Yossi Klein Halevi
19 de septiembre de 2011
The New Republic
Jerusalem – Cuando los votos de la ONU sobre la condición de estado palestino, y ex aliados regionales del estado judío, como Turquía y Egipto, se vuelven abiertamente hostiles, gran parte de la comunidad internacional culpa a Israel por su propio aislamiento.
Si sólo Israel hubiera pedido disculpas a Turquía por la muerte de nueve de sus nacionales en la flotilla de Gaza del año pasado, se argumenta, el Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan no habría amenazado ahora con enviar barcos de guerra frente a la costa israelí. Si sólo Israel se hubiera disculpado ante Egipto por la muerte accidental de seis de sus soldados cuando helicópteros israelíes entraron en territorio egipcio en busca de terroristas, en agosto pasado, una turba egipcia no habría saqueado la embajada israelí en El Cairo, mientras los líderes egipcios se negaban a recibir llamadas desesperadas de los líderes israelíes. Y si sólo Israel hubiera detenido la construcción en los asentamientos y ofrecido a los palestinos una solución justa, ahora no se dirigirían a la ONU para sustituir el proceso de negociación por una solución impuesta.
Esta convergencia de culpas llega en un momento de vulnerabilidad espiritual para los judíos. Ésta es, después de todo, nuestra temporada de arrepentimiento. Cuando nos acercamos a Rosh Hashaná, se intensifica el proceso de auto-examen. Y como la tradición judía lo pone de relieve, la base del arrepentimiento es la disculpa. Antes de buscar el perdón de Di-s, hemos de buscar el perdón de aquellos a quienes hemos herido, incluso inadvertidamente.
Pero en la actual atmósfera los judíos deberían resistir la tentación de echarse la culpa. La disculpa es la intención de sanar. Sin embargo, aquellos que exigen disculpas de Israel no están buscando la reconciliación, sino lo opuesto: criminalizar al Estado judío y anular su derecho a defenderse.
Si alguna disculpa estuviera próxima, debería ser sobre la base de hechos. Erdogan comenzó a desmantelar la alianza turco-israelí mucho antes del incidente de la flotilla, que entonces tomó como pretexto para romper los lazos con Israel: su objetivo no es restaurar las relaciones turco-israelíes, sino reforzar su imagen en el mundo musulmán como el líder que humilló a Israel. Sin embargo, en el espíritu de este tiempo de arrepentimiento, Israel podría ofrecer a Erdogan la siguiente solución: Nos disculpamos por la pérdida de vidas, y usted se disculpa por alentar a jihadistas de Turquía a violar el cerco legal y moral de Israel contra el régimen terrorista en Gaza.
Lo mismo con Egipto: Israel se disculpa por la muerte accidental de soldados egipcios – aunque no está claro si fueron muertos por fuego israelí o por un terrorista suicida palestino -, al mismo tiempo que Egipto se disculpa por la atmósfera de odio contra Israel instigada por el gobierno, como la reciente portada de una de las revistas más importantes de Egipto, Octubre, que presenta a Netanyahu como Hitler.
La cuestión palestina, desde luego, es mucho más complicada. Israel, el mundo árabe y los propios líderes palestinos, comparten toda la culpa de la tragedia palestina. En circunstancias apropiadas – en un ambiente de mutuo arrepentimiento – Israel se disculparía por su papel en el desplazamiento y la ocupación de los palestinos. Y los palestinos se disculparían por su papel en fomentar el rechazo del mundo árabe al regreso a casa del pueblo judío y por fomentar también la renovación del antisemitismo a escala global. Y luego cada lado perdonaría al otro por haber estado tan atrapado en su propio trauma, que no pudo reconocer el trauma del otro.
Pero Israel no tiene la culpa de la ausencia de paz.
Quiero ver a mi gobierno declarar una congelamiento indefinido de los asentamientos, transmitiendo el mensaje, a los palestinos y al mundo árabe, que no tiene interés en mantener la ocupación, aparte de las necesidades de seguridad, que el pueblo judío no volvió a casa para negarle a otro pueblo su sensación de hogar.
Pero un congelamiento de los asentamientos, aunque esencial para nuestra propia integridad, no llevará a los palestinos de vuelta a la mesa de negociaciones. El congelamiento de asentamientos, de diez meses, de Netanyahu no tuvo precedentes – ésa fue la palabra usada por la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton. Sin embargo, la Autoridad Palestina continuó boicoteando las conversaciones.
¿Podría Netanyahu ofrecerles a los palestinos un estado a lo largo del equivalente de las fronteras de 1967, a cambio de la aceptación palestina de un estado judío y el abandono de la demanda de retorno de los refugiados a Israel?: Mi sensación es que sí. Me gustaría que explícitamente lo dijera, incluso si eso significara arriesgar su coalición.
Pero, en verdad, la cuestión de lo que Netanyahu concedería es irrelevante. Se les ofreció a los palestinos el equivalente de las fronteras de 1967, por parte de los el ex primeros ministros israelíes Ehud Barak y Ehud Olmert. Sin embargo, los líderes palestinos rechazaron las ofertas porque se negaron a renunciar al «sagrado» derecho de retorno, como lo llama el jefe de la AP, Mahmoud Abbas, es decir, al derecho sagrado de la destrucción del estado judío, a través de la subversión demográfica. El gobierno de Netanyahu no es la causa de la ruptura del proceso de paz, sino su resultado.
La tentación de los judíos para la auto-recriminación, está profundamente arraigada en la psicología sionista. El sionismo, después de todo, fue una revuelta contra el fatalismo judío. Si la situación de los judíos es insostenible, entonces, claramente, la culpa está en la falta de iniciativa judía. Si lo queréis, dijo el fundador sionista Teodoro Herzl, no es un sueño.
Derechistas e izquierdistas israelíes están de acuerdo, en efecto, que Israel puede determinar unilateralmente su propia realidad, independientemente de las circunstancias externas. Si Israel carece de seguridad, insiste la derecha, eso es porque no hemos proyectado energía y disuasión suficiente. Y si Israel no tiene paz, insiste la izquierda, eso es porque no hemos estado lo suficientemente próximos en la oferta de concesiones.
Ambos, derecha e izquierda, por tanto, implícitamente descartan a los árabes como un factor independiente, con su propia voluntad y agenda. Pero ¿qué pasa si el mundo árabe no acepta la legitimidad de Israel? ¿Qué pasa si Medio Oriente está experimentando transformaciones que tienen poco o nada que ver con lo que quiere Israel?
Este Rosh Hashaná voy a pedir perdón por mis propios pecados y por los pecados colectivos de Israel, como insiste la liturgia. Pero voy a retener mis disculpas políticas para una época en que esas confesiones no sean manipuladas en mi contra. No hay ninguna obligación religiosa de colaborar en mi propia demonización. No voy a buscar el perdón de aquellos que niegan mi derecho a existir.
Yossi Klein Halevi es un editor colaborador de The New Republic y un miembro del Instituto Shalom Hartman de Jerusalem.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusión: www.porisrael.org
Por eso nunca tienen paz, cada uno espera algo del otro y nunca dan nada ellos,el dar debe ser deinteresado, se olia a millas que lo de netanyahu era una estrategia para que la comunidad internacional lo dejara de molestar, no se puede ir a una mesa sin intensiones sinceras. la pregunta es obvia ¿estarian comodos con la «solucion final al problema palestino»?