El plan preconcebido
Los palestinos lo planearon con anticipación. No fue una idea revolucionaria que de repente afloró en la mente de los dirigentes; no fue una reacción contra la supuesta falta de predisposición israelí a proseguir con las tratativas de paz; no es el grito del hartazgo que insinúa el Primer Ministro de la Autoridad Palestina Salam Fayyad tras el predecible fracaso de la reinauguración en 2010 de las conversaciones que se habían interrumpido por la Operación Plomo Fundido. El futuro Estado palestino nacido de una declaración unilateral es un plan preconcebido por la Autoridad Palestina que irremediablemente iba a ser puesto en marcha, sin importar los progresos realistas que pudieran constatarse en mesas de negociación y conferencias internacionales con participación conjunta de Israel.
2010 no fue el año en que la estrategia se urdió. En ese año empezó la campaña de una manera más ruidosa por parte de los palestinos para la obtención de un Estado sin tener que negociar con Israel. Entre los primeros en manifestar su agrado ante la iniciativa, que excluía a quien debía ser el socio en un acuerdo serio, estuvieron naciones latinoamericanas. Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba y Chile, se sumaron a Venezuela y Nicaragua, prestando su reconocimiento al Estado palestino, sin que la creación de este surgiera de un acuerdo negociado. Un episodio tan lamentable como vergonzoso, que no podía más que reforzar la intransigencia palestina en sus posiciones respecto del conflicto con Israel. Los líderes de las naciones latinoamericanas alegaban en sus discursos que sus medidas favorecían a la paz y aceleraban su llegada, pero no solo constituían una contradicción con el principio de un tratado de paz con participación de todas las partes en cuestión precedentemente defendido en otras alocuciones, sino dar la espalda a Israel, el verdadero agredido en esta contienda y el que pagaba el precio del abandono latinoamericano a la justicia de su causa.
Mala memoria de los medios de comunicación
La cobertura mediática se encargó de enmarcar esta determinación palestina en un contexto de frustración ante la negativa israelí a un nuevo congelamiento en la construcción de asentamientos en Judea y Samaria (sin dar mucho crédito al histórico congelamiento que sí se llevó a cabo por parte del predispuesto Israel); un supuesto «extremismo» del Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu de querer boicotear cualquier esfuerzo de paz a través de sus políticas; y por supuesto a la gran y taquillera mentira, asquerosa a más no poder por cierto, del apartheid israelí que ahoga cualquier esperanza palestina de lograr la independencia y soberanía. Grosso error, ya que la idea de la declaración unilateral del Estado palestino precede a la exigencia palestina del congelamiento de la construcción de asentamientos con anuencia para esto último de Estados Unidos; el Primer Ministro de Israel reiteró una y otra vez en sus discursos su disposición a negociar con los palestinos sin condiciones previas y a intentar lograr un acuerdo histórico para la región; y el apartheid no existe más que en la torpe y malintencionada mentalidad de periodistas, burócratas y militantes judeofóbicos. Paradójicamente, muchos de los medios que atribuían la iniciativa intransigente palestina de
Una sencilla búsqueda
Utilizando la maravillosa herramienta que es Google (es decir, un buscador popular al alcance de cualquier usuario de internet), se pueden hallar noticias respecto del plan palestino, sin necesidad de mucho esfuerzo (tomarse el trabajo de investigar libros, revolver bibliotecas, consultar papers y demás métodos de intelectuales a los que no recurren los representantes de la vagancia judeofóbica por ser la acusación automática contra Israel la opción más simple y rápida). Con esto para nada se pretende minimizar la información circulante en la red (por el contrario, se festeja su amplia disponibilidad), ni la tarea de quienes investigan por internet (de hecho, yo lo hago constantemente), sino que se pretende subrayar la sencillez con la que pueden hallarse los rastros del proyecto palestino del Estado declarado de manera unilateral. Crítica Digital publicó el 25 de agosto de 2009: «El gobierno autónomo palestino planea crear un Estado de facto en los próximos dos años ante el repetido fracaso de las negociaciones con Israel, según anunció este martes el primer ministro palestino, Salam Fayyad. (…) Sostuvo que fueron estériles los 16 años que siguieron a los acuerdos de Oslo, entre Israel y la Organización para la Liberación Palestina (OLP), y que por eso los palestinos ahora decidieron tomar el control de su futuro. «El gobierno palestino lucha con determinación contra un régimen de ocupación hostil (…) con el fin de establecer un estado de facto dentro de los próximos dos años», manifestó en conferencia de prensa en Ramallah, Cisjordania, y llamó a los palestinos -divididos desde que Hamas conquistó la Franja de Gaza, el territorio más pequeño de los dos del proyectado Estado- a cerrar filas tras el plan. El proyecto incluiría la conjunción de las fuerzas de seguridad y el desarrollo de una economía próspera y sustentable. (…) «Decidimos ser activos, acelerar el fin de la ocupación israelí trabajando duro para construir hechos positivos en el terreno, haciendo surgir nuestro Estado como un hecho que no pueda ser ignorado. Esta es nuestra agenda, que seguiremos con determinación», subrayó Fayyad» (1). El medio digital Público.es apuntó el mismo día: «El primer ministro palestino, Salam Fayyad, presentó hoy un plan para crear un estado palestino en 2011, aunque éste tenga que ser declarado de forma unilateral y no sea resultado de negociaciones de paz con Israel. «Tenemos que tomar la iniciativa. Sabemos lo que tenemos que hacer y debemos ser capaces de crear nuestro Estado porque Israel nunca tomará la iniciativa por nosotros», dijo Fayyad en una rueda de prensa en la ciudad cisjordana de Ramallah. Los palestinos tendrán que «trabajar duro para lograr este sueño» y «conseguir todo el apoyo posible» tanto local, como regional e internacional, añadió. «Nuestro proyecto nacional es un proyecto de liberación», dijo Fayyad, que señaló que los palestinos «no necesitan esperar a una postura israelí al respecto» puesto que «ellos son la potencia ocupante». Para el primer ministro palestino, los pasos a seguir en este momento son tomar la iniciativa, elegir el mejor momento y, mientras tanto, crear «hechos sobre el terreno» que faciliten el nacimiento del Estado palestino. «Tenemos que dedicar los próximos dos años a construir un Estado» (…)» (2). Esta misma noticia difundida por EFE se puede leer en La Vanguardia, donde también figura, al igual que en el anterior medio digital mencionado, lo siguiente: «El documento presentado por Fayyad hace énfasis en la necesidad del desarrollo económico de los territorios palestinos y presenta propuestas como la construcción y mejora de infraestructuras, incluida la creación de un aeropuerto en Cisjordania que cumpla con los estándares internacionales. «Necesitamos mucho dinero para inversión y desarrollo y trabajaremos para conseguirlo», dijo Fayyad» (3). Por su parte, también ese 25 de agosto, el Corresponsal Israel Palestina escribió: «»Palestina, fin de la conquista y fundación del estado». Ese es el titular de un documento de sesenta páginas presentado este martes en Ramallah por el Primer Ministro del Gobierno Autónomo Palestino, Salam Fayyad y en el cual describe el plan de trabajo para los próximos dos años. El documento está destinado a preparar el terreno para la creación de facto de un Estado, aún si no concluye la conquista israelí en la Ribera Occidental para entonces. En el mismo se establecen los objetivos nacionales y los principios políticos del nuevo Estado y se sientan las bases para la creación de las dependencias de gobierno, la bolsa de valores, una economía libre, el sistema educacional, un aeropuerto internacional en el valle del Río Jordán y mucho más» (4). Nadie puede argumentar que no estaba informado de la intención palestina, ni mucho menos atribuirla a los sucesos transcurridos durante 2010.
