Melanie Phillips
09 de mayo de 2011
Estimado Primer Ministro,
Me interesó leer que, cuando se reunió con el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, esta semana, usted dijo:
«Gran Bretaña es un buen amigo de Israel y nuestro apoyo a Israel y a la seguridad de Israel es algo que he descrito en el pasado, y lo haré de nuevo, como inquebrantable».
Me pregunto, por lo tanto, si hace usted un hábito de amenazar a sus amigos. Porque usted también dijo que, a menos que Israel ‘se comprometa seriamente en un proceso de paz significativo’ con la Autoridad Palestina, lo más probable es que Gran Bretaña apruebe el ‘Estado de Palestina’ para el que la AP se espera que busque el reconocimiento en la ONU en septiembre.
Éste no es tanto el comportamiento de un amigo, sino el tipo de intimidación que remite más a un chantaje de la mafia.
Primero de todo, usted ha decidido presionar a la víctima, incomprensiblemente, en este conflicto, para que haga las paces con su agresor, a pesar de que la víctima es la parte que, constantemente, trata de hacer la paz, mientras que el agresor no lo hace. Es la AP la que se ha negado a negociar con Israel, no al revés, sobre las falsas bases que la expansión israelí de viviendas judías, más allá de la ‘Línea Verde’, es un obstáculo para las negociaciones.
Me pregunto si podría usted explicar, tanto a Gran Bretaña como al pueblo judío, por qué no insiste usted en que el Sr. Abbas ‘se comprometa seriamente en un proceso de paz significativo’ renunciando de forma inequívoca – tanto en inglés como en árabe – a sus repetidas afirmaciones de que su pueblo nunca aceptará a Israel como un estado judío, el casus belli de todo el conflicto.
Me pregunto también si podría usted explicar, tanto a Gran Bretaña como al pueblo judío, por qué respalda, implícitamente, la racista limpieza étnica inherente al hipotético «Estado de Palestina» que la Autoridad Palestina dice que declarará – un estado en el que, el señor Abbas ha declarado repetidamente, a ningún judío se le permitirá vivir – pero que usted ha amenazado con apoyar. Estoy segura de que el pueblo británico, en particular, estaría interesado en saber cuándo decidió usted que el racismo y la limpieza étnica fuera parte de su programa de modernización para el Partido Conservador.
A continuación, me pregunto si podría usted aclararnos exactamente, por qué el gobierno británico ha dado la bienvenida a la alianza celebrada entre Hamas y el Fatah del Sr. Abbas, y por qué cree usted que esto pueda hacer avanzar la causa de la paz. Como sabe usted, su gobierno sigue considerando a Hamas como una organización terrorista. Más que eso, Hamas está comprometido explícitamente a la destrucción de Israel y al genocidio de los judíos, una plataforma de la que, ha declarado explícitamente esta semana, no va a retractarse. Y como usted sabe, tras la muerte de Osama bin Laden, el líder de Hamas en Gaza, Ismail Haniyeh, condenó el ‘asesinato de un guerrero sagrado de los musulmanes – mientras que, por su parte, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el departamento terrorista de la organización Fatah, que no parece que usted piense que es un obstáculo para la paz, calificó la muerte de Bin Laden como ‘una catástrofe’ y se comprometió a intensificar la jihad para establecer el dominio del Islam en el mundo.
Estoy segura de que todos anhelamos saber por qué usted, un Primer Ministro Conservador y el supuesto aliado de Estados Unidos en la defensa del mundo libre, ha elegido aplaudir y promover una coalición que incluye a fanáticos genocidas que comparten la cama tanto con Al Qaeda como con Irán, sino también por qué está amenazando a su víctima, Israel, por qué Gran Bretaña aprueba un estado gobernado por esta coalición genocida, a menos que el propio Israel entre en negociaciones con el mismo. Para continuar con la analogía de la mafia, esto es parecido a amenazar a alguien con que si no se pone una pistola en la boca y aprieta el gatillo, le mandará usted a la mafia para lograr el mismo resultado.
Estaría agradecida si usted pudiera explicarnos por qué apoya el asesinato del líder de Al Qaeda, así como las sanciones contra Irán, sobre la base de que ambos representan una amenaza intolerable para el mundo libre y, sin embargo, al mismo tiempo demanda de Israel que haga concesiones a una coalición de la que forman parte los aliados de Irán y al Qaeda. Estoy seguro de que a todos nos gustaría saber, si es así como usted trata a sus ‘amigos’, ¿cómo trataría a sus enemigos?
Me doy cuenta, Primer Ministro, que antes que asumiera el alto cargo, su conocimiento e interés sobre los asuntos exteriores se ubicaban alrededor de cero. Como resultado, es probable que su único conocimiento de Medio Oriente provenga de las Oficina de Exteriores y de la Commonwealth, que tienen una historia de antagonismo virulento hacia el pueblo judío. También esperaría, sin embargo, que usted pusiera un ojo sobre su propio lugar en la historia y que, probablemente, le gustara ser visto por las generaciones futuras como el Primer Ministro Británico que estuvo de pie, hombro con hombro, con las víctimas de la agresión genocida y en contra de sus destructores, en lugar de al revés.
