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| viernes abril 26, 2024

Ventajas y desafíos de la Cúpula de Hierro tras sus primeras incursiones


Inbal Landau

Fuente: Aurora

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En agosto pasado un video aficionado, que circuló por los canales de televisión e internet, mostraba cómo la Cúpula de Hierro interceptaba proyectiles lanzados desde Gaza hacia Beer Sheva. Esto ocurría en la ola de violencia desatada tras el asesinato de 8 israelíes en el atentado múltiple ocurrido en las cercanías de Eilat y en la que en sólo unos días fueron lanzados más de un centenar de cohetes en zonas de Israel con mucha población.

 El muchacho que grababa no podía evitar manifestarse emocionado al ver cómo en el aire se sucedían las explosiones que evitaban que los cohetes alcanzaran territorio israelí. Además de la batería de Beer Sheva, estaba en funcionamiento entonces la de Ashkelon y, según dijo a Aurora la empresa de armamento Rafael -que asociada al Ministerio de Defensa desarrolló la Cúpula de Hierro-, la intercepción en agosto fue de un 90%, «lo que es un logro destacable en cualquier escala». Por su parte el vocero para medios internacionales del Ejército, Arie Shalicar, señaló que «el sistema ha probado por sí mismo que es efectivo».

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 Sin duda resultó bastante impresionante la actuación de este escudo antimisiles que cuenta con un sistema inteligente capaz de localizar cohetes enemigos a través de cámaras y radares e interceptarlos mediante proyectiles propios mientras están en pleno vuelo. Por entonces las opiniones críticas, que habían aparecido incluso antes de la primera incursión de la Cúpula de Hierro en abril, centradas sobre todo en su incapacidad para interceptar proyectiles lanzados a menos de 5 kilómetros de distancia -lo que deja desprotegidos a los poblados más cercanos a Gaza- y en los altos costos del sistema, no pudieron empañar la sensación generalizada de éxito con el despliegue de esta tecnología de punta.

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Sin embargo en un episodio de la última oleada de violencia desatada el 26 de octubre -en la que en menos de una semana fueron lanzados sobre el sur casi 60 proyectiles, y luego siguieron cayendo con menor frecuencia- desde Gaza por parte de la Jihad Islámica y otras facciones terroristas menores, la Cúpula de Hierro no funcionó debidamente y aparecieron cuestionamientos sobre su rendimiento propiamente tal.

Luego de que el sistema fallara en la intercepción de cohetes lanzados hacia Ashdod el 29 de octubre, en la prensa se barajaron varios motivos, entre ellos que la batería (que puede moverse de una localidad a otra) no estaba bien posicionada para proteger a esa ciudad y la posibilidad de que los terroristas hayan identificado los métodos para dificultar la acción del escudo antimisiles. Sin embargo al día siguiente el vocero del Ejército, brigadier general Yoav Mordejai, señaló que se había tratado de un problema técnico que ya había sido reparado. Luego de eso continuó la intercepción de misiles.
 

La difícil situación del sur

cupula-hierro4 Desde la desconexión de la Franja de Gaza en 2005, más de 7.000 cohetes y morteros han sido disparados hacia Israel. Pero fue la Segunda Guerra del Líbano -cuando Hizballá lanzó más de 4.000 misiles desde ese país- la que terminó por convencer a las autoridades de la elaboración de la Cúpula de Hierro que comenzó a fabricarse en 2007 por parte de la empresa estatal Rafael. Tras varios simulacros y pruebas, finalmente se empezó a utilizar este año y su funcionamiento fue muy bien evaluado por el Ministerio de Defensa y el Ejército.