Campaña de traición, aliados y adherentes
La campaña de flagrante traición de la Autoridad Palestina a Israel (que se suma a una lista mucho más poblada de decepciones e incumplimientos de lo pactado con el Estado Judío), apunta a obtener legitimidad de los gobiernos de distintos países para una virtual declaración unilateral del Estado palestino, así en septiembre de 2011 en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, éste sea reconocido internacionalmente por el organismo que nuclea a los líderes mundiales; todo llevado adelante bajo su creencia de que el aval de la ONU (que siempre se muestra dispuesta a perjudicar a Israel) sea irreversible para el Estado Judío. La propia ONU también se manifestó sobre el tema, y al respecto escribió Rubén Kaplan en Guysen Internacional News: «Corroborando la tradicional posición favorable de la ONU a los intereses árabes y contraria a los israelíes, Robert H. Serry, el diplomático holandés, nacido en 1950 en Calcuta, que ostenta el cargo de Coordinador Especial para el Proceso de Paz en Medio Oriente y Representante Personal ante la Organización de Liberación de Palestina y la Autoridad Nacional Palestina, anunció el martes 26 de octubre que el Consejo de Seguridad del organismo internacional podría apoyar la creación unilateral de un Estado palestino en 2011, si Israel no renueva el congelamiento de viviendas en los asentamientos, expirado el 26 de septiembre luego que la moratoria por 10 meses concedida por Israel, no lograra progresos significativos en las negociaciones directas de paz mantenidas entre las partes» (5). Es decir, el organismo internacional según un alto funcionario oficial, estaría dispuesto a aceptar la propuesta palestina y someter a Israel a las desagradables consecuencias que la errónea determinación podría traer aparejadas.
La Unión Europea cae en el mismo juego que algunos de los latinoamericanos y la ONU, y con la ilusa aspiración de que el apoyo de las naciones a la declaración unilateral contribuirá a acelerar la paz, presta su consentimiento al proceder palestino. La campaña de traición ha logrado cosechar aliados y va por más adherentes. Tomemos por caso España, cuya notable tradición histórica de judeofobia galopante se sigue manteniendo fielmente en algunas ideas de la sociedad en general, y con especial ahínco en la política. El 21 de diciembre de 2010, Aurora informó: «La ministra de Asuntos Exteriores española, Trinidad Jiménez, reafirmó el compromiso de España con la constitución del Estado palestino como fórmula para lograr una «paz global, sostenible y duradera» en Oriente Medio. Jiménez trasladó este mensaje a su homólogo palestino, Riad Al Malki, en la reunión celebrada en Madrid para reforzar la cooperación entre el Gobierno español y la Autoridad Palestina, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores de España. (…) De hecho, la nota de Jiménez implica que España no reconocerá, por ahora, al Estado palestino como exige la AP; pero garantizó que va a seguir cooperando con las autoridades palestinas para que su estado sea «viable» en áreas como el fortalecimiento de sus instituciones, la gestión de los recursos, la situación de los refugiados o la educación» (6). A esto se le agregaba algo que podía generar suspicacias: «el Ministerio español de Exteriores acordó el pasado mes de septiembre elevar el estatuto de la representación palestina en España al grado de misión diplomática, cuyo responsable tiene tratamiento de embajador» (7). Al representante palestino se le asignaba el trato de embajador, como si trabajara para un Estado, en vez de una entidad menor como la AP; pero hasta ahí, España no prestaba su reconocimiento. El 15 de enero de 2011, se agregó: «Israel ha recibido garantías del Gobierno de España de que no apoyará una declaración del Estado palestino este año si no es fruto de la negociación entre las dos partes en conflicto en Oriente Medio. El embajador israelí en España, Raphael Schutz, afirmó que ésta es la postura que le ha trasladado el Ejecutivo español después de que la Autoridad Palestina (AP) haya dado por hecho que su Estado será reconocido por España en 2011, aunque sea sin consenso de Israel y la Unión Europea (UE). Por las conversaciones mantenidas con el Ministerio español de Exteriores, Schutz sostiene que España sigue compartiendo la tesis del Estado judío de que la solución de los dos Estados debe salir de la mesa de diálogo, y no de una medida unilateral. «La posición de España -explicó- no ha cambiado, en el sentido de que apoya la idea de los dos estados, como Israel, pero también retomar las negociaciones directas y que la solución debería conseguirse a través de esta negociación, y no de la imposición»» (8). La postura oficial del ejecutivo español fue comunicada al embajador israelí, en refuerzo de la posición antes explicada. Tan solo 4 meses después, el 31 de mayo, la nueva comunicación sobre el parecer español resultó escandalosa, y más aún dado que este se hizo público en un marco de reconciliación de la AP con organizaciones terroristas asesinas de israelíes: «La Autoridad Palestina anunció que España reconocerá, antes de septiembre, al Estado palestino en base a las fronteras del 1967. Un diplomático español le dijo al negociador palestino Nabil Shaat que Madrid apoyará el ingreso del Estado palestino en las Naciones Unidas. Shaath realizó el anuncio tras dialogar en Ramallah con el cónsul general de España, Alfonso Portabales. Una fuente palestina señaló que Portabales, le confirmó a Shaath que el Gobierno español – que acaba de ser humillado en las elecciones municipales- apoyará la moción palestina en la ONU. Mientras tanto, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas se reunió en El Cairo, bajo el patrocinio de las autoridades egipcias con Ramadan Sallah, secretario general de la organización terrorista palestina Jihad Islámica y su lugarteniente, Ziad Nakleh. El encuentro entre los líderes palestinos tuvo como objetivo la consolidación de la reconciliación nacional, dijo una fuente de la Autoridad Palestina. Ambas partes discutieron la represión de los operativos de la Jihad Islámica y sus simpatizantes en la Cisjordania. La Jihad Islámica ha condenado la continua represión contra su grupo e instó a la Autoridad Palestina a liberar a todos sus miembros» (9). Fuera solo por su siempre presente simpatía a la causa palestina, o también por la necesidad extra de contentar a varios españoles en política internacional para contrarrestar la humillación del gobierno en elecciones municipales, España cambió su postura a pocos meses de la cita mundial en la ONU, sumándose al conjunto de países que buscan ahorcar a Israel, ponerlo contra las cuerdas, y restringir su espacio para maniobrar mientras el escaso tiempo de cara a septiembre le juega una mala pasada. Ya el 21 de abril, el Presidente de la AP Mahmoud Abbas había continuado con sus repetidas amenazas contra Israel, y mientras algunos respaldaron sus afirmaciones, otros las desmintieron: «Abbas manifestó que «la Autoridad Palestina cuenta con la visión del Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien dijo que quería ver un Estado palestino establecido en septiembre, tal como lo determinó el Cuarteto de Paz para Oriente Medio». «Más de 130 países están dispuestos a reconocer al Estado palestino dentro de las fronteras de
La infame reconciliación
Se husmeaba, se olía, se sospechaba, una posible reconciliación entre las dos facciones de gobierno palestinas: Fatah perteneciente a la Autoridad Palestina en Ramallah, y Hamas en la Franja de Gaza. La AP ha tenido vaivenes en sus negociaciones con Israel (y dentro suyo elementos radicales, también en épocas de negociación, no cesan de pedir por el quiebre de las relaciones para retomar la lucha armada, mediática y diplomática en toda su extensión contra el Estado Judío); Hamas nunca ha renunciado a su voluntad de destruir a Israel, y en reiteradas ocasiones sus funcionarios reafirman en público ese compromiso inquebrantable. ¿Cómo es posible que un supuesto socio para la paz como la AP decidiera armar un gobierno de unidad nacional con Hamas? ¿Será que eso es la prueba irrefutable de que la AP no es socio para la paz, no le interesa reconocer a Israel y por el contrario no pierde la esperanza en derrotarlo y destruirlo? La cuestión es que el acuerdo llegó y las dos facciones se reconciliaron (tras violentos enfrentamientos que los dividieron en el pasado, incluyendo golpe de Estado de Hamas contra Fatah en Gaza, desplazamiento de los miembros de Fatah fuera de la franja, y varios muertos de este último grupo a mano de integrantes de Hamas, que se suman a aproximadamente 200 palestinos que perdieron su vida debido al enfrentamiento). El 27 de marzo de 2011, se informó: «Crecen las voces que llaman a la unidad entre Fatah y Hamas. Un día después que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, declarara su disposición a llegar hasta la Franja de Gaza para promover el establecimiento de un gobierno de unidad (entre Hamas y Fatah), manifestantes llamaron, en la Franja, al fin de la división. Al mismo tiempo, Israel activa la presión contraria. En Jerusalén comenzaron los contactos frente al gobierno norteamericano y países centrales de la Unión Europea a fin de obligar a Abbas a no conformar un gobierno de unidad con Hamas en vista a las elecciones en Cisjordania y Gaza. El Primer Ministro, Biniamin Netanyahu, dijo ayer en una entrevista a la red CNN que se opone, de manera terminante, a la propuesta de Abbas de unidad palestina y aclaró que, esa medida, no permitirá avanzar en el proceso de paz. «Ahora hablan de unidad nacional con Hamas, que pide nuestra eliminación» dijo Netanyahu a la CNN. «¿Cómo es posible estar a favor de la paz con Israel y, también, a favor de la paz con Hamas que nos quiere eliminar? ¿Puede usted imaginar un acuerdo de paz con Al Qaeda? Por supuesto que no». (…) El llamado de Abbas a la unidad, de hecho, llega como respuesta a las manifestaciones organizadas por los jóvenes palestinos en Cisjordania y Gaza pidiendo la conciliación entre Hamas y Fatah» (11).
