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| viernes marzo 29, 2024

Su “Naksa” permitió a Israel seguir viviendo


Ana Jerozolimski

Semanario Hebreo. Uruguay

naska-palestineDado que casi todo lo que involucra a refugiados palestinos despierta automáticamente la compasión internacional, nos parece oportuno hacer un poco de memoria y recordar al mundo el trasfondo del así llamado “día de la Naksa”, que centenares de palestinos de Siria señalaron este domingo agolpándose en la frontera con Israel, intentando violarla e irrumpir a territorio israelí, jornada que terminó con muertos y heridos.

“Naksa”, que significa derrota , es el término con el que se hace referencia al  fracaso militar en la guerra de los Seis Días que estalló el 5 de junio de 1967.Pero lo clave no es la traducción del término en sí, sino la memoria histórica: fracasaron en sus intentos de destruir a Israel. Habían proclamado una “guerra de exterminio” y fracasaron. Su “Naksa”, es sinónimo de la existencia de Israel a pesar de los planes árabes.

Y el hecho que sea imperioso hallar una solución negociada al problema de los territorios en los que los palestinos exigen construir su Estado independiente, no puede hacer olvidar cómo es que esos territorios llegaron a manos de Israel. Fue en aquella guerra  que Israel ocupó la margen Occidental del Jordán (Cisjordania) y la Franja de Gaza. Fue al repeler los ataques  en los frentes jordano y egipcio respectivamente, que Israel llegó a esos sitios. Sin la  Guerra de los Seis Días, esas zonas seguirían hoy bajo el control de sus anteriores ocupantes: Jordania y Egipto. Y la Guerra de los Seis Días, no la buscó Israel.

El que Israel haya disparado técnicamente el primer tiro, no significa que fue quien comenzó la guerra. Al atacar en tierra a la Fuerza Aérea de Egipto para neutralizarla, el 5 de junio de 1967, Israel se estaba defendiendo de lo que comprendió estaba por estallar. Las provocaciones y evidentes intenciones bélicas árabes habían ido quedando en claro ya desde bastante antes.

El Pacto de Defensa entre Siria y Egipto suscripto en 1966 no vaticinaba nada bueno. Pero era sólo el preámbulo de una situación de continua y creciente tensión, otros de cuyos elementos claves fueron la expulsión el 19 de mayo de 1967 de las tropas de las Naciones Unidas en el Sinaí (UNEF- United Nations Emergency Force) que habían  sido emplazadas allí tras la guerra de 1956 , el cierre de los estrechos de Tirán a la navegación israelí el 22 de mayo (a pesar de que Israel ya había advertido que eso sería “casus belli”) y la concentración de tropas egipcias en el Sinaí. Más de la mitad de los soldados egipcios -100.000 de sus 160.000 efectivos-fueron enviados a la península lindante con Israel, y casi todo el ejército sirio con sus 75.000 soldados estaba apostado en la frontera norte de Israel.

Las declaraciones enardecidas de Gamal Abdel Nasser no agregaban tranquilidad a nadie.

Jordania dudó, pero finalmente decidió atacar a Israel. 

La promesa israelí que no le sucedería nada si no interviene en los ataques, pudo menos que las mentiras del Presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser que aseguraba al Rey Hussein que se hallaba en camino a una victoria decisiva “ante los sionistas”.

A pesar de que Jordania quedó en la memoria colectiva como quien fue casi empujada por Nasser a la guerra, el hecho es que sus planes al prepararse para atacar a Israel  no tenían como intención por cierto entablar relaciones de buena vecindad.

En diferentes documentos capturados durante los combates por Israel,  quedó claro que a las tropas jordanas se había dado la orden de intentar capturar las ciudades de Lod y Ramle y distintas localidades en la zona conocida como “el corredor de Jerusalem”, una franja conducente a la capital israelí. Especial atención se dio a Motza, ubicada a tan solo 5-7 minutos de la entrada principal actual a Jerusalem. Así decía la instrucción dada  a la Brigada 27 de Infantería de la Legión Arabe (el ejército jordano): “ La brigada comenzará su infiltración a Motza durante la noche, la destruirá hasta los cimientos y no dejará remanentes y ni un refugiado de entre sus 800 residentes”.

