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| domingo diciembre 22, 2024

Rehén durante cinco años en Gaza


Renzo Rossello  

“El País”

enzoroselloLleva 1.826 días secuestrado. Cuando los milicianos palestinos lo capturaron tenía 19 años. Su rostro juvenil se convirtió en un símbolo, los rasgos humanos de un conflicto que lleva seis décadas. Se llama Gilad Shalit. Su última prueba de vida fue dada a conocer en septiembre de 2009.

A los 11 años escribió un cuento que tituló «Cuando el tiburón y el pez se conocieron». La historia relata la amistad secreta entre dos enemigos naturales y cómo, pese a los consejos en contrario de mamá tiburón y mamá pez, fueron amigos durante todas sus vidas. Aquel niño nunca sospechó qué dimensión podría alcanzar su pequeño relato infantil, cuánto de aprendizaje humano entrañaban aquellos garabatos y cuánto dicen ahora.

El 25 de junio de 2006 Gilad Shalit tenía 19 años y cumplía el servicio militar en las Fuerzas de Defensa de Israel. Los tres años de servicio obligatorio que cada padre israelí vive con una indefinible mezcla de fervor y temor. Según los datos oficiales tan solo el 15% de los miles de reclutas que anualmente cumplen servicio militar es enviado a zonas de conflicto. Gilad era parte de esa minoría.

Ese día su misión era patrullar uno de los pasos fronterizos con la Franja de Gaza, Kerem Shalom. El año anterior el gobierno israelí había dispuesto la retirada unilateral de Gaza, un plan que es referido en los documentos oficiales como «desconexión». Se trataba de una concesión hecha por el Estado judío durante las accidentadas negociaciones de paz. Por entonces este territorio palestino ya se hallaba bajo franco dominio del Movimiento Hamas, que a partir de las elecciones de 2007 formó gobierno y plantó su enemistad con la Autoridad Palestina.

En el entorno de la Franja de Gaza vive un millón y medio de israelíes. Ello convierte a la custodia militar de la zona en una misión particularmente sensible. Los ataques con cohetes Qassam y misiles Grad desde territorio gazací son constantes aún hoy.

Hasta aquel día el paso de Kerem Shalom no había sido una zona especialmente hostil. Quizá por ello la patrulla militar israelí que recorría la zona fue rápidamente sorprendida por el grupo de milicianos del Hamas que, literalmente, brotó de la tierra. Algunos expertos sostienen que la incursión del grupo terrorista no se diferenciaba de otras acciones hostiles contra blancos militares israelíes. Los milicianos abrieron fuego contra los soldados. El sargento Pavel Slutzker y el teniente Hanan Barak fueron abatidos por los disparos. Otros cinco soldados cayeron heridos. Gilad fue capturado. Por el mismo túnel que emergieron los milicianos -uno de los mil túneles que la inteligencia militar estima hay en Gaza, por donde pasan pertrechos militares y contrabando- se llevaron a Shalit aquel 25 de junio.

LA CARPA. Cada mañana, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu se levanta para ir a su despacho ve la misma escena por la ventana. La carpa que Noam Shalit y su esposa Aviva levantaron contra uno de los muros de la residencia oficial en Jerusalén está allí desde 2009. En la vereda de enfrente un gran cartel que lleva la cuenta de los días de cautiverio.

El día que un grupo de 25 periodistas latinoamericanos -quien suscribe entre ellos- visitó la carpa el cartel anunciaba: «Día 1.632».

Noam Shalit es ingeniero industrial y con su esposa y sus otros dos hijos vivían en Galilea. Pero los padres de Gilad decidieron que no hay hogar hasta que no vuelva su hijo.

«Nosotros fuimos de las personas que se alegraron cuando se devolvió la Franja de Gaza», dice Noam a los periodistas, con la nota de amargura en la voz que desde hace cinco años ha ido minándolo.

Mientras Noam habla, su esposa Aviva se mantiene en silencio, a su lado, mirando más hacia adentro que a la pequeña multitud que se agolpa en la carpa. Ninguno de los periodistas necesita preguntarle cómo se siente, el dolor mudo se le escapa por cada uno de los poros.

Noam, en cambio, habla en inglés con fluidez y su voz se eleva un grado solamente cuando reclama al gobierno israelí. Parece haber aprendido a esquivar las trampas del odio con limpieza. «Hacen videos que son presentados en la plaza pública en Gaza, donde muestran a Gilad en cautiverio. Pero nosotros tratamos de no darle importancia a esta guerra psicológica que hacen sobre nosotros», se explica.