El acuerdo fue firmado el 4 de mayo, y las reacciones fueron más leves de lo que podía esperarse: «EE.UU. no tratará con un gobierno palestino que incluya a Hamas a menos que el grupo fundamentalista islámico cambie sus posiciones, declaró la secretaria de Estado Hillary Clinton. Tras el acuerdo de unidad firmado por Hamas y Fatah el miércoles, Clinton manifestó que Hamas debe adoptar los principios del Cuarteto de Paz para Oriente Medio (EEUU, UE, ONU y Rusia) de reconocer el derecho de existencia de Israel, renunciar a la violencia y respetar los tratados previamente firmados por los palestinos» (12). Evidentemente, la lección no se aprendió, y cuando esto sucede, la historia puede repetirse. Luego de la retirada unilateral de Israel de la Franja de Gaza en 2005 bajo el gobierno de Ariel Sharon, Estados Unidos comenzó un proceso de presión constante al Estado Judío para que hubiese amplia participación de postulantes palestinos en las elecciones a llevarse a cabo para elegir los gobernantes del lugar. George Bush y Condolezza Rice lo exigieron de manera implacable, y a Hamas (que nunca se podría haber pensado sinceramente que renunciaría a sus principios políticos axiomáticos de destruir a Israel para encausarse en un romántico período de transformación destinado a reconocer al Estado Judío y quererlo como vecino para vivir en paz), se le permitió postularse. Hamas ganó. Según Khaled Abu Toameh, periodista palestino, porque la AP había demostrado ser tan corrupta que cualquier novedad que ofreciera Hamas sería bien recibida (13). Según mi parecer, además de cualquier modificación que pudiese prometer, Hamas ganó porque los palestinos de Gaza en su mayoría quieren la destrucción de Israel y es innegable que son educados para convertirse en terroristas promotores de una guerra santa en vez de futuros sostenedores de un tratado de paz histórico. Por supuesto, Hamas se dedicó al terrorismo todos y cada uno de sus días de gobierno en Gaza hasta la actualidad. Asesinó israelíes y clamó por el fin del Estado de Israel. Hoy en día, que Hamas se reconcilia con la AP, Hillary Clinton como representante de Estados Unidos encabeza una tibia reacción, y apenas le exige al grupo terrorista que reconozca los principios del Cuarteto. Es sabido que Hamas no reconoció lo que le exigieron en el pasado, y es sabido que no lo hará ahora. Pero en vez de fulminar en críticas al revelador acuerdo palestino de las intenciones de Fatah de intentar hasta lo último la destrucción de Israel, apenas se le exige a Hamas un cambio de actitud para recibirlo como otro socio más para la paz. Que poca capacidad para aprender lecciones históricas, que poca memoria sobre lo que pasó hace apenas 4, 5, y 6 años.
Los motivos de la unión
¿Qué es lo que persiguen concretamente los gobiernos palestinos con esta movida? Pueden ser varios motivos. Los tres de mayor peso se enunciarán a continuación. Primero, en el marco de la campaña palestina en búsqueda de legitimación internacional para que sea aceptada la declaración unilateral de su Estado, se quieren mostrar unificados en un proyecto nacional común. Piensan que el mundo no les brindará legitimación si entre ellos mismos se encuentran divididos, y no son capaces de forjar una administración palestina central. El Estado palestino en Judea y Samaria y en la Franja de Gaza, para ser uno, debe tener un solo gobierno soberano, y no facciones enemistadas o guerreando entre ellas. Por eso, el acuerdo apunta a paliar las diferencias territoriales y políticas en un gobierno de unidad nacional para dar una imagen de reconciliación y comunidad capaces de llevar adelante un único proyecto de país. Que el acuerdo se romperá inmediatamente luego de ser logrado el reconocimiento internacional, es muy probable. Las partes volverán a sus posicionamientos políticos internos tradicionales, y las luchas de ego por el heroísmo histórico y de gobiernos por la centralidad y totalidad del control estatal estarán a la orden del día. La infame reconciliación llegará así a su fin y la naturaleza agresiva de ambos grupos volverá a predominar para disputarse el gobierno del Estado palestino. Total, Hamas ya sabe que no es demasiado presionado para abandonar sus principios y puede seguir siendo un ente terrorista a la par que gobierna, sin dejar de lado su aspiración de destruir a Israel; y la AP también puede beneficiarse con la obtención del reconocimiento al Estado sin que un acuerdo de paz con Israel la ligue y la limite a otros intereses, y proseguir sus campañas de deslegitimación y odio para en un futuro, asentada ya en una importante plataforma mundialmente aceptada, lanzarse a proferir mayores reclamos para obtener mayores desmembraciones territoriales de Israel los cuales vienen adosadas con mentiras históricas y culturales espantosas que separan a los judíos de su patria milenaria y su patrimonio histórico. La fragilidad del acuerdo palestino puede constatarse comprobando las intenciones de ciertos miembros de Hamas que no apoyaban la reconciliación; a su parecer, a Hamas le convenía consolidarse más que nunca como gobernante solitario rechazando cualquier pedido de la AP, ya que la revolución en Egipto venía demostrando que la Hermandad Musulmana (organización de la que Hamas procede) se postulaba como el grupo con más posibilidades para acceder al gobierno. De este modo, con Egipto (Estado soberano) gobernado por el fundamentalismo islámico del tenor de Hamas, el posicionamiento de los terroristas gazanos se fortalecería, Egipto no suavizaría sino directamente abriría las fronteras para dar rienda suelta al paso de armamento para Hamas, y la organización se equiparía mejor que antes, contando además con el apoyo militar de un Estado poderoso en el mundo musulmán y dispuesto a romper su tratado de paz con Israel. En este contexto, Hamas podría prescindir perfectamente del apoyo político de la AP, y engrosados su arsenal y representación en el mundo islámico, dedicarse a desplazarla definitivamente del plano internacional y local. Por lo visto, primó la posición de los interesados en aliarse a la AP en vistas a la futura declaración unilateral. Dentro del primer motivo de la reconciliación se posiciona Barry Rubin: «De repente, tras años de continuos fracasos, Fatah y Hamas – lo que quiere decir la Autoridad Palestina (AP) y Hamas – han firmado un detallado acuerdo de reconciliación. ¿Por qué justo ahora? El acuerdo ha sido preparado para la ONU, para poder decir allí que la Autoridad Palestina es el único representante legítimo de los palestinos. Para poder decir en las Naciones Unidas que ahora gobierna tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza, Al Fatah (AP), ha hecho enormes concesiones que antes se negaba a hacer. Por supuesto que el acuerdo se romperá. Probablemente, después de que la AP reciba un amplio apoyo para ser un país independiente, entre finales de este año y antes de las elecciones palestinas proyectadas para 2012. ¿Por qué Hamas se une a esto? Porque el acuerdo le otorga un montón de ventajas, incluida la promesa de elecciones para dentro de un año. Hamas ganó las últimas elecciones y, posiblemente, confía que va a ganar otra vez – especialmente cuando mira el triunfo electoral de Hezbollah en el Líbano y el probable éxito de los Hermanos Musulmanes en Egipto, dentro de poco. Pero también hay otra razón. Hamas está, probablemente, muy contento