Mientras que el 25 de diciembre, aproximadamente 70.000 peregrinos y turistas procedentes de diferentes países acompañaron a las 2.500 personas que conforman la minoría cristiana de Belén, para celebrar la festiva jornada de Navidad en un marco de paz y esperanza, en una decisión que evidencia crudamente la intolerancia hacia otros credos que rige en muchos países islámicos, los cristianos de Irak, en virtud que su festividad coincidía con la Ashura, un día de duelo chiíta, optaron por no festejar Nochebuena, por miedo a las represalias de los musulmanes.
Prueba irrefutable de ello, es que el obispo católico caldeo Imad Al Banna, por claudicación o realismo, pidió a todos los cristianos en Basora que no participaran en una celebración pública de la Navidad, tener invitados o exteriorizar cualquier alegría en ese día, como señal de respeto a los islamistas chiítas. Unos tres millones de fieles se congregaron en la ciudad de Berkala, situada a 110 kilómetros de Bagdad, para conmemorar la muerte de Hussein, nieto de de Mahoma, hijo de Alí, en el año 680 por las tropas del califa omeya Yazid en la batalla de Kerbala, en un conflicto por el liderazgo de los musulmanes, 48 años después del deceso del fundador del Islam. Según la tradición, los feligreses se flagelan en signo de arrepentimiento por no haber ayudado a su imán.
Peregrinos del mundo entero visitan Irak cada año para participar del Ashura. En esta ocasión 105.000 extranjeros viajaron desde Pakistán, los países del Golfo, Irán, Canadá y Tanzania. En diez días de ceremonias que culminaron el último domingo, unas seis millones de personas en total visitaron la ciudad santa según afirmó a AFP, el vicegobernador de la provincia de Kerbala, Nassif Jassem.
A diferencia de las demás religiones, que especialmente en sus festividades sacras, transmiten un mensaje de bondad y amor, el Islam, cada vez más cooptado por los fundamentalistas radicales, manifiesta su aspecto fanático y violento. El empleo del terrorismo, usado regularmente contra Occidente y los infieles, también se canaliza en disputas fratricidas. Según las autoridades de Irak, para prevenir atentados suicidas como los que cometieron mujeres en el pasado, desplegaron en los tres accesos de la ciudad 600 elementos femeninos de los servicios de seguridad para cacheos.
En marzo de 2004, durante el Ashura, atentados casi simultáneos mataron a unas 170 personas e hirieron a 465 en una mezquita chiita de Bagdad y en Kerbala. El pasado domingo, la violencia se abatió sobre el norte de Irak, en la localidad de Tuz Jurmatu a 175 kilómetros al norte de Bagdad. Cinco peregrinos chiítas murieron y 27 resultaron heridos en un atentado con bomba contra una procesión. Desde el martes anterior, 32 personas murieron y 164 resultaron heridas en ataques contra cortejos de preparación del Ashura. Otra bomba estalló el jueves en la ciudad vieja de Kerbala, dejando un muerto y 20 heridos.
El 10 de diciembre de 2008, en coincidencia con el Día de los Derechos Humanos, La Asociación para la Educación Mundial y la Unión Mundial para el Judaísmo Progresista (AWE y WUPJ en sus respectivas siglas en inglés) hizo un llamamiento urgente al Alto Comisionado de las Naciones Unidas, Navi Pillay, con copia a tres Relatores Especiales de la ONU y otras dos autoridades del mismo organismo, interiorizándolos de la trágica situación de las antigua comunidad cristiana de Irak y poniendo a disposición reportes referidos al terror que reina sobre sus creyentes. El mencionado informe llamó la atención sobre el rápido deterioro de la situación de derechos humanos en la zona de Mosul, donde la mitad de los cerca de 25.000 cristianos habían huido después de una campaña de terror y ataques dirigidos contra ellos en septiembre-octubre de 2008. Aunque algunos han regresado, la situación ha empeorado en general para las minorías cristianas. Hasta el día de hoy no se obtuvo respuesta y la situación allí, se ha agravado considerablemente. Un comunicado de prensa emitido por Christian Solidarity International (CSI), en vísperas de la última Navidad, señala que en diciembre de 2009, cinco bombas en Bagdad mataron a 123 personas e hirieron a otras 500, mientras que tres explosiones de bombas dañaron iglesias y mataron a seis personas en Mosul. Desde el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein en 2003, más de 500 cristianos, incluidos obispos y sacerdotes, han sido asesinados y 59 iglesias bombardeadas. Estos actos de terror, junto con los secuestros, amenazas de muerte, jizya, extorsiones a los dhimmi, (el nombre con que se llama a los cristianos y judíos considerados inferiores en los países árabes) han llevado a casi la mitad de un millón de cristianos de Irak a huir del país y buscar refugio en el extranjero. Muchos de los que permanecen en Irak son desplazados internos. Esta Navidad, muchas iglesias iraquíes otra vez estuvieron vacías y abandonadas. La asistencia a la iglesia conlleva el riesgo de perder la vida. La imposibilidad de los fieles para celebrar la Navidad sin miedo, el terror a la Jihad, refleja la crisis de supervivencia que enfrenta, en Irak, la antigua comunidad cristiana.
Rubén Kaplan
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