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| martes diciembre 24, 2024

El Caso Liberal por Israel


Jonathan Miller

huffingtonpost.com

28/11/2011

 

http://www.huffingtonpost.com/jonathanmiller/the-liberal-case-for-isra_b_1114880.html?ref=fb&src=sp&comm_ref=false

¿La bandera palestina en un mitin de derechos de los homosexuales?

Es la imagen icónica, irónica, de la Nueva Nueva Izquierda.

El sentimiento es familiar: una minoría maltratada identificándose con la célebre víctima de la academia radical.

Pero la yuxtaposición, de estas dos causas en particular, sería absurdamente comiquísima, si no fuera profundamente trágica: el régimen de Hamas, representado por esa bandera, degrada, oprime, encarcela, acosa, agrede y tortura a homosexuales y lesbianas.

Imagínense lo que pasaría si se ondeara una bandera de los derechos homosexuales en la ciudad de Gaza.

(Pensándolo bien, ni siquiera lo imaginen.)

Por supuesto, el ondeo de bandera es menos probable un respaldo a Hamas que un símbolo de la persistente preocupación de la extrema izquierda por la reticente ocupación de Israel de las tierras que capturó en su lucha defensiva por la supervivencia existencial, durante la Guerra de los Seis Días de 1967.

No voy a utilizar esta columna para volver a entablar ese debate.

Más bien, como un miembro acreditado del centro-izquierda de Estados Unidos – aquellos de nosotros que nos llamamos liberales, progresistas y/o corriente principal Demócrata – escribo para compartir, con mis compañeros de viaje ideológico, una realidad muy poco difundida: Que Israel no es, simplemente, la única democracia de la región y el más fuerte aliado de Estados Unidos; sino que el estado judío también modela los valores liberales y progresistas, tan bien como – o mejor aún que –el de cualquier otra nación en la actualidad.

No pretendo que Israel es perfecto. Como en EE.UU., una minoría, que se hace oír, de literalistas bíblicos domina desproporcionadamente sobre la política pública. Como en EE.UU., los políticos de extrema derecha avivan la ira pública demonizando a grupos minoritarios. Y como en EE.UU., los ataques terroristas en la patria, a veces provocan reacciones oficiales exageradas. (Por supuesto, en Israel, cada día es 12-S).

Pero, con defectos y todo, el estado de Israel es un moderno ejemplar del credo liberal proclamado por el agonizante Guerrero Feliz, Hubert Humphrey, en 1977:

La prueba moral de un gobierno es cómo trata a aquellos que están en los albores de la vida, los niños; a aquellos que están en el ocaso de la vida, los ancianos; y a aquellos que están en las sombras de la vida – los enfermos, los necesitados y las personas con discapacidad.

Mi reciente viaje a Israel ilustra elocuentemente cómo ese país sobresale en la prueba moral de Humphrey. Permítanme compartir algunos ejemplos:

El Talón de Aquiles histórico de Estados Unidos comparte el subtexto de los mejores momentos de Israel. Es revelador que Israel sea la única nación en la historia del mundo que saca a un enorme número de hombres, mujeres y niños negros, de la esclavitud en África a la libertad en el extranjero. En un Centro de Absorción de Inmigración, en los suburbios de Jerusalén, me reuní con decenas de inmigrantes de Etiopía, una pequeña muestra de los más de 120.000 judíos etíopes que han emigrado a Israel en las últimas décadas, más espectacularmente en dos operaciones militares encubiertas, la Operación Moisés (1984) y la Operación Salomón (1991). Con sus vidas en peligro debido a la hambruna y a la inestabilidad política, miles fueron trasladados vía aérea a Israel para posibilitarles comenzar una nueva vida. Y en las décadas siguientes, Israel ha invertido muchos millones de dólares para educar, alimentar, vestir, dar refugio y equipar a estos inmigrantes para la vida moderna.

