Yoav J. Tenembaum
Globalpolitician.com
01/06/2011
Este 7 de junio, hace treinta años, la Fuerza Aérea de Israel realizó un ataque sorpresa contra el reactor nuclear iraquí Osiraq. El reactor fue destruido por completo. Los pilotos israelíes regresaron a casa a salvo. Fue una operación militar con consecuencias a largo plazo para toda la región.
Pocos ataques militares, en el siglo XX, han sido tan audaces y tan exitosos, militarmente, y tan criticados, diplomáticamente.
Si Israel no hubiera destruido el reactor nuclear de Osiraq, probablemente la crisis por la invasión de Kuwait por parte de Irak, en agosto de 1990, se habría visto muy diferente de lo que realmente se vio.
No sería demasiado descabellado suponer que, si Saddam Hussein hubiera poseído armas nucleares, ni la primera ni la segunda guerra del Golfo habrían tenido lugar. Atacar a un Irak nuclear habría parecido un desafío insuperable, teniendo en cuenta la naturaleza de su liderazgo provocativo e inestable.
Después de todo, ¿Qué país totalitario, poseyendo armas nucleares, ha sido, alguna vez, atacado por Estados Unidos y sus aliados?
Saddam Hussein no habría tenido necesidad de recurrir a una amenaza explícita de un ataque nuclear, para disuadir a Estados Unidos y a sus aliados. El mero conocimiento, o la presunción, incluso, de que Irak poseía armas nucleares, habrían sido suficientes para determinar los límites de la política de EE.UU. hacia Irak. Lo mismo se aplica, doblemente, a los países de la región.
Por lo tanto, el ataque de Israel contra el reactor nuclear de Osiraq tuvo consecuencias a largo plazo y de largo alcance, que fueron más allá del ámbito de la enemistad entre Israel e Irak.
La decisión del gobierno israelí de llevar a cabo el ataque, fue tomada después de siete años de manifiestos y encubiertos esfuerzos, que no lograron convencer a Saddam Hussein de que abandonara su proyecto nuclear.
El gobierno francés, que le había facilitado el reactor nuclear a Irak, no creía que la planta podría ser utilizada para producir armas nucleares. Por lo tanto, no estaba dispuesto a detener el proyecto. Los esfuerzos diplomáticos, por lo tanto, no habían llevado a ninguna parte.
Este fue un punto de controversia entre el entonces primer ministro de Israel, líder del Likud, Menahem Begin, y el líder de la oposición laborista, Shimon Peres, quien creía que más esfuerzos diplomáticos con Francia podrían haber producido el mismo resultado que, en última instancia, se logró con el ataque militar.
Lo que es interesante señalar es que, aún durante la primera Guerra del Golfo, Peres seguía insistiendo en que tuvo razón en la defensa de la vía diplomática. Cabe destacar que Peres creía que el entonces recién electo presidente de Francia, el socialista Francois Mitterrand, habría sido más susceptible a los argumentos israelíes.
Ciertamente, Mitterand era conocido por estar más positivamente dispuesto hacia Israel de lo que sus predecesores habían estado. Sin embargo, no hay pruebas que indiquen que habría estado dispuesto a actuar de forma diferente.
Lo más importante es que el tiempo se agotaba. Se esperaba que el reactor estuviera activo dentro de unos meses, como máximo. Un ataque militar contra un reactor nuclear activo podría haber producido un desastre nuclear. Begin dijo, más tarde, que nunca habría permitido un ataque contra un reactor nuclear activo, teniendo en cuenta las terribles consecuencias que se podrían haber derivado.
Aunque convencido de que un ataque militar era necesario, Begin condujo un proceso abierto de toma de decisiones, que permitió que, los integrantes de los establisment político y de defensa de Israel que se oponían a esa opción, pudieran expresar libremente sus opiniones.
Begin tuvo que enfrentar el dilema de un hombre de estado que tiene que tomar una decisión que amenaza la vida y que implica la posibilidad del fracaso y la certeza de la crítica en todo el mundo, cualquiera que fuese el resultado de su decisión. Begin tenía una alternativa. Decidió descartarla.
Sólo la convicción interna de Begin, sobre el imperativo moral y la pragmática necesidad de la propuesta operación militar, podría haberle ayudado a superar ese dilema.
Begin tomó dos importantes y estratégicas decisiones durante su primer mandato como primer ministro: firmar un acuerdo de paz con Egipto, a pesar de los compromisos de largo alcance que esto implicaba, y conducir una operación militar destinada a destruir el reactor nuclear de Irak.
Estas dos decisiones tuvieron consecuencias a largo plazo, no sólo para Israel sino para toda la región.
Lo que estas dos decisiones tenían en común era la visión estratégica detrás de ellas: el acuerdo de paz con la nación árabe más poderosa tenía por objeto alterar las ecuaciones, militar y diplomática, previamente existentes en Medio Oriente; el ataque contra el reactor nuclear de Irak tenía por objeto evitar un cambio drástico de esa nueva ecuación.
Yoav Tenenbaum es profesor de postgrado en el Programa de Diplomacia (Departamento de Ciencias Políticas) de la Universidad de Tel Aviv. Cursó su doctorado en Historia Moderna en la Universidad de Oxford (St. Antony’s College) y su maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge (St. Edmund’s). Cursó su licenciatura en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Sus artículos han sido publicados en diversos periódicos, revistas y publicaciones académicas, entre ellas, American Diplomacy, Foreign Service Journal, History and Policy, History News Network, Miami Herald, Jerusalem Post, Haaretz y muchas otras publicaciones en inglés y español. Ha vivido en varios países, entre ellos Argentina, Estados Unidos (Nueva York), Gran Bretaña e Israel.
http://www.globalpolitician.com/26906-osiraq-iraq-israel-nuclear-reactor
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Gracias a Israel por la valentia que tuvo hace 30 años,eL destruir el REACTOR OSIRAQ en Irak. Los seres humanos han sido siempre envidiosos,desacreditadores,muy cobardes y sobre todo miedo a la muerte.Nunca han reacionado,sólo verbalmente,han intentado en formar grupos para hacer daño,para que vean que son valientes,simplemente actores y baratos.Hemos tenido pruebas recientes de personas con sus barquitos,muchos de ellos son suficientemente conocidos en su vida privada, que dan pena.Israel es un pueblo más del planeta,pero quiere algo muy importante, respeto a su pueblo y si puede ayudar a otros lo hace sin reparo.Muchas naciones deberian ser como ellos,pero por desgracia hay muy pocos.SHALOM