con la idea de que muchos países – y quizás la ONU – reconozcan un Estado palestino independiente sin condiciones. En otras palabras, habrá un amplio e internacional reconocimiento de Palestina sin necesidad de hacer la paz con Israel. No será preciso hacer concesiones. Los palestinos tendrán todo y no renunciarán a nada. Ellos no se consideran obligados, en modo alguno, a los cambios de fronteras o a las garantías de seguridad. La lucha por borrar a Israel del mapa puede continuar. Es el sueño de Hamas hecho realidad» (14). El segundo motivo, que si bien está en cierta medida incluido dentro del primero merece ser considerado en apartado especial por la fuerza argumental y por los cambios trascendentales que implicaría de hacerse oficialmente de público conocimiento, tiene que ver estrictamente con la voluntad y posición de la AP respecto del conflicto con Israel. Mahmoud Abbas ha demostrado muchas señales de que le cuesta, no se decide, o finalmente no desea firmar un acuerdo de paz con Israel. Sus exigencias son siempre maximalistas, sus agresiones políticas una constante, sus rechazos a negociar figurita repetida, y las demonizaciones de Israel bajo su mandato continúan con la adrenalina que solamente puede generar la más conspicua judeofobia. El acuerdo con Hamas podría llegar a ser una sincera señal reveladora de la verdadera intención de Abbas escondida bajo la fachada vendida a Occidente de dirigente moderado que lucha por la libertad de su pueblo, de que lo que busca es la obliteración de Israel, aunque eso implique aliarse a acérrimos rivales políticos. Con la declaración del Estado palestino obtenida, la guerra palestina dirigida por el gobierno unificado contra Israel pasaría a ser de Estado soberano a Estado soberano (ya no de entidades terroristas contra un Estado), y de sobra tendría excusas para exponer a Israel como el agresor y a los palestinos como los agredidos (cruel inversión que la ONU acepta a pesar de su evidente falsedad). La judeofobia imperante en la ONU no tendría problemas en hacer la vista gorda una vez más a la agresión palestina, considerar a Israel como el culpable de iniciar la contienda bélica, condenar a Israel mediante la Asamblea General y contribuir a su aislamiento internacional por medio de sanciones del tendencioso Consejo de Derechos Humanos. El abandono israelí quedaría concretado, la posición palestina apoyada y un paso más en la incesante labor por expurgar al Medio Oriente de la presencia judía sería dado. Para esto, La AP tendría en cuenta que por atacar a Israel abandonando el proceso de paz dejaría de recibir donaciones y colaboración de Estados Unidos, que se posicionaría del lado israelí; pero tendría buenas razones para pensar que sus afluentes europeos no decaerían, ya que así como financiaron a la OLP de Arafat en el pasado cuando el terrorismo que promovía era palpable en todos lados, y han continuado financiando a Abbas a pesar de sus negativas a encaminarse al proceso de paz renunciando definitivamente a la opción de la lucha armada (terrorista) contra Israel, la contribución a la interminable causa palestina proseguiría inmutable. Además, por su unión con Hamas, Abbas se vería más directamente beneficiado con el patrocinio del Estado terrorista de Irán, que ya colabora estrechamente con Hamas, y los ingresos económicos y armamentísticos para l
a Jihad contra el sionismo serían espectaculares. El tercer motivo de la alianza tiene que ver con posturas más pragmáticas que ideológicas, y luce con menos posibilidades de ser realmente determinante si bien algo de peso hay por el contexto regional: ante la oleada revolucionaria en el mundo islámico, que ha derrocado gobiernos o los ha puesto en jaque, puede que los representantes de Hamas y Fatah, ferozmente corruptos, hayan sentido el miedo de que los vientos del despertar oriental los golpeasen en la cara. Tomando parte de la argumentación de Khaled Abu Toameh sobre la corrupción de la AP, los palestinos bajo su gobierno podrían absorber las modalidades empleadas por los demás pueblos árabes y empezar a revelarse en Judea y Samaria. La AP tuvo en cuenta esto por lo que emprendió apuradas reformas destinadas a permitir mayores beneficios civiles y sociales a los palestinos bajo su cargo. Por su parte, los gazanos, tras años de Hamas en el poder, ya podrían haberse dado cuenta de la propia corrupción de su gobierno, y emprender similar camino revolucionario en su contra. Puede sonar contradictorio afirmar primero que los palestinos de Gaza concuerdan con Hamas y después decir que planean revoluciones para voltearlo; para evitar caer en eso, habría que barajar la posibilidad de que los gobernados concuerdan en su política externa judeofóbica pero que no toleran su represión civil y social interna. Por todo esto, tal vez para enviar un mensaje de unidad en la lucha por puros beneficios y libertades para los palestinos, los gobiernos hayan decidido unirse. Así pueden aunar esfuerzos en su control y sometimiento (aunque levemente alivianado) de toda la población palestina, y vender la imagen de que estando juntos y en relación de amistad uno con el otro, el verdadero enemigo que causa la real opresión es Israel, y no ellos mismos en sus respectivos territorios gobernados.
Siguiendo con el argumento de que el plan palestino ya venía desarrollándose antes de 2010 y 2011, acá hay otra noticia publicada en 2009, el 30 de septiembre, para que nadie pueda decir que los palestinos no avisaron de sus intenciones, o que a varios decepcionados los tomaron por sorpresa. Sobre el posible acuerdo de Fatah con Hamas, ahora sabemos que encaminado a facilitar la vía hacia la declaración unilateral del Estado palestino, precisó Michael Bloch en Guysen Internacional News: «El exiliado líder político de Hamás, Jaled Mashaal, anunció este lunes 28 de septiembre que el movimiento palestino había acordado, en principio, llegar a una reconciliación con su rival Fatah. Las dos organizaciones compiten por el poder desde que el Hamas se apoderó de la mayoría de los escaños tras las elecciones parlamentarias de enero del 2006. Entonces, la comunidad internacional terminó rechazando el resultado de las elecciones y suspendió su ayuda financiera a la Autoridad Palestina para así ejercer presión sobre el Hamas. Los occidentales querían obligar a la organización terrorista a reconocer a Israel y renunciar a la lucha armada. Acorralado, la organización terrorista se sentía especialmente comprometida a firmar un acuerdo con su rival, el Fatah. El acuerdo, llamado «La Meca», preveía el establecimiento de un gobierno de unidad nacional y el reconocimiento por parte del Hamas de los acuerdos previamente firmados por la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), que reconoció formalmente al Estado Judío. Pero este pacto se ha roto, por parte del Hamas, en junio del 2007. El grupo terrorista lanzó una ofensiva en la Franja de Gaza contra Al Fatah, para terminar controlando todo el territorio» (15). La reconciliación se venía sopesando por parte de las dos facciones palestinas, y ante nuevas eventualidades políticas tanto en el plano local como internacional, los implicados reevaluaban sus opciones, posibilidades, conveniencias y viabilidad del pacto. Pero lo fundamental, es que la idea central de reconciliación existía, y con mucha más fuerza que la idea de paz con Israel por el lado de la AP.