Justicia Económica

 

[Mis lectores conservadores: Por favor, cierren los ojos por la siguiente frase.] El Estado de Israel fue establecido en 1948 como una nación socialista, construida sobre principios de distribución de la riqueza de sus colectivos tesoros agrarios, conocidos comúnmente como kibutzim. Más recientemente, Israel ha saltado al capitalismo; y a través de su extraordinaria cultura empresarial, la pequeña nación se ha convertido en un líder mundial en el desarrollo tecnológico e innovación en energía limpia. (La lectura obligada del bestseller Startup Nation explica por qué Israel tiene la mayor densidad de nuevas empresas en el mundo, y por qué más empresas israelíes cotizan en NASDAQ que todas las empresas europeas combinadas). Cuando la reciente explosión de éxito de capital de riesgo exacerbó la desigualdad del ingreso nacional, millones salieron a las calles – más de 400.000, sólo en Tel Aviv – y las manifestaciones se caracterizaron por la total ausencia de violencia e, incluso, de arrestos. Y a diferencia de la reacción política estadounidense Occupy Wall Street (que abarcó desde hostil hasta condescendiente), el gobierno israelí de centro-derecha respondió inmediatamente con importantes reformas económicas que impulsaron los gastos en bienestar, recortaron los gastos en defensa, y sí…esperen eso…aumentaron los impuestos sobre las ganancias de capital, las corporaciones y los ricos: aquellos que ganan anualmente más de un millón de shekels (unos $250.000).

Salud de los Niños y Otorgamiento de Poderes

 

Desde una edad muy temprana, los niños israelíes deben desarrollar habilidades de supervivencia que parecerían incomprensibles a sus consentidos primos estadounidenses. (Mi grupo de gira visitó un jardín de infantes, dentro del alcance de los cohetes de Hamas de Gaza, que utiliza un juego de mesa para enseñarles a los niños de 5 años de edad, cómo encontrar los refugios). Ésa es, quizás, la razón por la que la política israelí coloca como especial prioridad la salud y el bienestar de sus ciudadanos más jóvenes. Los niños – como todos los israelíes – disfrutan de un acceso universal a la atención de la salud administrada por el gobierno, un sistema socializado de medicina que hace que el Obamacare parezca Dickensiano. Y los esfuerzos del gobierno van mucho más allá, ocupándose de las amplias necesidades educativas, nutricionales y emocionales de todos sus niños. Un faro orgulloso emana de sus jóvenes pueblos – originalmente establecidos para proteger y sostener a los huérfanos de guerra – que ahora el país destina para la juventud en riesgo. Me reuní con el personal y los adolescentes en la aldea juvenil Yemin Orde, y quedé totalmente impresionado por la filosofía educativa que promueve la auto-estima, celebra la diversidad de culturas, y les da a sus residentes habilidades de liderazgo y ocupacionales. El modelo – que ahora está siendo  replicado en todo el mundo – es realmente una «luz para las naciones».

Libertades Civiles

 

Mientras mucha tinta virtual se ha derramado lamentando la valla de seguridad de Israel en la Margen Occidental, los resultados, innegablemente, demuestran su valor: Entre 2000 y 2005, los ataques terroristas mataron a más de 1.000 civiles israelíes, hirieron a más de 5.000 y obligaron a la nación entera a vivir en constante peligro. Hoy en día, con las barreras electrónicas de alta tecnología en pleno funcionamiento, los atentados suicidas parecen como una pesadilla lejana. Pero la tan denostada valla cuenta sólo una pequeña y distorsionada parte de la imagen total de Israel sobre libertades civiles, una realidad que desmiente las calumniosas caracterizaciones de «apartheid», «fascismo», y, Dios no lo quiera, «nazismo». Sobre el telón de fondo de una sociedad que vive continuamente bajo la sombra de las amenazas terroristas, el sistema judicial israelí ha mantenido, regularmente, al gobierno y a los militares en los más altos estándares del imperio de la ley. Como civil estadounidense libertario, Alan Dershowitz, resume convincentemente, en El Caso de Israel, que la Corte Suprema de Israel ha sido notablemente eficaz en la protección de los derechos de los palestinos y prisioneros de guerra, a menudo, a riesgo de soldados e incluso de ciudadanos comunes y corrientes. La Corte ha prohibido la aplicación de presión física (tortura no letal) para obtener información de  terroristas capturados, y sólo una vez, en 63 años de historia de Israel, se ha aplicado la pena de muerte: Adolf Eichmann, el arquitecto del Holocausto nazi, fue la excepción que confirma la regla. Por último, incluso en este ambiente muy constreñido, el libre ejercicio de expresión, crítico del gobierno – brutalmente castigado en los estados vecinos, como Egipto, Libia, Siria e Irán – no simplemente es protegido; es esperado: el padre fundador de Israel, David Ben-Gurion, una vez comentó que «por cada dos judíos, hay tres opiniones». Y capten esto: Israel es la única democracia occidental con un partido islámico fundamentalista que ocupa escaños en su parlamento.