 Durante la ofensiva de agosto dos baterías de la Cúpula de Hierro instaladas en Beer Sheva y Ashkelon habían entrado en operación para proteger a una población superior a los 300.000 habitantes. Luego se instaló otra batería en Ashdod para proteger a 200.000 ciudadanos más.
Considerando que en el área que constantemente es objeto de fuego proveniente desde Gaza reside 1.000.000 de personas, este sistema de defensa tiene una importante particularidad: sus unidades se pueden trasladar de una localidad a otra según varíe la situación de seguridad que se esté viviendo. Sin embargo según algunas presunciones en esta última oleada precisamente el problema habría sido que no se le sacó partido a esta facultad. Uno de los motivos que se barajaron para que el sistema haya fallado en interceptar misiles sobre Ashdod fue que la batería que suele estar posicionada en esa zona se había trasladado a Rejovot -ciudad que se ubica más hacia el norte-, para la realización de pruebas, y no se habría devuelto a su lugar en el momento preciso en que se necesitaba.
La argentina Vivi Perelmuter vive hace ocho años en Ashdod junto a su marido y la hija de ambos que hoy tiene 14 años. Vivi dice estar cansada de los ataques y de la presión de vivir escuchando las alarmas que les dan sólo 15 segundos para buscar un lugar protegido donde quedarse. «Esto nos afecta en muchas cosas. Esos días uno duerme vestido y está en alerta las 24 horas. ¿Cuántos días puedes estar sin descansar? Es un desgaste que implica nervios y estrés. Cada vez que entras a bañarte lo piensas, lo haces muy rápido. No haces ninguna actividad que lleve mucho tiempo para estar preparado para salir».

 A pesar de las constantes ofensivas que se viven en el sur del país, se hace imposible acostumbrarse a las condiciones de seguridad. Vivi, que lleva años viviendo ahí, dice sobre la gran oleada de ataques de agosto que «fue terrible. Para mí particularmente fue distinta de las demás porque me agarró pánico por primera vez en 10 años que vivo en Israel. No quería que nadie saliera de casa, que estuviéramos todos juntos, que el perro no bajara del edificio a hacer sus necesidades. Fue muy angustiante por lo que quería para mí y para mi familia. No paré de llorar en todo el tiempo».
 Por eso, cuenta que cuando supo que la tercera batería del sistema antimisiles se instalaría en las cercanías de su ciudad se llenó de esperanzas. «La necesidad de sentir protección es fundamental porque Ashdod se ha convertido en otro punto de ataques», dice. Así como ella, muchos han puesto sus ilusiones en este sistema. Por eso varios alcaldes de las localidades sureñas han insistido al gobierno para que se desplieguen nuevas unidades del sistema antimisiles cerca de sus comunidades.
 Pero si bien las baterías desplegadas complementan las posibilidades de defensa de Israel, ha quedado claro que la Cúpula de Hierro no es un sistema infalible y hay que hacer frente a esa realidad.

 Por eso ciertos analistas han dicho que más bien se trata de una tecnología más, muy útil, pero que debe ponerse en funcionamiento junto a otras medidas de defensa y seguridad, como la inversión en reforzamiento de edificaciones y la construcción de nuevos refugios.
 
Vivir en la frontera
 Sderot ya se ha transformado en un símbolo debido a la cantidad de proyectiles que ha recibido. Al dar una vuelta por sus calles, se puede notar que cada casa tiene su propio refugio y que en una plaza llena de juegos infantiles hay una gran cuncuna de concreto que también a la vez es un refugio. Es que si uno asoma la vista parado encima de una pequeña colina que está en el borde de la ciudad puede ver fácilmente los edificios de Gaza. Si bien se ha logrado interceptar algunos misiles que tenían por objetivo este lugar, se trata de una realidad compleja puesto que si los proyectiles son lanzados desde una zona de los territorios palestinos que implique una distancia menor a los 5 kilómetros, la Cúpula de Hierro no tiene suficiente tiempo para reaccionar.

 Eso es lo que ocurre también con el kibutz Mefalsim, donde viven unas 700 personas. El vatik (antiguo miembro) Dov Grimblat, nacido en Argentina y hoy de 84 años, vive ahí desde 1952 y recuerda entre los distintos ataques que ha vivido su localidad que «cayó un misil que reventó nuestro comedor comunitario y otro cayó en la estación de buses precisamente a la hora en que un bus pasaría a recoger a nuestros niños y tuvimos la suerte de que ese día el bus venía retrasado. En otra oportunidad cayó un misil en nuestro gallinero y otro justo a la salida de una casa donde había un bebé de tres o cuatro meses. Por suerte al escuchar la alarma sus padres ingresaron a la casa y se abalanzaron sobre él para protegerlo. Su puerta quedó completamente destruida. Además han caído cohetes en nuestros campos.