El papel egipcio
Egipto, país que hasta el día de hoy mantiene un acuerdo de paz con Israel (aunque no se sabe si por mucho tiempo más ya que aspirantes a gobernar radicales y grandes cantidades de población han manifestado su reproche al anterior gobierno de Hosni Mubarak por mantenerlo y enseñan su deseo de quebrarlo), ha tenido en este tiempo un papel para nada despreciable en la vinculación de los palestinos y su programación a futuro sobre Israel. El 19 de agosto de 2009, Aurora publicó lo siguiente: «Egipto pedirá a los Estados Unidos imponer un límite de tiempo de dos años al proceso de paz israelí-palestino. (…) Mubarak rechazó en Washington la idea de un estado palestino temporario. «Debemos movernos hacia un estatus de solución final», dijo el mandatario egipcio. «Podemos alcanzar una solución, porque los países árabes quieren la paz y una vida mejor, y el pueblo israelí también quiere estabilidad en sus vidas», aseguró Mubarak» (16). Egipto también se había sumado públicamente a la movida palestina de no posponer la declaración del Estado más allá de 2011. Bajo el lema poco creíble (proviniendo de labios de un mandatario que por décadas enteras demostró ser un tirano) de que los árabes querían la paz con Israel, apoyó a su manera fijar el tiempo límite de 2011 para el proceso de paz. Es cierto que Mubarak no se refirió a un Estado palestino unilateralmente declarado, ni a excluir a Israel en las decisiones a tomar, sino que habló sobre el proceso de paz que involucraba tanto a israelíes como palestinos. Pero el insinuar que su país se sumaría a la propuesta de fijar 2011 como barrera infranqueable para llegar a un acuerdo, no solo ponía en aprietos a Israel (que necesitaba el tiempo suficiente para evaluar y firmar un acuerdo serio, en vez de precipitarse en su accionar o firmar algo contra su voluntad), sino que estaba en clara connivencia con los deseos palestinos de presionar en base al tiempo para obtener un Estado, en vez de demostrar hechos empíricos inconfundibles de su deseo de hacer la paz. Para Israel, el problema del adoctrinamiento en el odio de los palestinos es grave, y generaciones completas crecen aprendiendo que los judíos son el peor mal de la humanidad, que son satánicos, y toda aberración que se les pueda ocurrir. Esto lleva a muchos a pensar, con razón, de que en dichas condiciones deplorables no se puede firmar un tratado de paz destinado a prolongarse en el tiempo; los palestinos están educando a su gente para odiar nada más ni nada menos que al socio para la paz, en la esperanza de que algún día finalmente se va a hacer desaparecer al sionismo y a los judíos. Egipto, con su determinación, estaba presionando a Israel para que hiciera la paz a pesar de la tristemente contrastable realidad del odio en la cultura palestina, alentando a los demás a sumarse a la insistencia contra el Estado Judío para obligarlo a firmar un acuerdo por demás acelerado poniendo en riesgo a sus ciudadanos frente a la agresión palestina. Para comprobar que la estabilidad en la vida de los israelíes de la que hablaba el hipócrita Mubarak poco le importaba a Egipto, recurrimos nuevamente al artículo de septiembre de 2009 escrito por Michael Bloch: «Egipto ha tratado de forma esporádica, conciliar a las dos organizaciones palestinas. En varias ocasiones, sendos acuerdos estaban a punto de alcanzarse aunque fracasaron en el último momento. Sin embargo, Jaled Mashaal, parece optimista en esta ocasión: «En el documento egipcio, se superó todos los desacuerdos», dijo. El líder del Hamas aclaró que el proyecto de acuerdo «podría allanar el camino para la reconciliación palestina». «Hemos respondido a ese espíritu», agregó. Egipto, que se ofrece desde hace meses como mediador, propuso por primera vez la formación de un gobierno de unidad nacional aunque el Hamas se ha negado a participar en cualquier gobierno que reconozca a Israel» (17). Siguiendo lo dicho por Mashaal, suponiendo que no es sermón, corrección fingida o puro proselitismo político y que en verdad los palestinos lograron ponerse de acuerdo en algo, Egipto habría logrado ser mediador de un proyecto que «superó todos los puntos». Vale decir, vincular a los palestinos que públicamente dicen que quieren destruir a Israel, con los que aparentan moderación pero dan señales, a veces para nada encubiertas, de que buscan lo mismo. Egipto estaba subido al tren de presión a Israel para forzarlo a equivocarse, coaccionándolo diplomáticamente y sugiriendo a otros adherirse a la estrategia. Encima ahora, en Egipto hay chances de que la Hermandad Musulmana se haga con el poder, por lo que el panorama pro Hamas egipcio luce desesperanzador para Israel. Si Egipto con tratado de paz era frío y contrario en la ONU, el mismo país dominado por el fundamentalismo islámico no puede prometer algo mejor.
La información y la educación
El filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) dijo: «Esta horrible cantidad de libros impresos que todos los días llega a mi mesa, seguramente me conducirá a la barbarie mas no a la cultura» (18). El pesimismo de Leibniz sobre la imprenta tal vez se sustentaba en que el esparcimiento de los libros al nivel que llegaba con los nuevos métodos de producción no permitiría distinguir el verdadero conocimiento de lo erróneo, las obras que valían la pena de las que no, y estas últimas terminarían imponiéndose, quizá pensando en que los realmente inteligentes eran pocos y la mayoría eran ignorantes o vendedores de habladurías. Hoy vivimos en una realidad que superaría las peores pesadillas del alemán en cuanto a la generación, producción y difusión de conocimientos, escritos, y letras. Apartándome de su opinión, diré que por lógica lo contrario es lo correcto. En nuestra época la educación dejó de ser el privilegio de unos pocos nobles o acomodados con posibilidades de acceder a ella, y pasó a estar al alcance de mucha mayor cantidad de gente. Es así que difundiendo más la educación y la cultura, se consiguen más educados y cultos. Mientras mayor sea la creación de material y la puesta a disposición del mismo, mayor número de personas podrá acceder a él, y tendrá la oportunidad de formarse gracias a los beneficios de la modernidad. En la era de la globalización, comunicación y auge tecnológico sin precedentes, las fuentes de información sobrepasan fronteras día a día. Es un fenómeno incontrolable y casi incalculable. El mundo jamás había estado tan conectado, y gozado de tantas opciones para alimentar su intelecto como en la época en que vivimos, en donde las sociedades capitalistas y liberales pueden orgullosamente afirmar que han contribuido en enorme medida a que esto suceda. De este modo, con la producción en serie y en enormes cantidades, la educación se vuelve algo más popular y deja de ser cuestión exclusiva de oligarcas. Por supuesto que hay desventajas y transgresiones, difusión de información falsa y tergiversaciones. Pero respecto de la posibilidad que tiene un ser humano de manifestarse, es menester cumplir con el principio fundamental de la libertad de expresión, para así construir de verdad un mundo libre; que muchas opiniones o estudios no sean de nuestro agrado no es motivo suficiente para su censura. En cuanto a las falsedades e impresiones circulantes, los malintencionados o los verdaderamente ignorantes también podrían hacer de las suyas en una sociedad donde fueran exclusivos dominadores de los medios de difusión, por lo que el acierto de la pluralidad apunta a que tengamos opciones sobre la mesa y sepamos elegir las fuentes que son de fiar y que encajan en nuestra confianza. Aparte, mentirosos los hubo y los habrá.