Derechos de los Homosexuales

 

Como sostuve en mi columna inaugural para The Huffington Post, no hay desafío más importante para los derechos civiles, hoy en día, que combatir la discriminación global contra la comunidad LGBT. Israel tiene una orgullosa, abierta y vibrante cultura LGBT; y su historial de protección a homosexuales y lesbianas, es mucho más progresista que el de EE.UU. y la mayoría de los países occidentales. De hecho, en 1993 – el mismo año en que el Congreso de EE.UU. aprobó la desafortunada política «No Pregunte: No Diga» – Israel abolió todas las disposiciones discriminatorias contra los homosexuales en el ejército. Desde esa década, también, los beneficios de la pareja del mismo sexo han sido reconocidos, tanto en el sector público como en el privado, la discriminación por motivos de orientación sexual están prohibidos en el lugar de trabajo, y parejas homosexuales y lesbianas tienen garantizado el derecho de adoptar, con ambos padres compartiendo la completa custodia legal. Y mientras que el matrimonio homosexual, por desgracia, todavía no es legal, los matrimonios del mismo sexo celebrados en otros países reciben completo reconocimiento.

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En la perversa utopía orwelliana, que es nuestro discurso político hoy en día, el oasis libre, diverso y democrático de Israel – envuelto en un desierto de algunos de los regímenes más intolerantes y no liberales del mundo – ha sido elegido por la izquierda radical para sus más injuriosas críticas y sus boicots económicos más apasionados. Algunos han ido tan lejos como para atacar a Israel por jactarse de su innegable historial progresista en temas como derechos de los homosexuales, afirmando que no es más que una distracción para «pintar de rosa» la ocupación de la Margen Occidental.

Tonterías. (¡Uy!, ¿Es eso kosher?)

Se llama promoción del turismo; y teniendo en cuenta el tema, es un notable y alentador desarrollo: sólo puedo soñar con un tiempo en el que mi estado natal de Kentucky lance campañas publicitarias para alentar a los homosexuales y lesbianas para que visiten nuestros hermosos parques estatales.

Yo simplemente pido a mis compañeros progresistas, sean judíos, judaicos o gentiles, que hagan un minucioso, equilibrado y global examen de una nación cuya política pública ya refleja muchas de nuestras prioridades más importantes – promoción de la igualdad, disminución de la discriminación, otorgamiento de poder a los marginados y protección a los más vulnerables. (Ah, sí: El aborto es seguro y legal, ¡también!)

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En la última noche de mi viaje a Israel, miré por la ventana de mi restaurante y le saqué una foto a la imagen de arriba. Una bandera del orgullo gay ondeaba tranquila en una concurrida zona comercial en el centro de Jerusalén.

Entre los vecinos de Israel, tal acto podría incitar a la violencia. En muchas zonas de nuestro propio país, podría provocar indignación.

Pero en Israel, es sólo una escena callejera corriente: una mundana – y sin embargo sublime – declaración de libertad dentro de una ampliamente diversa, tolerante y abierta cultura.

Con todos sus defectos, el experimento sionista ha surgido – tranquila y vibrantemente – como una clara demostración del poder de los valores progresistas.

Siéntanse libres de criticar a Israel cuando está equivocado. Pero no dejen de celebrarlo cuando está en lo correcto. Porque siempre que los valores liberales florecen, merecen nuestro aplauso.

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusión: www.porisrael.org

 
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