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| martes noviembre 19, 2024

Hemos Estado Hablándole a Irán Durante los Últimos 30 años


Las conversaciones de la administración Obama con Irán – previstas para tener lugar mañana en Ginebra – están acompañadas por una idea equivocada, aceptada casi universalmente: que las anteriores administraciones estadounidenses rehusaron negociar con los líderes iraníes. La verdad, como dijo el Secretario de Defensa Robert Gates el último octubre en la Universidad de Defensa Nacional, es que «desde 1979, todas las administraciones han tratado de estar en contacto con los iraníes, de una manera o de otra, y todas fracasaron.

Después de la caída del Shah en febrero de 1979, la administración Carter intentó establecer buenas relaciones con el régimen revolucionario. Les ofrecimos ayuda, armas y comprensión. Los iraníes exigieron que Estados Unidos honrara todos los acuerdos sobre armas con el Shah, que se mantuviera en silencio acerca de los abusos de los derechos humanos llevados a cabo por el nuevo régimen y que entregara a los «criminales» iraníes que estaban refugiados en Estados Unidos. Las conversaciones terminaron con la toma de la Embajada estadounidense en noviembre.

La administración Reagan – movida por el deseo de obtener la liberación de los rehenes estadounidenses – buscó, acertadamente, un modus vivendi con Irán durante la guerra Irán-Irak durante los ’80. Con ese fin, Estados Unidos le vendió armas a Irán y le proveyó inteligencia militar acerca de las fuerzas iraquíes. Funcionarios de alto nivel, como Robert McFarlane, se reunieron secretamente con representantes gubernamentales iraníes para discutir el futuro de las relaciones. Este esfuerzo terminó con el escándalo Irán-Contra que estalló a fines de 1986.

La administración Clinton levantó las sanciones que habían sido impuestas por los señores Carter y Reagan. Durante los ’90, iraníes (incluyendo el equipo nacional de lucha) ingresaron a USA por primera vez desde los ’70. USA fue también anfitrión de eventos culturales y descongeló cuentas bancarias iraníes. El Presidente Bill Clinton y la Secretaria de Estado Madeleine Albright se disculparon públicamente con Irán por supuestos pecados del pasado, incluyendo el derrocamiento del Primer Ministro Mohammed Mossadegh, por parte de la CIA y el Servicio de Inteligencia Británico, en agosto de 1953. Pero todo esto no condujo a nada cuando el Líder Supremo Ali Khamenei proclamó, en marzo de 1999, que nosotros éramos sus enemigos.

Más recientemente, la administración George W. Bush – invariable y falsamente descripta como totalmente mal dispuesta a hablar con los mullahs – negoció extensivamente con Teherán. Hubo señales de encuentros públicamente informados y, por lo menos una, muy secreta serie de negociaciones. Estas negociaciones raramente han sido publicadas en la prensa estadounidense, aunque son el tema de un documental de la BBC titulado «Irán y Occidente».

Ante la insistencia del Ministro de Relaciones Exteriores Británico Jack Straw, USA negoció extensivamente con Ali Larijani, entonces secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Irán. Para setiembre de 2006, aparentemente se había arribado a un acuerdo. La Secretaria de Estado Condoleezza Rice y Nicholas Burns, su principal asistente sobre Medio Oriente, volaron a Nueva York para esperar la prometida llegada de una delegación iraní, para la cual se habían emitido alrededor de 300 visas durante el fin de semana anterior. Se suponía que el Sr. Larijani anunciaría la suspensión del enriquecimiento nuclear iraní. A cambio, nosotros levantaríamos sanciones. Pero el Sr. Larijani y su delegación nunca llegaron, como lo informó el documental de la BBC.

Las negociaciones siempre estuvieron acompañadas con sanciones. Pero ninguna produjo algún cambio en la conducta iraní.

Hasta fines de 2006 – y a pesar de las apelaciones por apoyo internacional, especialmente por el Sr. Clinton – las sanciones fueron impuestas casi exclusivamente por USA. El Sr. Carter dictó una orden ejecutiva prohibiendo la venta a Teherán de cualquier cosa, excepto alimentos y suministros médicos. El Sr. Reagan prohibió, en octubre de 1987, la importación de, virtualmente, todas las mercaderías y servicios iraníes. El Sr. Clinton dictó una orden ejecutiva, en marzo de 1995, prohibiendo cualquier involucramiento estadounidense con el desarrollo petrolero. En mayo siguiente dictó una orden adicional haciendo más estrictas esas sanciones. Cinco años después, la Secretaria de Estado Albright alivió algunas de las sanciones permitiendo a los estadounidenses comprar e importar alfombras y algunos productos alimenticios, como frutas secas, nueces y caviar.

El Sr. Bush, en el otoño de 2006, sacó de la lista de embargos a los repuestos para aviones comerciales. Por otra parte, en 2008, revocó la autorización para las así llamadas transferencias vuelta en U, convirtiendo en ilegal para cualquier banco estadounidense procesar transacciones que involucraran a Irán – aún cuando bancos no iraníes estuvieran en ambas puntas.

A lo largo de este período, nuestros aliados abogaban por mayor diplomacia en lugar de sanciones. Pero, comenzando a fines de 2006, las Naciones Unidas empezaron a aprobar sanciones por su cuenta. En diciembre de ese año, el Consejo de Seguridad bloqueó la importación y exportación de «material y equipamiento nuclear sensible» y llamó a los estados miembros a congelar los activos de cualquiera involucrado con el programa nuclear de Irán.

En 2007, el Consejo de Seguridad prohibió todas las exportaciones de armas desde Irán, congeló los activos iraníes y restringió los viajes de cualquiera involucrado en el programa nuclear iraní. Al año siguiente pidió la investigación de los bancos iraníes y autorizó a los países miembros comenzar a registrar aviones y naves viniendo o yendo a Irán. Todo en vano.

Treinta años de negociaciones y sanciones han fracasado en el intento de terminar con el programa nuclear iraní y su guerra contra occidente. ¿Por qué alguien pensaría que ahora funcionarían? Un cambio en Irán requiere un cambio en el gobierno. El sentido común y una visión moral sugieren que deberíamos apoyar al valiente movimiento de oposición, cuyos líderes han prometido terminar con el apoyo al terrorismo y proveer total transparencia en relación al programa nuclear.

El Sr. Ledeen, un becario de la Fundación para la Defensa de las Democracias, es el autor, más recientemente, de «Cómplice del Mal: Irán y la Guerra contra Occidente», a salir el próximo mes por St. Martin’s Press.

Traducción para porisrael.org : José Blumenfeld

 
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