Alan M. Dershowitz
21 de septiembre de 2011
http://www.hudson-ny.org/2442/united-nations-palestine
A las Naciones Unidas se le pide que conceda a los palestinos el estatus de un «estado», al menos para algunos propósitos. Surge la pregunta ¿qué tipo de estado será? En un esfuerzo por atraer el apoyo de occidente, la Autoridad Palestina afirma que se convertirá en otro «estado democrático secular». Hamas, que ganó las últimas elecciones parlamentarias, no está de acuerdo. Quiere que Palestina sea un estado musulmán regido por la ley Sharia.
Sabemos lo que el liderazgo palestino le está diciendo a Occidente. Ahora echemos un vistazo a lo que le está diciendo a su propio pueblo que, después de todo, será el que tome la decisión final, si Palestina fuera, realmente, una democracia.
El proyecto de constitución para el nuevo Estado de Palestina declara que «el Islam es la religión oficial de Palestina». También establece que la ley Sharia será «la principal fuente de legislación». Es irónico que, el mismo liderazgo palestino que apoya estos conceptos para Palestina, se niega a reconocer que Israel es el estado-nación del pueblo judío. Israel, en contraste con el propuesto estado palestino, no tiene una religión oficial del estado. Aunque es un estado judío, esa descripción no es religiosa, sino más bien de carácter nacional. Otorga iguales derechos al islam, al cristianismo y a otras religiones, así como también a ateos y agnósticos. De hecho, una muy alta proporción de los israelíes se describen a sí mismos como seculares.
El nuevo Estado palestino prohibiría a todos los judíos ser ciudadanos, ser propietarios de tierras o, incluso, vivir en el estado musulmán de Palestina. Al embajador de la OLP en Estados Unidos se le preguntó, durante una entrevista, «¿Cualquier judío que se encuentre dentro de las fronteras de Palestina tendrá que irse?» Su respuesta: «¡Absolutamente!» Después de muchas críticas, el embajador trató de dar vuelta su declaración, diciendo que se aplicaba sólo a los judíos «que estén dentro de la ocupación». Sea lo que sea que signifique, una cosa está clara: gran número de judíos no serán bienvenido a permanecer en la Palestina islámica como ciudadanos iguales. En contraste, Israel cuenta con más de 1 millón de ciudadanos árabes, la mayoría de los cuales son musulmanes. Son iguales ante la ley, salvo que no tienen que servir en el ejército israelí.
La nueva Palestina tendrá la misma «ley de retorno», a la cual exige que Israel renuncie. Todos los palestinos, no importa donde vivan e independientemente de si alguna vez pusieron un pie en Palestina, serán bienvenidos al nuevo estado, mientras que un judío cuya familia ha vivido en Hebron durante miles de años será excluido.
En resumen, el nuevo estado palestino será un genuino estado de apartheid. Practicará la discriminación religiosa y étnica, tendrá una religión oficial y basará sus leyes en los preceptos de una religión. ¡Imagínense cual será la situación de los gays bajo la ley Sharia!
El liderazgo palestino acusa a Israel de tener caminos que están limitados sólo para judíos. Esto es completamente falso: un pequeño número de caminos en la Margen Occidental están restringidos a los israelíes, pero están abiertos por igual a judíos, musulmanes y cristianos israelíes. Todo el estado de Palestina tendrá un cartel «no se permiten judíos».
Es de destacar que las mismas personas que se quejan con más fuerza sobre la ley de retorno de Israel y de su carácter como estado-nación del pueblo judío, no dicen nada cuando se trata del nuevo estado palestino. ¿Es que esta gente espera más de los judíos de lo que esperan de los musulmanes? Si es así, ¿no es esa una forma de racismo?
¿Cómo serían las fronteras de un estado palestino, si los palestinos se salieran con la suya sin necesidad de negociar con Israel? Los palestinos obtendrían, como punto de partida, todas las tierras previamente ocupadas por Jordania, antes de la guerra de 1967, en la cual Jordania atacó a Israel. Este retorno al status quo que condujo a la Guerra de los 6 Días, es incompatible con la intención de la Resolución 242 de Consejo de Seguridad, que contempla algunos cambios territoriales.
Los nuevos límites de este estado palestino incluiría el lugar más sagrado del judaísmo, el Muro de los Lamentos. También incluiría las vías de acceso a la Universidad Hebrea, que Jordania utilizó para cerrar esta gran institución de enseñanza, fundada por los judíos hace casi 100 años. El nuevo estado palestino incorporaría también el Barrio Judío de Jerusalem, en el que judíos han vivido durante 3000 años, a excepción de los períodos de tiempo durante los cuales fueron expulsados ??por la fuerza.
Se contempla, por supuesto, que Israel recupere estas áreas como parte de un intercambio de tierras con los palestinos. Pero no hay certeza de que los palestinos estarían de acuerdo en un intercambio de tierras razonable. Los líderes palestinos ya han dicho que mantendrán como rehenes estos importantes y sagrados sitios para exigencias poco razonables. Por ejemplo, el Muro de los Lamentos cubre sólo unas pocas hectáreas, pero el liderazgo palestino ha indicado que estas hectáreas son de las más valiosas del mundo, y para que Israel las recupere, tendría que entregar miles de hectáreas. Lo mismo podría decirse del camino de acceso a la Universidad Hebrea y el Barrio Judío.
Cuando Jordania controlaba estas áreas, el gobierno jordano las hizo Judenrein – los judíos no podían rezar en el Muro de los Lamentos, visitar el Barrio Judío o tener acceso a la Universidad Hebrea. No hay ninguna razón para creer que un estado palestino trataría a los judíos de forma diferente, si tuviera el control sobre estas áreas.
Una Palestina de Apartheid, islámica, Judenrein, en las fronteras de 1967 es una receta para el desastre. Es por eso que un estado palestino razonable debe ser el resultado de negociaciones con Israel, y no el resultado de una irreflexiva votación en las Naciones Unidas.
Los líderes palestinos e israelíes se encuentran ahora en Nueva York. El Primer Ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, se ha ofrecido a sentarse y negociar, sin precondiciones, una paz realista basada en una solución de dos estados. El Presidente Abbas debería aceptar esa oferta, que realmente les dará a los palestinos un estado viable, en lugar de una barata victoria de papel que generará expectativas pero disminuirá las perspectivas de una paz real.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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