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| lunes diciembre 23, 2024

La Abolicion de la “Ley Tal”


Disuelve el Parlamento: ¿Causa o Pretexto?

 

Moisés, a las tribus de Gad y Reuben, antes de cruzar el Jordán:

«….¿Salen vuestros hermanos a la guerra y Uds. permaneceréis aquí?»- Números, XXXII, 6.

 

Lic. Samuel Leillen

«»AURORA», 9.5.2012 – «Lag Baomer»

Nuevamente las pasiones internas conmueven a la ciudadanía israelí y a sus organismos institucionales. En una «operación sorpresa», el Primer Ministro Netanyahu resolvió convocar al electorado israelí: en septiembre próximo, después de cumplir 42 meses de gobierno, funcionarán las urnas para conformar el período parlamentario N° 19.

En la historia de los 32 gobiernos israelíes, sólo dos lograron permanecer en el ejercicio del poder más tiempo que el actual, los dos únicos que cumplieron un período gubernamental completo: el gobierno de 51 meses de Golda Meir (15.12.1969 – 10.3.1974) y la primer cadencia de Menachem Begin, de 49 meses (20.6.1977 – 5.8.1981).

Esta vez, la chispa fue la Suprema Corte al determinar anular la famosa «Ley Tal», sancionada años atrás para encauzar la integración de los jóvenes ultraortodoxos («jaredim») al mercado laboral.

El tema es muy complejo, entreverado por parámetros de diversa índole: religiosos, políticos, sociales, cívicos, culturales, económicos, jurídicos, morales.

Tiene relación con el dilema religión-estado tan peculiar de Israel;

es síntoma del conflicto ideológico que fisura a la sociedad judía;

resalta la preocupación por las estimaciones de la demografía nacional;

se complica por las combinaciones y maniobras, típicas del manipuleo político local;

reclama fijar prioridades:

•           ¿Luchar sin concesiones contra los «jaredim»?;

•           ¿Luchar sin concesiones contra los laicos?;

•           ¿Preferir la escisión de la sociedad judía suponiendo que su integridad es anacrónica o utópica?

Supone delinear responsabilidades:

•           La «Ley Tal» no cumplió su cometido ¿Por culpa de los «jaredim» o por culpa del Ejército?;

•           ¿Acaso el Ejército prefirió desentenderse del problema?;

•           ¿Cometió un error la Suprema Corte al anular la vigencia de la ley?

El Instituto de Estudios de la Estrategia Nacional INSS convocó a un amplio debate bajo el título «Ley Tal – Quo vadis? Tres militares retirados, tres analistas académicos, dos parlamentarios en función, expusieron sus puntos de vista en una sesión de conformación de opinión pública tan habituales en Israel.

ANTECEDENTES

La «Ley Tal» fue promulgada hace unos 10 años atrás a fin de encauzar la participación de los «jaredim» en el esfuerzo de seguridad nacional y su incorporación al mercado laboral. La ley preveía un período de prueba de cinco años (2007) y luego una prórroga por cinco años más (2012).

Se dio a los «jaredim» la posibilidad de postergar su enrolamiento hasta los 22 años. A esa edad debían decidir si querían seguir estudiando o ingresar al mercado laboral. Los que comenzarían a trabajar, normalizarían su situación militar realizando un entrenamiento militar de cuatro meses y luego un año de servicio civil. Los que siguieran estudiando no tenían obligación alguna, ni plazo alguno, recibiendo por vida del Estado una pequeña participación económica – hoy son 60,000 «estudiosos de la Torá»!

LA EXPERIENCIA ACUMULADA

Son «jaredim» los integrantes de un conjunto de corrientes judías rabínicas ortodoxas comprometidas con la ley religiosa y muy rigurosa en su cumplimiento. El origen del término estaría en Isaías, LXVI, 5: «Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabras…».

