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| jueves abril 25, 2024

La Bomba de Newt


David Suissa

www.jewishjournal.com

Newt-Gingrich

«El pueblo palestino no existe», exclamó el político. La audacia de la declaración me impactó, porque provino de la boca de Zahir Muhsein, un miembro del comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina, en una entrevista de 1977 con un periódico holandés.

«La creación de un Estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel para nuestra unidad árabe», continuó Muhsein. «En realidad, hoy en día no hay diferencia entre jordanos, palestinos, sirios y libaneses».

Cuando el candidato Republicano Newt Gingrich efectuó comentarios similares, la semana pasada, llamando a los palestinos un «pueblo inventado», causó un gran alboroto. Gingrich no llegó tan lejos como Muhsein – quien afirmó que la razón misma de «inventar» a los palestinos fue librar la guerra contra Israel – pero, aún así, Gingrich dejó caer el tipo de bomba que casi nunca se oye entre gente civilizada.

La verdadera pregunta es, ¿Y qué? ¿Y qué si los palestinos son un pueblo inventado que sigue amañando su narrativa para hacernos creer que su causa es tan antigua como Dios? ¿Y qué si siguen socavando la narrativa israelí para hacernos creer que la conexión judía con la tierra santa es tan vieja como el Holocausto?

El punto es, ¿No tenemos, aún así, que hacer la paz con ellos?

Como mis amigos de la izquierda sostienen: «Los hechos de la historia no son tan importantes como la realidad. Los palestinos están aquí para quedarse, y tenemos que lidiar con esta realidad».

Durante los últimos 20 años, esta realidad ha sido impulsada por una idea: Israel debe llegar a una solución de dos estados con los palestinos, o se verá obligado, un día, a elegir entre ser judío o ser democrático – una elección imposible.

Este escenario ha creado una obsesión virtual para llegar a un acuerdo. Infundidos de pragmatismo, los buscadores de la paz, de la izquierda y de la derecha, en general, ignoraron la importancia de la historia y restaron importancia a las «verdades incómodas», tales como una incapacidad crónica, en el lado palestino, para hacer la paz con un estado judío.

Pero el pragmatismo nos podría llevar muy lejos. Cuantas más concesiones hizo Israel por la paz, más se acercó a un acuerdo. Y cuanto más se acercó a un acuerdo, más presión recibió para que haga más concesiones.

Así que, ¿qué estuvo mal?

En cuanto a la dinámica de las negociaciones, he aquí mi teoría: Cuando permites que la otra parte socave tu narrativa y distorsione la propia, se corroe el mismo proceso de las negociaciones. Ninguna cantidad de pragmatismo puede compensar esta corrosión.

Basta con observar, por ejemplo, la distorsionada narrativa sobre que Judea y Samaria (Margen Occidental) fueron «robadas al pueblo palestino».

Esto mata cualquier incentivo para que los palestinos hagan concesiones. ¿Por qué? Porque si se cree que algo fue robado, ¿qué hay que negociar? Un ladrón debe devolver lo que robó – sin hacer preguntas. Y si se es el ladrón que debe devolver las tierras, ¿qué «concesiones» se pueden ofrecer, que tengan algún valor?

Si Israel y sus partidarios hubieran establecido, claramente, la reivindicación histórica del estado judío sobre Judea y Samaria, ésto le habría dado un valor real a cualquier concesión israelí en relación con esa tierra. Israel estaría renunciando a tierras por el bien de la paz, no devolviendo tierras porque son robadas.

Del mismo modo, si Israel y sus partidarios hubieran establecido, claramente, el hecho histórico de que el movimiento por un estado palestino era un «invento» moderno, que comenzó en serio después de la captura israelí de Judea y Samaria en 1967 – y que el «pueblo palestino» nunca pidió su «libertad» durante los 19 años anteriores, cuando estaban «ocupados» por Jordania – esto le habría dado un valor real a la concesión de Israel de reconocer la propia existencia y los derechos nacionalistas de un pueblo palestino.

Además, si Israel y sus partidarios hubieran hecho retroceder las mentiras palestinas que socavan los 3.000 años de conexión judía con la tierra santa – y mostrado que se sentían profundamente ofendidos por estas mentiras – habrían sentado las bases para el respeto mutuo y mejorado las perspectivas para la mutua reconciliación.

En cambio, Israel optó por abandonar la historia y centrarse en la seguridad, dejando así el elevado terreno emocional de la justicia histórica a un enemigo que ha trabajado incansablemente para deslegitimar a la empresa sionista.

Es noble decir, «Lo pasado, pisado», y «Vamos a dejar la historia atrás», pero éso sólo funciona si ambas partes lo hacen. Si el rival utiliza historia distorsionada como un arma para socavar, se debe retroceder y afirmar la propia narrativa y los propios derechos; de lo contrario, toda esperanza de mutuo respeto se desmorona.

También es fácil de decir, «Cada parte tiene su propia narrativa, y son igualmente válidas», pero como Shlomo Avineri señaló recientemente en Haaretz, es importante distinguir entre narrativa y verdad histórica.

Cuando Gingrich tuvo la audacia, la semana pasada, de desafiar la narrativa palestina con la verdad histórica, fue ensartado por estar fuera de contacto con la realidad. Pero, ¿de qué realidad estamos hablando? ¿La realidad de un proceso de paz que está prácticamente muerto y de una sociedad palestina que tiene tan poco respeto por la conexión judía con la tierra santa?

Se puede ensartar a Gingrich todo lo que se quiera pero, como el nuevo editor político en jefe de The Journal, Shmuel Rosner, reconoció en su blog, Rosner’s Domain, al menos Gingrich tiene los «hechos correctos». Y los hechos son importantes.

Tal vez lo más práctico que podemos hacer, en esta etapa del proceso de paz, es iniciar un debate que haga responsables a todas las partes por flagrantes mentiras y distorsiones.

Si el proceso de paz no nos ha hecho libres, tal vez la verdad lo haga.

http://www.jewishjournal.com/opinion/article/newts_bombshell_20111212/

Att. del link en ingles: TEU

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusion: www.porisrael.org

 
Comentarios

Es muy interesante que el articulista destaque la falta de empeño de Israel en desmentir la narrativa palestina, insistiendo en la verdad histórica. Esta narrativa, no solo debiera haber sido desmentida, sino denunciada como lo que era: el empeño (todavía vigente) de deslegitimar y procurar que desaparezca el Estado de Israel.

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