Ayala Carmon
Hace 20 años.
Soy Ayala, la quinta y última hija de mi madre, Eli Carmon. A pesar de ser ella mi madre, nunca tendré oportunidad de llamarla por su nombre. Incluso no me recuerdo a mí misma llamándola «mamá», pero es lógico no hacerlo porque no creo que tenga mucha memoria de mis dos años.
Eli Carmon
Éste año festejaré mi cumpleaños número 22 y se conmemoran 20 de aquel día en que, mis hermanos, hermanas y yo, perdimos a nuestra madre y mi padre a su mujer. No puedo escribir cómo se siente la vida «sin» madre dado que nunca supe cómo se siente la vida «con» madre. Es, a mi pesar, una falta a la que uno se acostumbra, también por mi bien y por el bien de todos.
Hace 20 años.
La vida continúa.
Es imposible saber cómo la falta de mamá influyó en cada uno de nosotros. Yo, como dije, tenía dos años y más grandes que yo, otros cuatro hermanos y hermanas que, en su momento, contaban con 12, 10, 8 y 6: Ariel, Maya, Ofer y Ruti. Incluso Ariel, mi hermano mayor, tenía solo 12 años cuando ocurrió el atentado. En relación a todos nosotros, era grande pero, en cualquier otra escala, era un niño. Todos éramos pequeños que teníamos que aprender a enfrentarnos con la situación que nos había tocado y, se puede decir y en cierto sentido, de repente, superarla.
Danny Carmon y Ayala.
Por suerte, nuestro padre es un modelo de valoración y respeto por el modo en que siguió criándonos con sus propias fuerzas y siempre intentando transmitirnos que «la vida continúa»; que se debía aprovechar al máximo y disfrutarla y que, nuestra madre, estaría orgullosa de nosotros si viera en qué personas nos convertimos. Creo que ella lo ve y que está feliz de nosotros y, también, de papá. Creo que, desde arriba, nos observa y protege. Cada vez que tengo miedo, le hablo y le pido que me cuide.
La principal vía por la cual intenté investigar y conocer la vida y la personalidad de mi madre fue a través de la lectura de los diarios que escribía cuando era una jovencita. Es apasionante conocer su personalidad, tan desde adentro y entender, una vez más, cuántas cosas nos transmitió, cuánto nos parecemos en tantos aspectos. Esa lectura me generó sentirme más cerca de ella. La gente que la conoció dice que, en cada uno de nosotros,» los Carmonim», hay algo que la recuerda. A mí siempre me dicen que me parezco a ella y, escucharlo, me alegra cada vez; saber que, a pesar de haber crecido con su falta, tengo mucho de ella. Y lo mismo con respecto a mis hermanos y hermanas.
Continuaremos todos recordándola y queriendo escuchar relatos sobre ella y así conocer, cada vez, otra característica de su personalidad.
Ls hijos de Eliora y Danny Carmon.
Continuaremos siendo fuertes y unidos e intentando ser las mejores personas que podamos, para que siga estando orgullosa de nosotros, de los adultos en los que nos convertimos sin ella, pero con el contexto de su eterna presencia.
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