El «Realismo» del Departamento de Estado de EE.UU. no es Realista
Amr Bargisi
2 de agosto de 2011
http://www.hudson-ny.org/2306/muslim-brotherhood-moderation
Aunque, en los primeros días de la revolución de Egipto, la narrativa predominante en los medios de comunicación estadounidenses y los círculos de toma de decisiones, insistió en que la revolución había sido realizada por gente esencialmente secular — que Egipto estaba a punto de convertirse en una verdadera democracia liberal – más tarde, la participación de los grupos islamistas en la revolución se hizo demasiado evidente como para pasarla por alto.
Al principio, todo el mundo escuchaba acerca de cismas entre los islamistas, cómo su «nueva generación», en particular los que se separaban de la Hermandad Musulmana (HM), eran completamente diferentes de sus predecesores. La «nueva generación», se decía, era mundana, de mente abierta y adoptaba los valores occidentales de tolerancia y diversidad. Con estos nuevos líderes a cargo, se dijo además, Egipto estaba a punto de convertirse en una verdadera democracia liberal.
Hoy en día, reconociendo que el ascenso del islamismo parece inevitable, la nueva tendencia es la de «captar» a los grupos islamistas más «moderados», principalmente a la Hermandad Musulmana que, según la página web del NY Times sobre la Hermandad Musulmana, no tienen «necesariamente la intención de establecer un estado islámico». Esta política, probablemente, puede verse más penetrantemente, hace unas pocas semanas atrás, en la invitación oficial al diálogo extendida por la Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, a la Hermandad Musulmana. Desde entonces, la retórica de Washington DC ha cambiado. Nadie habla más de democracia liberal; toda la conversación ahora trata acerca de ser «realista». Este enfoque será aún más relevante después de la marcha de un millón de hombres sólo islamistas por la «defensa de la identidad y la voluntad popular», que es muy probable que le dé el golpe final a cualquier pretensión de poder por parte de los partidos seculares.
Aunque es probable que sea ya demasiado tarde para que la política exterior de EE.UU. influya en el curso de los acontecimientos en Egipto, sería bueno que el nivel de involucramiento oficial de Estados Unidos con la HM fuera mínimo, de lo contrario, citando a Daniel Patrick Moynihan, la administración estaría, simplemente, «definiendo la desviación hacia abajo»: el aumento de la tolerancia estadounidense para legitimar el islamismo. Discutir si la HM es verdaderamente «moderada» es irrelevante, ya que el concepto mismo de «islamismo moderado» es un oxímoron. El término «moderado» ha sido utilizado, falazmente, sólo para aclarar la distinción entre musulmanes (referidos como moderados) e islamistas (referidos como radicales). Para dar un poco de cuerpo a esta distinción, el Islam es una religión: un conjunto de creencias metafísicas y éticas, equivalente en Occidente al cristianismo o al judaísmo. El islamismo es una ideología política: prescribe cómo los gobiernos, las sociedades y los individuos deberían actuar, y equivalente en Occidente, por ejemplo, al marxismo. Un devoto musulmán, por ejemplo, no va a beber alcohol y puede creer, realmente, que nadie debería hacerlo; un islamista, por el contrario, trata de establecer un gobierno que prohíba completamente el alcohol.
Muchas personas en Occidente creen que el islamismo es equivalente a la estricta adhesión a las enseñanzas del Islam, por lo que aplican el término «moderado» a aquellos que no son tan estrictos. El hecho es que los principios fundamentales del islamismo no se derivan de la religión, sino que se basan en teorías, mayormente, de origen moderno. Aquellos que rechazan estos principios no son musulmanes «moderados», simplemente no son islamistas.
Un islamista no puede ser «moderado» acerca de estos principios, en particular la Soberanía de la Shari’a (Hakimiya) y la Superioridad de la Civilización Islámica (temprana). Si bien las definiciones de la ley de la Shari’a y de la civilización islámica pueden variar, el predominio histórico de la ortodoxia, sobre todo en el Islam sunita, ha mantenido a las variaciones en un mínimo. No obstante, estas dos máximas – imponer la ley de la Shari’a y la superioridad del Islam – están en directa oposición al liberalismo occidental tal como lo conocemos. La Ley de la Shari’a se opone a la noción de los derechos humanos universales e individuales; y la civilización islámica se basa únicamente en el concepto de «justicia»: lo que está dentro de la ley de la Shari’a es justo, todo lo que está fuera de la ley de la Shari’a es injusto, sin ningún interés, en absoluto, en el concepto de «libertad de elección».
