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| jueves abril 25, 2024

La paz no está a la vuelta de la esquina


Ana Jerozolimski

Editorial de Semanario Hebreo-Uruguay

mediooriente-conflicto

¿Qué más apropiado, al llegar el nuevo año, que abrigar la esperanza de que traiga la paz para Israel y sus vecinos? Lamentablemente, nada indica que este sueño esté por cumplirse.

Las partes seguirán acusándose mutuamente por la situación actual. ES cierto que cada una aporta lo suyo y que también del lado israelí hay cosas y actitudes que si fueran distintas, habrían acelerado el logro de un acuerdo. Pero a nuestro criterio, el tema de fondo es otro.

Claro que un gobierno israelí más liberal y menos conservador que el actual, que acepte retirarse de inmediato a las líneas del 67 y esté de acuerdo con diversas concesiones a los palestinos, “facilitaría” las cosas..La pregunta es si el acuerdo que surgiría entonces sería realmente sinónimo de paz o comienzo de nuevos problemas.

El viernes 23 de setiembre quedará registrado en las actas de la Asamblea General de la ONU como un día histórico, en el que los palestinos presentaron oficialmente su pedido de reconocimiento de un Estado palestino independiente y su incorporación como miembro número 194 del organismo mundial.

Pero para quienes escuchamos con  atención cada palabra de lo dicho por el Presidente  palestino Mahmud Abbas y el Premier israelí Benjamín Netanyahu,  el  punto central fue otro. No esa petición formal ni el análisis sobre sus eventuales resultado-que tienen por cierto gran importancia- sino una triste conclusión: las diferencias entre las partes son abismales  y por ende, la distancia que hay aún por recorrer hasta que se logre un acuerdo de paz israelo-palestino parece inconmensurable.

El discurso del Presidente palestino fue un discurso hostil, sumamente duro y dedicado a presentar a Israel en términos totalmente oscuros, acusándolo de  “apartheid”, “colonialismo”, “racismo” y “limpieza étnica”. No fueron palabras de un potencial socio en negociaciones de paz, con el que se discrepa a fondo, sino de quien parece haber renunciado a la opción negociadora, colocando todas sus esperanzas en la arena internacional.

La frustración palestina tiene su razón de ser. Pasaron 18 años desde que comenzó el proceso de paz, y no hay aún un Estado palestino independiente. Lo que falta, es autocrítica.

El Presidente Abbas no explicó por qué a dos grandes propuestas presentadas hasta ahora en términos de avanzada por jefes de gobierno de Israel a los palestinos, se respondió con un “no”  o simplemente no se contestó. Y no eran Premiers de derecha como el actual, sino el laborista Ehud Barak que habló con Yasser Arafat, y Ehud Olmert de Kadima que negoció con él mismo, con Abbas. Hablaron en su momento  de una retirada casi total de los territorios en disputa, más intercambio de territorios del Israel soberano a cambio del pequeño porcentaje que quedaría en manos de Israel para mantener dentro de sus límites al grueso de la población judía de los asentamientos, y hasta de la división de Jerusalem..Pero no hubo con quién concretarlo.

El discurso del Primer Ministro de Israel fue el del jefe del ejecutivo de un país que se siente asediado, rodeado de enemigos  y hostigado por ellos, mientras algunos le amenazan directamente con destrucción, para lo cual explicó también, con números, las pequeñas medidas del Estado de Israel, como ser que “sin Cisjordania, Israel tiene sólo 9 millas de ancho”. En términos uruguayos, recordemos que Israel, sin los territorios, es como el departamento de Tacuarembó. No lo decimos en absoluto para justificar seguir controlando Cisjordania, porque creemos que es sumamente negativo para el futuro de Israel, sino para intentar explicar la problemática de seguridad.

Netanyahu no  respondió a Abbas con su misma moneda. Si bien también le criticó, optó por destacar la posibilidad aún existente, según él, de lograr la paz juntos. Sus críticos inclusive dentro de casa le dirán que las declaraciones no alcanzan ni tampoco las citas bíblicas sobre la paz y que lo central es que deje de construir en los asentamientos, a fin de volver a la posibilidad de negociar.

Netanyahu se refirió explícitamente también a este polémico tema, retrucando a la frase de Abbas, según la cual los asentamientos son el “meollo” del problema, el origen del conflicto y la razón por la cual “se han desperdiciado tantas oportunidades de paz”. Sin dejar de presentarlos como un “problema que debe ser abordado y al que hay que hallar una solución”, Netanyahu le recordó a Abbas los hechos históricos: que el conflicto con Israel y las guerras árabes en su contra comenzaron mucho antes de que haya  territorios ocupados y de que exista siquiera un asentamiento.

Israel no puede minimizar la importancia del tema asentamientos, que se ha convertido en  uno de los más simbólicos en la agenda bilateral. Y los palestinos no pueden olvidar que el conflicto-y no sólo de parte de los países árabes  sino también los atentados de la propia OLP-comenzaron mucho antes de que Israel comience a construir asentamientos.

Abbas, si bien dijo explícitamente que no está quitando legitimidad  a Israel sino sólo a los asentamientos y  buscando el reconocimiento de la legitimidad palestina, se refirió varias veces a la “nakba” de hace 63 años, dando a entender nuevamente que la creación de Israel fue una “catástrofe” para los palestinos, una injusticia..y alegando que de por medio hubo una expulsión de los árabes locales. De hecho, dio a entender que la ocupación fue la creación de Israel en el 48, no la guerra del 67…Eso no inspira demasiada confianza al israelí promedio.

Hablar del problema de los refugiados como un fenómeno originado en la expulsión, sin mencionar siquiera que la guerra estalló porque los árabes rechazaron la resolución 181 de la Asamblea General que recomendaba la partición “entre un estado judío y otro árabe”, es extraño para un gobernante que tanto habló de la legitimidad internacional. Los primeros en violar esa legitimidad internacional, fueron los ejércitos  árabes y las fuerzas palestinas del Mufti Hajj Amin el Husseini que atacaron de inmediato a Israel y así impidieron la implementación de la resolución ya mencionada.

El estancamiento actual no terminará con frases altisonantes sino con un verdadero esfuerzo por solucionar el conflicto. Israel tiene mucho que aportar, claro que sí. Pero sería bueno que el mundo recuerde que los palestinos también.

Uno de los elementos claves que deben cambiar en la retórica y actitud oficial palestina, y que no debería ser tomado en absoluto como concesión, es el insistente intento de hacer caso omiso del vínculo histórico entre el pueblo judío y su tierra. El propio Abbas reitero patéticamente este pecaminoso e ignorante modelo, al hablar de la tierra santa “para cristianos y musulmanes”.

Nos contamos entre quienes consideran que Israel tendrá que hacer concesiones para llegar a un acuerdo, no por los palestinos, sino por su propio futuro. Pero actitudes como la recién mencionada, del Presidente Abbas, nada aporta a inspirar confianza para atreverse a correr riesgos.

 
Comentarios

Abbas busca la legitimación internacional de su reclamo, de forma de saltearse unas negociaciones de paz con Israel que no quiere, para así poder seguir reclamándole territorios sin tener que ceder nada a cambio. Israel por su parte, tiene el antecedente de haberse retirado de Gaza y haber recibido como respuesta una lluvia de cohetes desde entonces, en lugar de un gesto de buena voluntad encaminado hacia la paz. No solo Abbas habló de una tierra santa para cristianos (eso quiero verlo) y musulmanes, sino un estado palestino «libre de judíos». Ninguna de las dos afirmaciones es un buen presagio.

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