Tres días antes del estallido de la guerra, el Comandante de  sus tropas en la Margen Occidental del Jordan (que, como ya recordamos, estaba en manos árabes, jordanas, no de Israel) , se reunió con dignatarios de las comunidades locales en Ramallah para pedir ayuda durante la guerra que estaba por comenzar, y les aseguró que “en tres días estaremos en Tel Aviv”.

A pesar de las advertencias israelíes, el 5 de junio el ejército jordano comenzó a cañonear  a la parte de Jerusalem bajo gobierno israelí, así como también las ciudades de Netanya y Kfar Saba, además de varios suburbios de Tel Aviv. Atacó, entre otros, los puntos más cercanos a su frontera, aquellos que quedan separados de la línea del 67 por tan solo 15 kms. Es lo que se llama “la angosta cintura de Israel”.

En el gabinete israelí, que en el interín ya había sido conformado como “gobierno de unidad nacional”, hubo propuestas de tomar la oportunidad que daba la necesidad de responder a Jordania, para conquistar  la Ciudad Vieja de Jerusalem.  Pero ni siquiera ahí la decisión fue automática. La orden de acción militar que llegue a la Ciudad Vieja  fue implementada recién cuando Jordania dejó en claro que quería avanzar en Jerusalem occidental.

Jordania perdió así  los territorios en los que ya entonces vivían palestinos que hasta ese momento no pedían un Estado independiente y a los que Jordania tampoco se los había ofrecido cuando  los ocupó entre 1948 y 1967, así como Egipto tampoco lo hizo con la Franja de Gaza.

La victoria militar israelí y por ende la “naksa” árabe, fueron fulminantes. La explicación no puede radicar solamente en lo técnico .La motivación de fondo fue clave.

A eso se refirió el entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Itzjak Rabin, que años después se convirtió en Primer Ministro, al hablar de la motivación de las tropas.: “…todos ellos mostraron no sólo firmeza y coraje en la batalla sino también comprensión de que únicamente lidiando personalmente con los mayores peligros lograrían la victoria para su país y sus familias….y que si no alcanzaban esa victoria…la alternativa era aniquilación”.

Este fue el trasfondo del nacimiento del concepto “territorios ocupados” , que Israel conquistó cuando intentó defenderse.

En parte de los territorios conquistados en aquella guerra de autodefensa, deberá erigirse un Estado palestino independiente. Dicho sea de paso, cabe recordar que la Franja de Gaza hace ya casi seis años que no está bajo control de Israel.  Para que  se concrete la creación del Estado independiente  y para que ese Estado sea símbolo de un nuevo comienzo, de una vida mejor, es necesario que no sólo los gobernantes de Israel sino también de los árabes, actúen con sabiduría. El mundo debe saber exigirlo a ambos.

Quisiéramos ver al Premier israelí Benjamín Netanyahu anunciando dramáticamente su visión de paz ante el mundo todo, no sólo aclarando los “no”, sino también a qué sí está dispuesto .Tiene que hallar la forma de que la iniciativa diplomática pase a sus manos  en lugar de dejar la impresión de que rechaza ofertas de otros porque no les tiene confianza.

Si a pesar de que el Presidente palestino Mahmud Abbas se acaba de aliar con terroristas opuestos a la existencia misma de Israel, existe la percepción de que gran parte del problema radica en la falta de iniciativa y las condiciones de Netanyahu, pues hay algo que el Premier israelí no está haciendo bien.

Hoy, debe hallarse una solución. Todo indica que no será en las líneas del 67 y que será necesario hacer cambios en las mismas. Difícilmente puede exigirse a Israel olvidar en qué situación fue colocado cuando desde esas fronteras se le atacó en tres frentes y se le vaticinó destrucción.

Difusion: www.porisrael.org

 
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