El Dr. Reuben Tal, del Instituto S. Naaman para Investigaciones de Políticas Nacionales, describió al sector como una sociedad cerrada con muchas divisiones internas: ashkenazíes, sefaradíes, «lituanos», «jabadnikim», conversos, etc.

Incluyen unas 850 mil almas, un 10% de la población total, con un crecimiento anual del 5%, lo que significa que cada 14 años el sector duplica su número.

La pobreza es aguda: si en las ciudades del centro de Israel el ingreso per cápita gira alrededor de los NSI 5,000 – 7,000 mensuales, en los poblados de «jaredim» como Betar Illit o Emanuel, el ingreso promedio varía entre NSI 600 – 800 p.c. No son partícipes del mercado laboral y tampoco pagan impuestos ni aportan para enfrentar la carga pública. Así resultan considerados «parásitos». Y esa desigualdad se agrava al no participar tampoco del esfuerzo por la defensa del país.

Si en el año 2005 sólo 300 jaredim se incorporaron al ejército, como resultado de la Ley Tal fueron 3,720 en 2010 y 4,386 en 2011. La Ley Tal también estableció el Servicio Civil obligatorio (en la comunidad, hospitales, etc.), y participaron de él 620 jaredim en 2010 y 1,686 en 2011.

Quiere decir que 10,700 jaredim pasaron por las filas militares o las del Servicio Civil en este último par de años. Esto les permitió adquirir tanto habilidades profesionales como normas de disciplina y orden fuera de la órbita exclusiva de sus rabinos. Esto ofrece cierta esperanza.

¿Resultó oportuno anular la Ley Tal en estos momentos?

LA PERSPECTIVA DEL EJÉRCITO

El ex Rabino Supremo de Tzahal, Cnel. ® Rabbi Avichai Ronetzky, describió la problemática de los marcos existentes del ejército. La participación masiva de los jaredim supone grandes cambios y profundos ajustes: ellos no participarán de actividades en las que participan mujeres; no asistirán a ceremonias en las que actúen mujeres; ellos requieren otras normas rituales, en especial lo relativo a la comida «casher»; realizarán intentos de conversión dentro de las filas de los reclutados; no participarán de ejercicios en que los instructores sean de sexo femenino; etc.

¿Hay que transformar a todo el ejército para poder reclutar a todos los jaredim?

LA ARGUMENTACIÓN RELIGIOSA

Para poder entender todo esto se deben conocer las características especiales de este sector. Ellos sostienen que la Torá (Pentateuco) es la base fundamental de la existencia judía y se debe cumplir la prescripción «…y la estudiarás de día y de noche!». Por lo tanto, todo el que así lo desee, debe ser sostenido para hacerlo durante toda su vida.

Jamás fue así y es un planteo imposible de sostener, opinó el Dr. Yehuda Ben Meir, del INSS y ex ministro de educación por el Partido Religioso Nacional. Incluso el Rambam era médico y filósofo y conocía a los pensadores griegos.

Pero allí no radica el problema: ellos ven en el judaísmo jaredí el último baluarte de la identidad judía, ellos se consideran los que velan por las murallas del judaísmo. Para «salvar» a las nuevas generaciones, hay que «encerrarse» – ni televisión, ni periódicos, ni teatro -, no exponerse a las influencias ajenas, impedir las tentaciones y las oportunidades abominables.

Esta corriente comenzó a incrementarse con la Emancipación y el Iluminismo que caracterizó a Europa hace dos siglos atrás.

¿Es lógico rendirse a sus exigencias separatistas con beneficios exclusivos, discriminatorios?

Por su parte, el MK Rabino Jaim Amsalem, parlamentario disidente de la fracción Shas, hizo un llamado de atención a la «utilización inapropiada de la Torá» para intereses sectoriales. Ya los sabios señalaron que «1000 se iniciaron en la Torá, 100 de ellos llegaron a la Mishná, y apenas 10 compenetraron el Talmud, pero sólo uno servirá de guía». Todos deben incorporarse al ejército, algunos selectos seguirán el camino del estudio exclusivo de la Torá.