La educación en la modernidad permite ejercitar el intelecto y reconocer la información fidedigna. Así podemos desechar eslóganes inválidos y estudiar la historia y la política de manera eficaz, con medios y facilidades a nuestro alcance para lograr un óptimo nivel de conocimiento. Adentrándonos nuevamente en nuestro tema, el sentido de este ensayo no es solamente proveer datos sobre la perspectiva gubernamental palestina e intentar desenmascarar la planificación de tropelías contra Israel, sino ser un instrumento educativo respecto de cómo investigar y analizar la información para no caer presa de engaños y mentiras. Hemos visto como internet es una impresionante base de datos en la cual, descartando las propagandas sin sustento y los contenidos erróneos en base a elecciones de fuentes confiables, podemos encontrar la clarificación que buscamos. De ahí que de los propios artículos publicados en el pasado en una diversidad de webs, podemos encontrar las claves para desarticular las actuales argumentaciones del gobierno palestino y las de sus apologistas, junto con las de aquellos que se sorprenden o son tomados desprevenidos, y atribuyen falsas causas a los fenómenos mediante razonamientos falaces. El archivo muestra los planes contra Israel, el archivo desnuda las contradicciones de los judeófobos, y recurrir a las fuentes en defensa de la verdad y contra la memoria política selectiva y tendenciosa es una herramienta eficaz para demostrar la justicia de la causa de Israel.
El filósofo francés Michel Serres pregona un discurso mucho más positivo que el de Leibniz acerca de los beneficios del progreso científico en el ámbito de la cultura: «Gracias a los avances de la ciencia, los más cultivados de nuestros hijos serán capaces de remontarse hasta 3500 millones de años para referirse a la aparición de la vida, 4000 millones para la del planeta y 15.000 millones para la del universo. La cultura, la filosofía y la visión de la aventura humana del mañana se instalarán en la lógica de ese proceso. (…) Yo desconfío de los mercaderes de angustia. El riesgo, el temor, la sociedad del miedo, se han transformado en valores mercantiles y no tengo intención de soplar para avivar el fuego. Yo trato de construir un mundo mejor para mis nietos, y el miedo no los ayudará. Hoy, la ciencia pasa por ser la única responsable de los riesgos que corre el planeta, cuando, por el contrario, es gracias a ella que podremos vivir cada vez más y mejor. La verdad es que los riesgos dependen de las decisiones políticas y de la utilización que los hombres hacen de los avances tecnológicos. (…) Desde el momento en que se inventó la escritura, la memoria se vio liberada de un peso real. Antes de la invención de la imprenta, un hombre que quería conocer a Homero o a Plutarco debía aprenderlos de memoria. La imprenta suprimió esa necesidad y dejó a la memoria tiempo libre para ocuparse de otras cosas. No hay que tener miedo de perder, pues -por el contrario- ganamos, descargándonos de la aplastante tarea de acordarnos. Así, nuestro cerebro puede ocuparse en otras actividades más creativas. Hoy, las nuevas tecnologías ponen a nuestra disposición toda la memoria del mundo. (…) (Decir que el acceso a las nuevas tecnologías aumenta la fractura social) es un absurdo. La fractura pedagógica y científica que existió siempre entre países ricos y pobres es muy superior a la que provocará la presencia de Internet en todos los rincones del globo. Como sucedió con la llegada de la imprenta, la Red es una herramienta formidable para poner el conocimiento y la cultura a disposición de todos» (19). Con este espíritu favorable a la ciencia y las alturas que nos permite alcanzar, es que se propone utilizarla en su esplendor para fortalecer las posiciones israelíes que defendemos y desarticular las injustas objeciones a sus acciones. La cantidad de citas y de textos transcriptos en este ensayo no es casual; aparte de ser un soporte ilustrativo, obedece a la deliberada estrategia de mostrar como es posible valerse en este caso de la tecnología de internet para rastrear información y enviar un mensaje de esclarecimiento sobre la defensa de Israel alertando de los enemigos que pretenden su destrucción.
La posición de Israel
Biniamin Netanyahu expresó, en referencia al acuerdo Hamas-Fatah, que Israel no puede lidiar con un gobierno en el cual el 50% lo quiere destruir, y subrayó que eso es un problema porque afecta no solo a la paz, sino también al proceso de paz (20). En su discurso en el Congreso de Estados Unidos el 24 de mayo de 2011, aseveró: «La paz no puede ser impuesta. Debe ser negociada. Pero puede solo ser negociada con socios comprometidos con la paz. Y Hamas no es un socio para la paz. Hamas continúa comprometido con la destrucción de Israel y con el terrorismo. (…) Entonces yo le digo al presidente Abbas: ¡Rompa su pacto con Hamas! ¡Siéntese y negocie! ¡Haga la paz con el Estado Judío! Y si usted lo hace, yo le prometo esto. Israel no será el último país en dar la bienvenida a un Estado palestino como un nuevo miembro de las Naciones Unidas. Será el primero en hacerlo» (21). Cuando Bibi habló de porcentajes, bien sabe que es más del que insinuó. Mucho más que el 50% del gobierno palestino está obsesionado con el aniquilamiento de Israel. Era de esperar que en un discurso que pretendía allanar el camino para el relanzamiento de las negociaciones de paz, el Primer Ministro hubiese adjudicado el mal a Hamas y la moderación a la AP. Pero como él también ha recalcado con anterioridad, en su discurso tras el asesinato de la familia israelí Fogel por terroristas palestinos, la AP no hace lo suficiente para condenar al terrorismo, y continúa educando al odio hacia los judíos. En estas condiciones, yo no reconocería a un socio para la paz en un porcentaje de la mitad del total; no reconocería a ningún socio inequívocamente comprometido. Por supuesto que la estrategia discursiva de Netanyahu va encaminada a que Estados Unidos siga creyendo en Israel, a que el mundo sepa que Israel es el que quiere la paz (a pesar de sus poco creíbles socios palestinos) y que la parte de enfrente no la tiene como prioridad, y a que no se continúe con el injusto aislamiento internacional del Estado Judío mientras se presta oído a las mentiras y codicias de los gobiernos árabes que si pudiera elegir entre creación inmediata de Estado palestino y destrucción inmediata de Israel, sin lugar a dudas optarían desesperadamente por la segunda opción. En este sentido, es correcta la posición de Bibi de reafirmar frente al mundo, en un lugar de fabulosa democracia como el Congreso de Estados Unidos, el compromiso asumido por Israel, interpelar en búsqueda de sinceridad en las negociaciones, y pasarle la pelota a Abbas para que decida finalmente si quiere la paz o el fin de Israel. Las trampas y métodos persuasivos de la AP, que apuntan a presentarse siempre como víctimas cuando en realidad no han parado de agredir a Israel, si no es por las armas por los otros recursos de los que dispone, han deslegitimado al Estado Judío a los ojos del mundo, y éste no debe rendirse y perder pisada diplomática en la defensa de su causa y en pedir por sensatez a las naciones a la hora de pronunciarse en la Asamblea General de septiembre. La AP ha logrado que un concepto tan bello y valioso como la palabra «paz» pierda completamente su contenido empleándolo en discursos que distorsionan la realidad y aplicándolo como fórmula hueca para un acuerdo vacío tanto de relleno como de veracidad y sinceridad. Las naciones deben entender que para una paz real se requiere compromiso, y condiciones de sustentabilidad que la hagan duradera y no menos importante, segura. La paz no debe implicar la rendición de Israel a los intereses exacerbados de los palestinos, sino por el contrario debe garantizar la seguridad del Estado Judío y su ubicación en una posición defendible. En la política del Medio Oriente, la paz sin el correlato necesario de la seguridad, no es más que una mentira, o la imposición de un programa que irónicamente conducirá al triunfo a la tiranía. El fundamentalismo islámico es experto en traiciones y quebrantamientos de pactos: por caso, el ayatollah Khomeini de Irán consideraba los contratos voluntarios realizados entre naciones soberanas (aquí nos referimos a la suya negociando con alguna otra occidental) como explicación de la agresión imperial y justificación del terrorismo contra ese enemigo ficticio que creaba e imponía en las mentes y políticas de su país. De la macabra ideología de este fanático religioso musulmán, se nutrió la Revolución Islámica de Irán, y desde esta plataforma actualmente recibe sus auspicios Hamas, y en el pasado, en un nivel no despreciable, recibió la OLP dirigida por Arafat, que hoy es representada por la AP de Abbas.
