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| domingo diciembre 22, 2024

Una voz en el desierto


Alberto Mazor

dagan123_250_200Las públicas advertencias hechas por Meir Dagán acerca de que el primer ministro Binyamín Netanyahu está conduciendo a Israel hacia una tragedia hacen que el ex jefe del Mossad asuma un rol huérfano desde hace tiempo en la democracia israelí: Jefe de la oposición.

 
Después de dos años de haber ejercido un control total sobre el mensaje político en todo lo relacionado al conflicto con Irán, las negociaciones con los palestinos o Jerusalén, Bibi finalmente se ha encontrado con alguien que está dispuesto a mantenerse firme y alertar abiertamente a la población sobre los riesgos que entraña un liderazgo «carente de visión y responsabilidad».

Las expresiones de Dagán, que formaron parte de su discurso pronunciado en la Universidad de Tel Aviv, pueden resumirse en una sola frase: “moderación militar e iniciativa política». Según su perspectiva, Israel no debe atacar a Irán y es necesario que acepte la iniciativa saudita de paz. Un mensaje simple que todos los israelíes podemos entender.

Dagán posee ciertas ventajas para ingresar en el mundo de la política contemporánea. Él constituye un nuevo producto en esa estantería que todavía no se ha utilizado y goza de aquella gloria en materia de seguridad que se desprende de su figura de mítico exterminador del Mossad. A los 66 años, con su gran experiencia militar y de inteligencia, nos recuerda a Ariel Sharón, el líder más admirado de la generación pasada.

Sin embargo, Dagán no posee experiencia política y, como en el caso del ex Jefe del Estado Mayor, Gabi Ashkenazi, está obligado por ley a abstenerse de participar en cargos de elección popular durante tres años después de dejar su puesto anterior.

Puede que Netanyahu sea un político problemático, pero también está demostrando ser contundente. Apenas identificó a Dagán como a un posible enemigo político, lanzó una campaña para acabar con él, afirmando que el ex jefe del Mossad no hace sino hablar demasiado, lo cual socava la seguridad del Estado. Al parecer, cualquiera que se oponga a Bibi, incluso quien era hasta hace un mes atrás su hombre de confianza, pone en peligro a Israel aunque haya contribuido 48 años a luchar por su defensa en los cargos más selectos. Difícil de creer.

En el futuro, si Dagán continúa desacreditando a Netanyahu, es muy probable que el primer ministro intensifique la presión por medio de afirmaciones radicales que hagan quedar al ex jefe del Mossad como un perfecto incompetente o, lo que es peor aún, como un mentiroso.

Pero si Dagán soporta tales arremetidas y prosigue con su intención de convertirse en una voz en el desierto, podría llegar a ser un líder adecuado para una alternativa política. Su mentor, Sharón, supo resistir no pocos ataques de mayor virulencia, y no se rindió.

Ahora es Dagán quien está sometido a esa prueba.

 

 
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