Miles de jóvenes encuentran hoy refugio en las yeshivot sin desear ni ser capaces de convertirse en sabios de la Torá. Tampoco todas las yeshivot están capacitadas para lograr esos objetivos. Los criterios para determinar esa capacidad deben ser analizados por una comisión de expertos rabínicos, jueces, especialistas académicos, etc.

¿Podría el diálogo delinear fórmulas concertadas para que todos se enrolen y sólo los muy selectos se dediquen exclusivamente a la Torá?

LA PERSPECTIVA JURÍDICA

El Ab. Moshé Einón, de la Fiscalía militar, consideró a la Ley Tal como «una oportunidad desaprovechada». Mientras la ley general establecía el servicio militar obligatorio para todos, con consideraciones especiales para árabes y unos cientos del sector jaredí, para fines de siglo pasado había unos 10,000 jóvenes judíos exentos de servicio. Se presentaron querellas ante la Suprema Corte, que consideró que el número es «comprensible».

En 1997 se apeló nuevamente a la Corte dado que ya eran 30,000. Esta vez la Corte consideró la situación «exagerada» y como consecuencia se designó a la Comisión Tal para proponer criterios «adecuados» para una exención aceptable del servicio militar.

Hoy son 60,000.

La Comisión encabezada por el ex Juez Tzví Tal esbozó las siguientes conclusiones:

•           No se debe imponer la movilización militar al sector jaredí;

•           Propusieron soluciones «aplicables» y no soluciones «adecuadas»;

•           Sugirieron una solución gradual a ser reconsiderada después de cinco años de aplicación;

•           Reconocieron que lo que proponen es discriminatorio;

•           Indicaron que esperan que el liderazgo jaredí haga un llamado a sus discípulos para que no desvirtúen las ventajas propuestas.

Al promulgarse la ley, nuevamente se recurrió a la Suprema Corte, que definió a la ley como «patológica», que atenta a los principios de igualdad constitucional pues libera a un sector de la población del peligro de ser víctima directa de la situación de seguridad del país e incrementa el riesgo de la población restante.

En definitiva, todos fracasaron: los que propusieron el sistema; los que promulgaron la ley; el ejército, que no dedicó los esfuerzos necesarios para absorber el cambio; el liderazgo jaredí, que no indujo a sus jóvenes a integrarse al sistema; los políticos, que prefirieron los «arreglos circunstanciales» en aras de la conformación de coaliciones gubernamentales.

No es suficiente la promulgación de una ley «inteligente, justa e igualitaria». Debe ser redactada contemplando todas las perspectivas, aplicable y con espíritu de integración y no de «castigo».

¿Tal vez hay que dar más tiempo para que las cosas se desarrollen y estabilicen?

LOS INTERESES POLÍTICOS

El parlamentario MK Zeev Elkin, Presidente de la coalición actual, recordó que el tema surgió por voluntad de los partidos religiosos que querían un programa estable y amplio del cumplimiento del objetivo «la Torá es su profesión…». En realidad, querían proteger a su electorado e incentivarlo, y de esta manera estamos en camino a que «el Estado Sionista» estará compuesto sólo por un 30% de la población que cargue con todas las preocupaciones. El resto se distribuirá entre un 30% árabes, 20% jaredim, 20% religiosos no tan ortodoxos – ninguno de ellos «sionista».

¿Podemos deducir que la discusión sobre las relaciones estado-religión ponen en peligro la existencia de Israel?

Todos los panelistas coincidieron que es imperioso encauzar el tema y concertar vías de participación común atendiendo a las inquietudes del prójimo, evitando que se amplíe el sector de la población que no se identifica con los objetivos del Estado de Israel.

Lic. Samuel Leillen – 6.5.201

 
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