El doble discurso no es abandonado por el liderazgo palestino de la AP; por lo menos en Hamas reconocemos su inconfundible objetivo de destruir a Israel sin muchas vueltas, pero los gobernadores en Judea y Samaria no le cuentan lo mismo hablando en inglés a la prensa occidental que hablando en árabe a sus medios de comunicación locales y regionales. Lo concreto es que por más que amague, entre y salga de negociaciones fallidas y relanzamientos de negociaciones fallidas, Abbas todavía está muy comprometido con la destrucción de Israel. Los hechos lo demuestran: reconciliación con Hamas e integración con la agrupación terrorista de un unificado gobierno palestino; diatribas antiisraelíes para deslegitimar al sionismo ante la mirada internacional; exigencias de un Estado palestino judenrein; negativa a reemprender conversaciones de paz sin que se cumplan exigencias cuyo resultado debería ser el fruto negociado de un acuerdo en vez de condiciones previas; esfuerzo por conseguir declaración unilateral válida del Estado palestino con el apoyo de las Naciones Unidas para zafar de arreglar una paz aunque sea precaria con Israel (lo que en mi opinión no quita que Israel no debería aceptar garantías débiles en los tratados); distorsiones históricas para borrar los vínculos judíos con Eretz Israel; negativa a reconocer a Israel como Estado Judío. Si bien es cierto que se puede apreciar cierto esfuerzo en el gobierno de Abbas para luchar contra el terror palestino, esto no es por amor a los judíos, por un súbito respeto a la vida de los dhimmis (no musulmanes), ni por el repentino reconocimiento personal o institucional de Israel a existir de manera definitiva y no circunstancial. Sino simplemente porque no puede guerrear abiertamente contra Israel ya que Tzahal (las Fuerzas de Defensa de Israel) lo aplastarían; porque promover de manera demasiado pública el terrorismo le quitaría el apoyo israelí como representante legítimo de los palestinos para negociar (no debería promover ni permitir el terrorismo de manera pública ni encubierta, pero hay que limitarse a decir «demasiado pública» porque ciertos dirigentes izquierdistas israelíes le perdonan al presidente de la AP políticas y acciones contradictorias en un marco de proceso de paz y afrentas a la esencia del mismo); y porque seguir presentando la imagen del viejito luchador cansado de las injusticias y deseando la paz (aunque sus referencias y emprendimientos confunden si se trata de la paz con los judíos o la paz de que estos no existan más en Medio Oriente) le permite continuar siendo donatario de afluentes económicos norteamericanos y europeos, ya que Estados Unidos financia en enormes proporciones la construcción de casas palestinas en los territorios en disputa, y los europeos están dispuestos a donar fortuna en cuanta causa palestina (Estado aún sin paz, refugiados aún a costa de poner en jaque la demografía israelí, educación aún a sabiendas de que es adoctrinamiento en la judeofobia, infraestructura aún siendo ostensible que los materiales van a parar al equipamiento terrorista) aparezca en el plano internacional. Abbas baraja las opciones para liquidar al Estado Judío: si no es por la lucha armada directa contra el ejército de Israel (que no le conviene), es excusándose de no poder impedir el terrorismo de otras facciones palestinas a la vez que se alía con ellas; o bien recurriendo a la vía del reclamo por el ejercicio del inexistente derecho al retorno de los refugiados palestinos: el objetivo de liquidar a Israel es el mismo, lo que cambia es la consideración del medio para lograrlo, que en vez de ser las armas pasa a ser el ahogamiento demográfico de Israel, la utilización como punta de lanza de palestinos mantenidos adrede en la pobreza por los mismos dirigentes palestinos para meterlos en Israel, hacerle perder a este su mayoría judía en la población, para que de este modo se apunte a eliminar el carácter judío del Estado y se lo estrangule junto con sus habitantes judíos por medio de radicales que han crecido y madurado con la consigna de asesinar judíos donde quiera que los encuentren.
Que Israel esté frente a un panorama desalentador en lo que a la paz concierne, no es para nada algo nuevo. Lo que sí a veces resulta novedoso es la utilización de renovadas tácticas palestinas, salidas de su fábrica oscura de insaciables aspiraciones genocidas contra el pueblo judío, para lograr su añejo cometido. De cara a la Asamblea General de la ONU, Israel no debe quedarse de brazos cruzados. Netanyahu expresó: «No tenemos la manera de detener la resolución en la Asamblea General; solamente esperamos que algunos países nos apoyen»; «Es imposible recibir el reconocimiento de un Estado palestino sin el apoyo del Consejo de Seguridad, y por eso la medida [palestina] está destinada al fracaso» (22). Por su parte, Tzipi Livni, líder la oposición en la política israelí, expresó: «En definitiva, las Naciones Unidas no van a establecer un Estado. Van a hacer una declaración. Incluso después de septiembre, algo se deberá hacer para establecer un Estado» (23). Probablemente Estados Unidos ejercerá su poder de veto en la ONU, y los planes palestinos quedarán frustrados. Pero solo en parte; para ellos será un triunfo propagandístico si muchos Estados los apoyan, y podrán adaptar la situación a su ideología diciendo que el mundo quiere al Estado palestino pero que la cruel alianza del imperialismo norteamericano con el sionismo judío lo impide. Y aquí, Israel debe jugar su papel, no «esperando» que esos países de los que pretende un gesto lo apoyen, sino moviéndose para concientizar sobre el tema y fortalecer su posición. Para nada quiero sugerir que Israel solo depende de los demás (eso le quitaría la fuerza de su soberanía); es más, soy un convencido de que Israel debe obrar pensando en si mismo en vez de intentando quedar bien con todos (cosa esta última que nunca logrará ni aplicando políticas angelicales). En este caso, hacerse de unos amigos para la causa contra la declaración unilateral será pensar en los intereses israelíes, para que sean menos los que luego lo presionen para reconocer de iure algo que dirán que es una realidad de facto. Para esto, el Estado Judío debe solidificar su posicionamiento para impedir (aunque será difícil) o bien reducir el triunfo simbólico palestino. Ejemplos insignificantes, incluso involucrando a israelíes judíos, ya se encuentran dando vueltas por ahí, como este: «Representantes de un centenar de ONG israelíes y palestinas reunidas en la ciudad palestina de Jericó declararon su reconocimiento a un Estado palestino independiente en las fronteras de 1967 con Jerusalén como capital compartida con Israel. En su encuentro anual en la ciudad cisjordana el Foro de ONG Pacifistas Palestinas e Israelíes emitió un comunicado en el que llama al Gobierno del Estado judío a hacer lo propio y reconocer a Palestina en las divisorias previas a la conquista que siguió a la Guerra de los Seis Días» (24). Pero la victoria jurídica todavía no ha sido obtenida por los gobernantes palestinos, y el camino que pretendan transitar hasta ella, Israel lo debe poner complicado. Lo puede hacer apoyándose en razones concretas como las exhibidas por Alan Baker: «El reconocimiento de una entidad política como Estado no crea en si mismo o por si mismo un Estado, ya que tal reconocimiento no carga significado definitivo o sustancial en la creación de Estado. Como mucho, es indicio de los puntos de vista políticos de los Estados reconocedores. El establecimiento del Estado, por otro lado, requiere una serie de criterios internacionalmente aceptados y acostumbrados, como fue establecido en la Convención de Montevideo de 1933 sobre los Derechos y Deberes de los Estados, relacionados con una capacidad de gobierno, población permanente, territorio definido y capacidad para entrar en relación con otros estados. De hecho, esa