Mudar Zahran
14 de febrero de 2012
http://www.stonegateinstitute.org/2841/media-antisemitism
¿Están los medios de comunicación realmente interesados en ayudar a los palestinos, o en realidad sólo en atacar a Israel? La exagerada fijación de los medios de comunicación de atacar a Israel, no sólo daña a los judíos y a alguna oportunidad para la paz, sino también a los palestinos.
Helen Thomas, apodada «la Primera Dama de la Prensa», era una renombrada veterana periodista, «una fuente confiable» en la política de la Casa Blanca y, durante décadas, considerada como un constructora de opinión pública cuando, el 27 de mayo de 2010, efectuó comentarios antisemitas: simplemente quería que los judíos «se fueran al diablo fuera de Palestina» y regresaran a «casa a Polonia, Alemania» o «Estados Unidos».
¿Cómo había logrado mantener su anti-semitismo fuera de la vista todo ese tiempo? ¿Y hasta qué punto el mismo había afectado a sus informes, especialmente sobre el conflicto árabe-israelí? Además, ¿es Thomas un caso aislado? ¿O es sólo la punta del iceberg? ¿Entre los periodistas hay mucho más de este sentimiento prevaleciente bajo la superficie? ¿Cuántas estrellas de los medios de comunicación, antisemitas y prejuiciosas, están por ahí y son más tortuosas que Thomas, y han optado por mantener su antisemitismo todavía en el armario?
Thomas llegó a afirmar que Israel trata a los palestinos de la forma en que los nazis habían tratado a los judíos. Thomas, que es de origen árabe, probablemente sabe que esto no es cierto, de ninguna manera. Todo lo que tenía que hacer era verificar la forma en que su país de ascendencia, Líbano, trata a los palestinos frente a la forma en que Israel lo hace. Mientras los refugiados palestinos en Líbano son institucional y sistemáticamente discriminados, tanto por la sociedad libanesa como por el estado libanés, ¿cómo es que Tomás nunca lo menciona? ¿Está Thomas realmente preocupada por el bienestar de los palestinos o en odiar a los judíos?
Algunos podrían argumentar que el caso de Thomas es remoto; el ex corresponsal de la Casa Blanca, Sam Donaldson, dijo que sus comentarios, probablemente, reflejaban la opinión de muchas personas de ascendencia árabe. No obstante, según la propia descripción de Helen de sí misma, no es realmente árabe. Nacida en 1920 en Kentucky, de padres libaneses, Thomas describió a su familia creciendo en Michigan: «Nunca tuvimos el guión de árabes-estadounidenses. Éramos estadounidenses, y siempre rechacé el guión y creo que todos los inmigrantes asimilados no deberían ser designados étnicamente. O tampoco separados, por supuesto, por raza o credo. Estas son las tendencias que siempre tratan de dividirnos como un pueblo».
Thomas enfatizó su americanismo, incluso en una entrevista con el rabino Nesenoff: cuando éste le preguntó: «¿Habla usted árabe?» ella respondió: «Muy poco. Estábamos muy ocupados americanizando a nuestros padres…». En otras palabras, Thomas es una periodista completamente estadounidense; su caso no es necesariamente un caso aislado porque sea de origen árabe. Por el contrario, lo que es alarmante es cómo Thomas fue capaz de pasar desapercibida, por su prejuicioso antisemitismo, durante más de cinco décadas, mientras contribuía a la opinión pública de Estados Unidos. La pregunta ahora es: ¿Quién otro se encuentra todavía en el armario?
Thomas no ha sido una excepción en los medios de comunicación internacionales que alimentan la demonización de Israel y, sistemáticamente, complican incluso el potencial para la paz, pintando una imagen demoníaca del estado judío. Sin duda, el cuerpo mundial de los medios de comunicación está dispuesto a saltar sobre cualquier historia en la que pueda, rápidamente, demonizar a Israel, ya sea deliberadamente o, simplemente, para obtener una jugosa historia, para el final del día, para complacer al jefe de redacción. Este hábito ha dañado a los palestinos de muchas maneras, por ejemplo: son muy pocos los medios de comunicación interesados en informar sobre las condiciones inhumanas de los palestinos que viven en los países árabes. Los medios de comunicación son excelentes en olvidar el simple hecho que la mayoría de los “refugiados” palestinos, en realidad, viven en países árabes y no en Israel.