Nunca sabes si van a caer en tu lugar… Acá no ha habido muertos, pero sí en los kibutzim cercanos».
 Conscientes de que no tenían muchas otras alternativas, Dov cuenta que tras una larga espera y dar la pelea consiguieron mejorar sus condiciones de seguridad. «Después de luchar durante ocho años en que cayeron muchos misiles logramos que las autoridades instalaran refugios en cada casa, lo que hicieron dos años atrás en todos los kibutzim de la zona que estaban a menos de 7 kilómetros de Gaza».
 Dov señala que los refugios instalados en cada hogar «nos han dado más seguridad, pero cuando caen muchos misiles no te quedas todo el tiempo en el refugio, hay que seguir viviendo y trabajar también». Sin embargo, como ya se señaló, Mefalsim está fuera de un radio que la Cúpula de Hierro pueda proteger. «Nuestros campos lindan con la frontera de Gaza y en vía aérea estamos a uno o dos kilómetros de allí. Nos dijeron de antemano que no hay ninguna posibilidad de que la Cúpula proteja un lugar que tiene tan poco tiempo antes de la caída de un misil».

 Por eso Dov tiene la esperanza de que en el tiempo que le queda por vivir se haga un acuerdo de paz y dejen de caer proyectiles. Pero mientras eso no se logre, «pedimos al gobierno que encuentre alguna forma de defender de manera más concreta a los kibutzim más cercanos a la frontera con Gaza», dice.
 En cualquier momento puede estallar una ola de violencia y afectar la vida cotidiana de las personas por varios días o incluso semanas. Luego de los ataques iniciados por la Jihad Islámica el 26 de octubre, el Ejército atacó a la célula que los había perpetrado y que, según indicó, preparaba nuevos lanzamientos de misiles.

Después nuevamente se abrió fuego desde Gaza. Y así, una vez más se repitió la historia de ataques y contraataques en la que la jornada del 29 de octubre fue especialmente compleja ya que alrededor de 20 misiles fueron lanzados contra el sur. Por eso al día siguiente se cancelaran las clases en todas las comunidades que estuvieran a menos de 40 kilómetros de Gaza y se hizo un llamado a que los residentes se mantuvieran cerca de los lugares protegidos y que si sonaban las sirenas se quedaran ahí esperando por 10 minutos. La Universidad de Ben Gurión también canceló sus clases y se prohibieron las reuniones masivas (de más de 500 personas) en esa área. Por eso en Beer Sheva se tuvo que cancelar la protesta social que estaba agendada.

 Los ataques acabaron con la vida de un hombre residente de Ashkelon de 56 años y como resultado de las represalias murieron 10 terroristas de la Jihad Islámica y de una facción menor.
 
Sin modelo a seguir
 Sin duda la labor del Ejército es compleja. Mantener la seguridad en este país trasciende las relaciones con los territorios palestinos y con los cuatro países fronterizos (con todos los que se mantiene, aunque en grados sustancialmente distintos, algún nivel de tensión). Esto sumado a la amenaza nuclear iraní, recientemente confirmada por Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), muestra que hay demasiados frentes que considerar a la hora de tomar decisiones en materia de seguridad. Por eso constantemente se trabaja en la elaboración de nuevos sistemas y en la mejora de las tecnologías actuales.

 Si bien hay conciencia de que la Cúpula de Hierro debe ser perfeccionada y probablemente más aún después de la última ofensiva- no es una tarea fácil si se tiene en cuenta que se trata de una tecnología israelí que no se ha desarrollado en ningún otro lugar. «Somos el único país y el único ejército del mundo que está desarrollando esto, por lo que no hay a quién copiar», dice el vocero del Tzáhal, Arie Shalicar, mientras que en Rafael aseguran que de hecho «es el único sistema en el mundo que tiene el propósito de interceptar misiles de corto alcance».