Islamista «moderado» es, de hecho, nada más que pragmatismo mal interpretado. Los islamistas pueden, por ejemplo, adoptar la democracia como medio para imponer la ley de la Shari’a, o pueden renunciar a la violencia como medio para demostrar la superioridad del Islam, pero los fines – la imposición de la shari’a y la superioridad del Islam – siguen siendo los mismos. En este sentido, es innegable que la Hermandad Musulmana egipcia está entre los más pragmáticos – pero no siempre benignos. Considérese este fatwa en el sitio web oficial de la HM, en respuesta a una pregunta sobre si trabajar para un banco está prohibido debido a la práctica de la usura: «La usura no está más relacionada con un empleado del banco o con un empleado de una empresa, es parte de toda nuestra economía y del sistema financiero (…), una situación que no se cambiará ni se mitigará por un empleado que se abstenga de trabajar para un banco o una empresa, y si prohibimos a todos los musulmanes trabajar en los bancos, el resultado sería que los no musulmanes, judíos y otros, controlarían los asuntos de los bancos».
El pragmatismo, sin embargo, es de doble filo. Mientras que las necesidades de la vida moderna, o un régimen autoritario, pueden obligar a los islamistas pragmáticos, tales como la HM, a seguir caminos que consideran incompatibles con el Islam, como trabajar para bancos, la presión de grupos ideológicamente más comprometidos y menos pragmáticos, como los salafistas, en un Egipto democrático, podrían hacer que la HM adopte una línea más estricta para ganar sus votos.
Esta dinámica – bien entendida y prevista por todos los islamistas – socava todos los análisis optimistas sobre las secesiones y las diferencias dentro del espectro islamista. Ahmed El-Naqib, por ejemplo, una de las autoridades salafistas más respetadas, respondió a la pregunta de si lo salafistas apoyarían a la HM en las elecciones, diciendo: «Si la HM pudiera, a través de nuestra ayuda, llegar al poder, ¿cuál es el problema? Los ayudaríamos. Ellos no son infieles (kafir). El zapato de un miembro de la HM se acerca más a nosotros que una nación de esos infieles». Cuando uno de los asistentes planteó la objeción de que «Las declaraciones [de la HM] son de terror [es decir, demasiado suaves]», Al-Naqib le aseguró: «Es porque están siendo observados. Los nazarenos [el término Salafista para cristianos] los están observando. Estados Unidos los está observando. Los partidos seculares los están observando. Tratan de llegar con argumentos que no asusten a la gente. Pero tenemos que mantenernos a cara descubierta. Tenemos que seguir siendo el espantapájaros. Éstos tienen que tener miedo también. Así, una mano palmea el hombro y una mano golpea el cuello».
Los líderes de la HM no son, ni siquiera, tan sutiles como para esconder sus convicciones. En una entrevista con Michael J. Totten y Armin Rosen, a principios de este mes, Essam El-Erian, uno de los tres líderes del partido político de la HM, de reciente creación, y quien es considerado el rostro «moderado» de la HM, pronunció una larga diatriba antiestadounidense, diciendo que Gadafi era un agente estadounidense e implicando una conspiración en los ataques del 11/9.
Otra cuestión que nunca será cambiada por la «moderación» es la animosidad inquebrantable hacia Israel. El programa político del Partido Libertad y Justicia de la HM, en la página 24, declara que: «La cuestión de Palestina es el tema más importante de la seguridad nacional egipcia, además de ser una causa árabe o musulmana, porque la entidad sionista es una entidad racista, colonizadora y expansionista, que posee armas de destrucción masiva, que ha provocado el estallido de muchas guerras en la región, afectando la situación geográfica, política, social y económica, alterando los programas de desarrollo y desplazando personas de sus hogares, además de adueñarse de lugares sagrados islámicos y cristianos de Palestina. Por lo tanto, el Partido ve la necesidad de hacer todos los esfuerzos para resolver este problema y garantizar los derechos de autodeterminación de los palestinos y el regreso de los refugiados a sus hogares, establecer su estado y su capital Jerusalem, restaurar todos los lugares santos de los musulmanes y los cristianos en Palestina y la evacuación de toda la región (Medio Oriente) de armas de destrucción masiva». Por supuesto, ésto suena muy «moderado» en comparación con los frecuentes llamamientos del liderazgo de la HM, incluyendo al Guía Supremo, de anular el tratado Egipcio-Israelí, así como también con los miles de artículos antisemitas y declaraciones de sus miembros. Buscando en Google, el término «[los] sionistas», en árabe en el sitio web oficial de la HM, da un impresionante resultado de 70.500; se puede adivinar cuántos de esos son favorables.
El recién descubierto «realismo» del Departamento de Estado, será tan ineficaz y contraproducente como su anterior idealismo. A pesar de que los islamistas de Egipto pueden terminar no tomando completo control sobre el país en un futuro cercano están, sin duda, en el camino correcto para el más lejano futuro. La generación de la Primavera Árabe, y sus seguidores en occidente, lo más probable es que se enfrentarán a un enemigo que nunca pensaron que existiría: la Tiranía Democrática – gobierno despótico islámico impuesto por la mayoría en las urnas – la peor de todas.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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