lo del talante da para ganar unas elecciones en la era de la superficialidad, el McDonald’s y el desencanto, pero los grandes conflictos de la humanidad tienen raíces mucho más profundas y estas raíces permanecen. Cada desafío que tiene que afrontar Israel es un desafío histórico, decisivo. Es una pelota de partido.
Mientras el mundo árabe totalitario y terrorista que rodea a Israel no entre en razón y no acepte como valores indiscutibles la paz y la convivencia -y el Estado de Israel, que es tanto una realidad política como un valor absoluto- el pueblo elegido tiene todo el derecho del mundo a defenderse del modo que en cada momento le parezca más oportuno. Con tanques y con pisos, y con 2.000 años de historia reciente de los que ha aprendido que no puede confiar en nadie ni relajarse un solo minuto.
Salvador Sostres es escritor y periodista.
http://www.factual.es/opinion/columnas/2010/03/23/13159
Cortesia de Jaime Naifleisch
Reenvia: www.porisrael.org
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.