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| martes diciembre 10, 2024

Blasfemia y Justicia en Pakistán


En un fallo inverosímil, que denota la peculiar justicia que impera en Pakistán, el país islámico que posee la bomba atómica, un representante de tribunal del distrito de Kasur, Punjab, el juez Ajmal Hussein, condenó a una pareja cristiana, Munir Masih y Ruqqiya Bibi, a cumplir una condena de 25 años de prisión, por haber tocado el Corán, sin higienizarse las manos. La sentencia fue confirmada por el Centro Para la Asistencia Letrada y Liquidación (CLAAS), una asociación que lucha por los derechos de los pobres y marginados, que dijo que la pareja fue acusada de «contaminar» el Corán, cuando lo tocaba, «sin haberse lavado las manos». Según afirma Fareed Khan de la Agencia Fides en Islamabad, Munir y Ruqqiya habían sido liberados bajo fianza en enero pasado, pero fueron inmediatamente detenidos después que el juez falló en contra de ellos. El marido fue encerrado en la cárcel de distrito de Kasur, y la mujer fue enviada a la cárcel de mujeres en Multan. Ambos han empezado a cumplir 25 años tras las rejas. De acuerdo a trascendidos, fundamentalistas musulmanes pagaron sobornos, conociendo la predisposición a la molicie de policías corruptos, para que fabricasen pruebas que incriminasen al matrimonio cristiano. De ese modo, como corolario de la «investigación», los imputados, fueron acusados de blasfemia y condenados a la desmesurada pena. Conforme a las secciones 295 B y 205-C del Código Penal de Pakistán, cualquier persona que profana el Corán o el nombre del profeta Mahoma es castigado con la muerte o la cadena perpetua. Implementadas en 1986 por el entonces dictador general Zia-ul-Haq, para atraer a la facción fundamentalista del país, las leyes de blasfemia se han convertido en una herramienta para perseguir a las minorías religiosas. Casi un millar de personas han sido acusadas hasta ahora en virtud de la ley, y cientos de personas se han convertido en sus víctimas. En los últimos dos meses, hubo dos condenas más contra los cristianos en Pakistán. El 11 de enero, un tribunal condenó en Faisalabad a Imran Masih, un cristiano de 26 años, a cadena perpetua por insultar y profanar el Corán. Fue acusado de la quema deliberada de versos del Corán y un libro en árabe con el fin «de fomentar el odio entre religiones y herir los sentimientos de los musulmanes».

El 25 de febrero, un tribunal condenó en Karachi a Qamar David, también cristiano, a cadena perpetua por herir los sentimientos religiosos de los musulmanes cuando envió un mensaje de texto blasfemo.

Según los datos recopilados por la Iglesia Católica Nacional de la Comisión de Justicia y Paz (NCJP), al menos 964 personas han sido acusadas de profanar el Corán o el nombre del profeta Mahoma, entre 1986 y este año, incluyendo 479 musulmanes, 119 cristianos, 340 ahmadíes, 14 hindúes y 10 de otras religiones. Desde su creación, la ley se ha utilizado como pretexto para los ataques, venganzas personales y los asesinatos extra-judiciales: Treinta y tres fueron cometidos a manos de individuos o turbas enfurecidas.

Desde 2001, al menos 50 cristianos han sido asesinados después de ser acusados de blasfemia, afirmó la NCJP .La lista de víctimas de los extremistas musulmanes también incluye a miembros de otras minorías religiosas, así como islamistas disidentes. La comunidad Ahmadi-un grupo musulmán que no considera a Mahoma como el último profeta y, por tanto considerado herético por los sunitas y los chiítas, ha lamentado la pérdida de al menos 12 de sus miembros este año. Desde 1984, 107 ahmadíes han sido asesinados y 719 detenidos. Los cargos contra presuntos blasfemos, en casi todos los casos sin sustento, se han incrementado dramáticamente, respondiendo a intereses malintencionados, que culminan cuando turbas enfurecidas salen a buscar justicia por su cuenta. Incluso si alguien es arrestado por un solo testigo, el sospechoso podría ser desafortunada víctima de la tortura policial y la violencia. En muchos casos, bajo la presión de las multitudes agitadas por los mulláhs locales, los jueces han impuesto penas de muerte sin una sola prueba contra los acusados. Junto con las ordenanzas Hudood-Corán inspiradas en las reglas que imponen la flagelación y la lapidación de las acciones consideradas incompatibles con la ley islámica como el adulterio, el juego y el consumo de alcohol, las leyes de blasfemia son un ejemplo de una legislación sectaria y fundamentalista extrema. Con el tiempo, han contribuido a la islamización radical del país. Éstos son algunos ejemplos de personas que murieron a causa de las leyes de blasfemia de Pakistán:

En julio de 2009, Rao, Zafar Iqbal, Un activista hindú de Pakistán y abogado de derechos humanos, recibió amenazas de muerte por su acción en defensa de las minorías. Una carta de amenaza provino de Jan Nisaran-e-Nabuwat y Aqeeda-e-Tahafuz-e-Kathme Nabuwat. El activista presentó una denuncia ante la policía, sin embargo, ésta se negó a atender su petición. Poco después, fue asesinado a balazos. Posteriormente, el 4 de agosto, un anuncio en el Daily Pavel justificaba el asesinato de Rao Zafar como «legítimo», porque su muerte fue «un servicio al Islam».

Un agente de policía mató a Samuel Masih en 2004 en un hospital de Lahore. Samuel Masih había sido acusado el 23 de agosto de 2003, sobre la base del artículo 295 del Código Penal de Pakistán, por un delito punible con hasta dos años de prisión. Según la acusación, habría manchado la pared de una mezquita. Masih, que había estado sufriendo de tuberculosis, fue ingresado en el hospital el 21 de mayo de 2004. Al día siguiente, Fara Ali, el agente de policía encargado de su seguridad, le golpeó en la cabeza con un cincel. Samuel Masih murió el 28 de mayo de 2008 en el Hospital General de Lahore.

Además de los individuos, comunidades e iglesias cristianas, se han convertido en las víctimas de la violencia que a menudo sigue a las acusaciones de blasfemia.

El 30 de julio de este año, una turba de 3.000 musulmanes atacó la aldea de Koriyan y la incendiaron por un supuesto caso de blasfemia.

El 1 de agosto, un grupo de extremistas musulmanes atacó la aldea de Gojra, donde mató a siete personas, incluidas mujeres y niños, que fueron quemados vivos.

La historia de las últimas décadas en Pakistán ha sido testigo de muchas iglesias y pueblos cristianos atacados por falsas acusaciones de blasfemia: Kasur (junio de 2009), Tiasar (Karachi, abril de 2009), Sangla Hill (2005) y Shantinagar (1997).

El 6 de mayo de 1998, en la puerta del Tribunal de Justicia de Sahiwal, Monseñor Jhon Joseph de 65 años, obispo de Faisalabad, puso fin a su vida descerrajándose un balazo, horas después de haber visitado a Ayub Masih, un paquistaní cristiano condenado a muerte por blasfemia.

http://www.rkpress.com.ar/

Reenvia: www.porisrael.org

 
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