En el momento de la entrevista colectiva la última «prueba de vida» había sido un video difundido en septiembre de 2009, en el que Gilad leía un texto preparado por sus captores del Hamas. «Hablamos de cuatro años y medio que a Gilad no lo ve nadie», decía entonces Noam.

Todas las negociaciones han fracasado hasta la fecha. Las más recientes fueron las mediaciones de Alemania y de Egipto. En el primer caso, hace poco más de un mes, la negociación llegó a punto muerto. Algo más auspiciosas parecieron las mediaciones del gobierno militar egipcio, pero hasta ahora no arrojaron resultados concretos.

Una posibilidad manejada es que Gilad sea canjeado por alrededor de mil prisioneros palestinos. Noam Shalit confía en esta vía. «A los terroristas que sean liberados y vuelvan a cometer actos de terrorismo, el Estado de Israel podrá volver a hacerse cargo de ellos», argumenta.

EL CLAMOR.

 El jueves pasado, Hamas volvió a rechazar la posibilidad de que un comité de la Cruz Roja Internacional visite a Gilad Shalit.

Desde el viernes, miles de personas realizaron movilizaciones en distintos puntos de Israel. El clamor por la liberación de Gilad no ha cesado en estos cinco años, pero ahora se ha vuelto más encendido por el estancamiento en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Ni siquiera el reciente acercamiento entre Hamas y la Autoridad Palestina ha mitigado el temor por la suerte del joven soldado.

Al clamor popular se han sumado varias organizaciones. Amnistía Internacional, la israelí Betzelem y la palestina Pchr-Gaza difundieron el viernes un documento conjunto en el que piden a Hamas el fin del trato «inhumano y cruel» hacia el prisionero. También exigen que el gobierno de Gaza garantice el encuentro de Gilad con los enviados de Cruz Roja.

Gobierno israelí revocará privilegios de prisioneros palestinos por terrorismo

La situación de Gilad Shalit al cumplirse cinco años de cautiverio motivó la respuesta del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu el viernes pasado.

La negativa de Hamas a permitir la visita de enviados de la Cruz Roja Internacional motivó una enérgica respuesta del premier. «He decidido cambiar la política de Israel hacia los terroristas detenidos en cárceles israelíes», anunció Netanyahu.

La medida implica revocar los privilegios concedidos a los prisioneros palestinos mediante el cual podían cursar estudios académicos. «Puse fin a este absurdo procedimiento por el cual los terroristas en las cárceles israelíes, que han asesinado gente inocente se inscriben en estudios académicos. No habrá más maestrías por asesinato o doctorados por terrorismo», agregó el premier israelí.

Por su parte el director del Comité Internacional de la Cruz Roja, Yves Daccord, expresó su malestar con la negativa de Hamas y sostuvo que «la familia de Shalit tiene, bajo el amparo de la ley humanitaria internacional, el derecho de estar en contacto con su hijo».

«Debido a que desde hace cerca de dos años que no hay señales de vida de Shalit, la Cruz Roja exige a Hamás que demuestre que está vivo», reclamó Daccord, quien recordó las obligaciones que tiene Hamas respecto del derecho internacional y el tratamiento humanitario a prisioneros.

Una pieza del ajedrez israelo-palestino

Israel desocupó la Franja de Gaza en 2005. Tras la llamada «desconexión», en 2006 tuvieron lugar las elecciones legislativas en Gaza y Cisjordania, en las que el Movimiento Hamas resultó electo y a partir de 2007 formó un gobierno de facto, desconociendo a la Autoridad Palestina.

Entre diciembre de 2008 y enero de 2009 tuvo lugar la Operación Plomo Fundido de las Fuerzas de Defensa de Israel contra el Movimiento Hamas. En el conflicto hubo 1.400 bajas de palestinos, algo menos de la mitad eran civiles. Durante ese conflicto hubo versiones de que Gilad Shalit había resultado herido durante los bombardeos israelíes a territorio gazecí. El Ejército israelí no dio crédito a la versión y, de hecho, en septiembre de 2009 sus captores divulgaron un video como prueba de vida en el que se ve al soldado israelí con un diario de la fecha.

 
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