Un importante ejemplo es el renombrado periodista británico Robert Fisk, que fue a Jordania, en 2010, para reunirse con beduinos jordanos de derecha, sólo para regresar con un artículo titulado «¿Por qué Jordania está ocupada por palestinos?». Desde entonces, este artículo ha sido utilizado por los beduinos extremistas como el equivalente de Pravda, una publicación de agitación y propaganda soviética que, ni siquiera, pretendían ser noticias. Esos beduinos quieren que los palestinos sean expulsados de Jordania, y Fisk les ha dado su sueño, «15 minutos de fama» en un diario internacional prominente. Una vez más, ¿Estaba el Sr. Fisk preocupado por los palestinos, o en culpar a Israel de todo?
Mientras Fisk es considerado un ejemplo clásico de prejuicio anti-israelí, algunas más jóvenes estrellas de los medios de comunicación, o los pesos pesados emergentes, no necesariamente parecen diferentes. Según el diario británico, The Daily Mail, por ejemplo, el relativamente joven fundador de Wikileaks, Julian Assange, se hundió en la fila anti-semita cuando le dijo a un periodista que pensaba que una conspiración judía estaba trabajando en su contra, la que «incluye» al editor de The Guardian, Alan Rusbridger. Cuando se le dijo que Rusbridger no era judío, Assange señaló que Rusbridger era «una especie de judío», porque estaba relacionado con David Leigh, un periodista judío. ¿Cómo sus opiniones y convicciones, posiblemente, se filtran en la forma en que conduce Wikileaks? Así como le tomó cerca de seis décadas a Helen Thomas hacer salir sus verdaderos sentimientos, esto es algo acerca de lo que, tal vez, sólo puede especularse.
Los periodistas antisemitas, sin embargo, siguen saliendo a la superficie desde todos los orígenes profesionales. Tómese a Matt Moss, por ejemplo, recientemente en la sección de viajes del New York Times que, en un soplo, tomando una combinación de falta de profesionalismo, prejuicio (pre-juzgar algo sin suficiente mirada actual a la misma) y falta de curiosidad, se jactó de que, aunque es judío, el único país en todo el planeta que no quiere visitar es Israel. Ni siquiera tiene la elegancia de reconocer que – en un tiempo anterior, no hace mucho, sin un Israel como el único país que ofrecía refugio a los barcos cargados de personas que huían de la máquina de matar del Tercer Reich, mientras que otros países, incluyendo Estados Unidos, o bien devolvían los barcos o dejaban que se hundieran – también él, muy bien, podría haber terminado en un horno o como una pastilla de jabón de curiosidades.
O tómese a Gregg Easterbrook, quien en 2003 fue despedido de ESPN por un blog que había escrito para New Republic Online, en el que describía a los judíos en la industria del cine, incluyendo al CEO de Disney, Michael Eisner, como «ejecutivos judíos que adoran el dinero sobre todo… promoviendo los beneficios de la adulación de la violencia».
La lista podría seguir y seguir, pero hay otro punto:
La actitud de Thomas no es cruel e injusta sólo para los judíos, también es injusta para los palestinos. Los medios de comunicación, que atacan a Israel y odian a los judíos, no sólo dañan a los judíos; también están dañando a los palestinos. Han establecido una cultura de tolerancia hacia el abuso árabe a los palestinos: las masacres de 1970 de los palestinos en Jordania, por ejemplo, y las masacres de palestinos de la década de 1980 en Líbano, y el abuso de palestinos en Siria y en Irak – antes y después de la caída de Saddam – todos recibieron poca cobertura, comparada con la exagerada fijación de los medios de comunicación sobre Israel.
¿Cómo sirven los medios de comunicación a los palestinos, cuando optan por demonizar a Israel, el único país que les permite a los palestinos, no sólo plena libertad de expresión y de prensa, sino también empleos en los más altos niveles, desde membrecía de pleno derecho en el Parlamento de Israel [Knesset], hasta servir como juez en la Corte Suprema, o nombramientos como embajador en el Cuerpo Diplomático? ¿Los turcos, por ejemplo, hacen eso por sus minorías? ¿Lo hacen los egipcios? ¿Lo hace Jordania? ¿Lo hace algún país árabe?
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusión: www.porisrael.org
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.