convención estableció específicamente que «la existencia política del Estado es independiente del reconocimiento por parte de los otros Estados». Pero en el caso palestino estos criterios para el Estado deben ser leídos en el contexto de requerimientos sustanciales, hechos a medida de las distintas resoluciones de Naciones Unidas tratando con el arreglo del tema de Medio Oriente, tanto como los compromisos específicos por parte de los palestinos en los muchos acuerdos aun validos firmados con Israel con los años» (25). Por lo tanto, Israel debe convencer a las naciones a que apoyen su posición de retorno a las negociaciones y rechacen el pedido palestino; alertar sobre las sospechosas ideas del plan palestino que busca eludir compromisos pasados, actuales y futuros y optar por la vía fácil y sin arreglo a circunstancias negociadas previamente en acuerdos preexistentes; exigir que la comunidad internacional condene el acercamiento de la AP a Hamas y presione para la disolución del vínculo; advertir sobre el peligro de la presencia iraní en un futuro Estado palestino creado sin garantías de seguridad, y las injerencias que la República Islámica ya tiene en sectores palestinos como los manejados por Hamas; recordar que Hamas y la noción de paz con Israel son incompatibles; y hacer un esfuerzo de esclarecimiento para desmantelar las malas intenciones palestinas y desenmascarar una urdimbre de proyecto con mal olor. Para eso, la voz israelí en Naciones Unidas debe estar sólida (por más que nadie la escuche o intente comprenderla, porque marcará presencia; y desde luego que los palestinos le prestarán atención); los ministros israelíes deben trabajar en la comprensión de la situación actual junto a los embajadores de distintos países; Netanyahu (que es un orador fuera de serie y ha sido elegido en votaciones como uno de los judíos más influyentes del mundo) debe insistir en la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Hamas integrando el gobierno palestino; El Primer Ministro debe mostrarse tan sólido en sus reuniones con demás mandatarios como en la última que mantuvo con el Presidente de Estados Unidos en mayo; y el Estado Judío debe resistir la presión del mismo Estados Unidos comandado por Barack Obama como lo ha hecho hasta aquí, sin ceder a las pretensiones del líder norteamericano de hacer retroceder a Israel a fronteras indefendibles.
Conclusión
Alan Baker señala: «Hablando legalmente, las acciones por parte del jefe de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, y su asistente Sa’eb Erekat, presionando para lograr este objetivo (Declaración unilateral del Estado palestino) están en violación del Acuerdo Interino israelí-palestino de 1995, articulo IX, párrafo 5, de acuerdo al cual:
…el Consejo [palestino] no tendrá poderes y responsabilidades en la esfera de las relaciones exteriores, cuya esfera incluye el establecimiento en el exterior de embajadas, consulados u otros tipos de misiones extranjeras y puestos o permitir su establecimiento en Cisjordania o la Franja de Gaza, el nombramiento o admisión de equipo diplomático o consular, y el ejercicio de funciones diplomáticas. En forma no menos importante, el liderazgo palestino esta comprometido, en el articulo XXXI, párrafo
Evidentemente, dadas las cosas como están, y tomando en cuenta el devenir histórico de los acontecimientos, Israel tiene más y mejores derechos sobre Judea y Samaria y la Franja de Gaza que los palestinos, y las leyes internacionales y principios de pactos arreglados con los palestinos, lo avalan. Los palestinos no tienen razones, tienen excusas. No tienen argumentos de peso, tienen mentiras eficaces. Su romántica y fantasiosa lucha contra el autofabricado enemigo judío, debe toparse con un obstáculo imposible de sortear: las verdades y legitimidades de Israel. Aún si los palestinos ganan en la ONU, Israel debe sobreponerse con más fuerza en su justa causa de existencia y seguridad. Haciendo valer todos los cuerpos legales, eventos históricos y justificaciones morales que están de su lado, Israel debe triunfar en esta contienda.
Ezequiel Eiben
4-6-2011
Fuentes:
1- Palestina quiere un Estado independiente en 2011
http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=28594
2- Un estado palestino en 2011 con o sin Israel
http://www.publico.es/internacional/246174/un-estado-palestino-en-2011-con-o-sin-israel
3- El primer ministro palestino presenta un plan para tener un estado en 2011
http://www.lavanguardia.com/internacional/noticias/20090825/53772286761/el-primer-ministro-palestino-presenta-un-plan-para-tener-un-estado-en-2011.html
4- «Palestina, fin de la conquista y fundación del estado»
http://corresponsalisraelpalestina.wordpress.com/2009/08/25/palestina-fin-de-la-conquista-y-fundacion-del-estado/
5- Robert H. Serry y su apoyo a un Estado unilateral palestino – Rubén Kaplan
http://www.guysen.com/es/articles.php?sid=14419
6- España no reconocerá por ahora al Estado palestino
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Titular/33959/
7- España no reconocerá por ahora al Estado palestino
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Titular/33959/
8- España garantizó a Israel que no reconocerá al Estado palestino
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/34553/
9- «España reconocerá al Estado palestino sobre las líneas de 1967»
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/37741/
10- «Inglaterra y Francia reconocerán próximamente al Estado palestino»
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Primera_Linea/36831/
11- Netanyahu: la unidad palestina no permitirá el avance en el proceso de paz – Barak Ravid y Avi Issacharoff
http://www.radiojai.com.ar/OnLine/notiDetalle.asp?id_Noticia=54311
12- EEUU no tratará con el Gobierno palestino a menos que Hamás cambie
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Titular/37240/
13- Una clase magistral de Khaled Abu Toameh – Traducción de www.porisrael.org
http://elrejunteil.wordpress.com/2009/02/24/una-clase-magistral-de-khaled-abu-toameh/
14- Acuerdo Fatah- Hamás: Otro clavo en el ataúd del proceso de paz
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/37159/
15- Fatah-Hamás: ¿Hacia la reconciliación tras dos años de conflicto? – Michael Bloch
http://www.guysen.com/es/articles.php?sid=10808
16- El Plan Mubarak: Proceso de Paz en dos años
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Titular/23515/
17- Fatah-Hamás: ¿Hacia la reconciliación tras dos años de conflicto? – Michael Bloch
http://www.guysen.com/es/articles.php?sid=10808
18- Leibniz por Serres
http://deleuzefilosofia.blogspot.com/2009/08/leibniz-por-serres.html
19- «Estamos frente a una nueva humanidad», asegura Michel Serres
http://www.lanacion.com.ar/683921
20- Entrevista a Julián Schvindlerman
http://www.kehilacordoba.org/novedades_ver.asp?id_noticia=2779
21- DISCURSO DEL PRIMER MINISTRO NETANYAHU ANTE EL CONGRESO AMERICANO
http://soysionista.blogspot.com/2011/05/discurso-del-primer-ministro-netanyahu_25.html
22- Netanyahu: Israel no puede impedir que la ONU declare el Estado palestino
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/37730/
23- Livni: La declaración de la ONU no creará al Estado palestino
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/37731/
24- Cien ONG reconocen un estado palestino en las fronteras de 1967
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/34766/
25- Reconocimiento de un estado palestino – Prematuro, Legalmente Invalido, y Minando cualquier Proceso de Negociación de Buena Fe – Alan Baker
http://soysionista.blogspot.com/2010/12/reconocimiento-de-un-estado-palestino.html
26- Reconocimiento de un estado palestino – Prematuro, Legalmente Invalido, y Minando cualquier Proceso de Negociación de Buena Fe – Alan Baker
http://soysionista.blogspot.com/2010/12/reconocimiento-de-un-estado-palestino.html
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