Si logra usted ubicarse en la posición correcta y evitar así tal infamia póstuma, es vital que se dé cuenta de cuál es el punto clave acerca del impasse de Medio Oriente. Para llegar a una solución, es imperativo, en primer lugar, identificar correctamente el problema. El problema en Medio Oriente no es la ausencia de un Estado de Palestina. Si ése fuera el caso, el problema se habría resuelto cuando un tal estado se planteó por primera vez, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial.
El problema es, por el contrario, que los árabes quieren destruir al Estado de Israel. La solución, por lo tanto, es detenerlos para que dejen de tratar de hacerlo.
Y para lograrlo, es esencial que Occidente deje de recompensarlos por sus esfuerzos.
Porque la única más importante razón para la infinita naturaleza del impasse de Medio Oriente es que, durante más de nueve décadas, Occidente ha premiado únicamente a los agresores árabes y castigado a sus víctimas judías. Y desde el principio, el líder occidental de este infernal proceso, me temo, fue Gran Bretaña.
Fueron los británicos los que, por pura impresionante malicia contra el pueblo judío, primero incitaron a los árabes (hasta entonces mayormente benignamente dispuestos) contra los judíos que regresaban a su patria ancestral en Palestina, en los primeros años del siglo 20. Fueron los británicos los que se dispusieron a socavar y revertir la política de su propio gobierno para restablecer el Hogar Nacional Judío en la Tierra de Israel. Fueron los británicos quienes renegaron de su vinculante tratado internacional, que los obligaba a asentar a los judíos en toda Palestina – incluidas las zonas que actualmente se conocen como «Margen Occidental» y Gaza – con el resultado que mantuvieron fuera a los judíos desesperados tratando de huir de la Europa nazi, causando que miles fueran asesinados en el Holocausto. Al mismo tiempo, alentaron la inmigración árabe desde los países vecinos e hicieron la vista gorda ante los pogromos llevados a cabo por estos recién llegados árabes contra los judíos, cuyas tierras se suponía que les pertenecían – sentando así las bases para la falsa afirmación de que los árabes eran los herederos legítimos de la tierra. Y todo el tiempo, los británicos encubrieron esta atroz traición, con la melosa ficción que eran los verdaderos amigos del pueblo judío y tenían sus intereses en el corazón.
La historia de los británicos en este terrible conflicto entre el judío y el árabe, no es meramente una crónica de la mayor pérfida y malevolente intolerancia judeofóbica. También es directamente responsable de la continuación del conflicto hasta la actualidad. Porque la agresión árabe contra los judíos ha sido recompensada y alentada desde el principio, robándoles a los judíos su legítima herencia y dándoles grandes trozos de la misma a sus agresores. Pero si los agresores son recompensados, el inevitable resultado es más agresión, hasta lograr su terrible objetivo final.
Y ese mismo proceso es evidente hoy en día, con el grotesco respaldo de Gran Bretaña, esta semana, a la coalición para el genocidio y con la imprudente presión de su gobierno a Israel para que negocie, con sus enemigos mortales, su propia destrucción. Primer Ministro, el virus de la judeofobia prolifera ahora, una vez más, en toda Europa – sin hablar del mundo árabe y musulmán. Y el combustible para el fuego es el conjunto de falsedades genocidas acerca de la guerra árabe y musulmana de exterminio contra Israel, una Gran Mentira que ha convertido en víctima al agresor, y viceversa. Espantosamente, el gobierno británico está ayudando a avivar este vil infierno al apoyar muchas de estas falsedades – y ahora, todavía peor, promoviendo realmente la coalición para el genocidio y dando una vuelta de tuerca sobre su víctima. Las similitudes con las décadas de 1930 y 1940 son asombrosas y horribles – similitudes no simplemente con lo que se permitió que se desarrolle en Europa, sino también con lo que ocurrió en la propia Palestina, la fuente del terrible impasse actual.
Primer Ministro, si no es usted muy cuidadoso, realmente la historia juzgará que re-estableció una línea directa de nuevo a la malevolencia de los británicos en Palestina; de nuevo a esa época terrible en que Gran Bretaña tan vilmente traicionó al pueblo judío y se convirtió en parte del genocidio; de nuevo al enfoque que les dio a los fanáticos genocidas la esperanza de que la victoria estaba a su alcance. Hacer frente a todo esto – la locura definitoria de nuestro tiempo – le demandaría a usted, lo sé muy bien, la mayor condición de estadista y el mayor valor moral. Pero la alternativa es ganar el desprecio de la gente decente en todas partes y el desprecio de la posteridad. La elección, Primer Ministro, es suya.
Atentamente,
Melanie Phillips
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusión: www.porisrael.org
Tengo algunas inquietudes sobre la afirmación en esta carta abierta sobre la posición de víctima de Israel: ¿Cómo puede ser víctima el país más y mejor armado de oriente? ¿De qué manera pueden justificar la muerte de miles de palestinos por parte del ejercito israelí? ¿Existen cifras comparativas reales en donde se muestren los números proporcionales reales de víctimas israelíes y palestinas? ¿Por qué el punto de vista que no está del lado de los intereses judíos es tachado de antisemita, fascista o antidemocrático? ¿Por qué son los sionistas los únicos con derecho a etiquetar a los demás? ¿ Por qué estos temas no se discuten abierta e imparcialmente en los medios de comunicación? Solicito respuestas objetivas y reales, no las respuestas parcializadas de los medios de comunicación dominantes. Me gustaría obtener respuestas que no sean vicerales.