La empresa señala que se están intentando reducir sus costos mientras que el Ejército asegura que se hacen todos los esfuerzos posibles para afinar la tecnología y permitir que logre interceptar todo tipo de proyectiles.
 
Proyecciones y financiamiento
 Ya hace varios meses se dijo que sería necesario instalar un total de 13 baterías para proteger el país por completo. Sin embargo se trata de una técnica muy cara, lo que ha sacado a colación la opinión de más de algún crítico.

El desarrollo del sistema, según ha indicado Rafael, implicó un desembolso de 1000 millones de shékels, lo que equivale a más de 270 millones de dólares. Cada una de las unidades del sistema o baterías tiene un costo de 50 millones de dólares y los misiles interceptores se han valuado en 50.000 dólares cada uno.

 A pesar de que EEUU se comprometió a aportar 205 millones de dólares, lo que alcanzaría para desarrollar cuatro baterías, los altos costos han llevado a que aparezcan opiniones críticas con respecto al despliegue de este sistema que esgrimen que puede desatar un desgaste en el presupuesto de Defensa provocado a sabiendas por los terroristas.

Algunos han comparado el precio de un misil lanzado desde territorio árabe, que puede costar decenas de dólares con el alto precio de impactarlo, dejando de lado las vidas que pueden salvarse. Además, han dicho que si los terroristas desarrollan cohetes más rápidos el rango que resulta inabarcable para la Cúpula de Hierro puede aumentar.

 Tanto la Fuerza Aérea como la empresa Rafael y el Ministerio de Defensa están trabajando para mejorar la tecnología interceptora de misiles, que las autoridades pretenden seguir instalando a lo largo del país, eventualmente también en la frontera del norte con el Líbano. En abril pasado el Primer Ministro Netanyahu decidió asignar fondos para la implementación de cuatro nuevas baterías y el ministro de Defensa, Ehud Barak, ha dicho que para fines de 2012 Israel contará con nueve en total. Sin embargo tras los anuncios de la intención de Netanyahu de reducir el presupuesto de Defensa en unos 3 billones de shékels con tal de igualarlo al de Educación medida que buscaría paliar el descontento manifestado en las protestas por la justicia social- surgieron preocupaciones sobre el financiamiento del sistema antimisiles en el futuro.

 Además de la ayuda económica de EEUU, una de las alternativas barajadas para costear las nuevas baterías es la posibilidad de venderlo a otros países y hacer que de ese modo se autofinancie.
La prensa ha publicado que naciones como India, Singapur y Brasil ya mostraron interés en adquirirla. Recientemente también se mencionó como posibles compradores de EE.UU., quien tendría intenciones de instalar el escudo antimisiles en sus bases de Afganistán e Irak ante la eventualidad de ser atacados con Katyushas, y de Corea del Sur, que la querría para defenderse ante Corea del Norte. Y ya en agosto Rafael había anunciado que se estaba asociando a la estadounidense Raytheon para comercializar el escudo antimisiles en EE.UU.»Naturalmente muchos países han expresado su interés en la Cúpula de Hierro, pero no podemos comentar nada debido al secreto con el cliente», señaló Rafael a Aurora.
 
Sistemas complementarios
 La idea es que la Cúpula de Hierro forme parte de un escudo aéreo con múltiples niveles posicionándose en el más bajo de ellos debido a que su objetivo son los cohetes de corto alcance. En un nivel más alto del escudo se encuentra el sistema Arrow, parcialmente financiado por EE.UU. y que ya es operado por la Fuerza Aérea. Éste intercepta misiles balísticos de largo alcance, es decir que son lanzados desde cientos de kilómetros. Su objetivo es defender a Israel frente a las amenazas provenientes de lugares como Irán y Siria.

 Además se está trabajando en otras tecnologías como la Honda de David (también llamada Varita Mágica) que está desarrollando Rafael junto a Raytheon. Se trata de un sistema para derribar misiles de mediano alcance y otras amenazas aéreas y la idea es utilizarlo ante la amenaza de Hizballah desde el Líbano. «Estamos en la última fase de su desarrollo y se espera que entre en operaciones en 2013», señalan en Rafael.

 
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