Alberto Mazor
El bíblico Libro de Rut, que leeremos durante la fiesta de Shavuot, recibe su título del nombre de la persona cuya historia relata.
Los nombres propios hebreos tienen significado. Estos pasan inadvertidos para el lector de una traducción de la Biblia, pues los traductores sólo transliteraron los nombres sin intentar explicar el motivo de ellos. Rut era moabita y naturalmente su nombre no es hebreo. No se sabe con certeza la etimología y significado de éste, aunque algunos creen que puede estar relacionado con el sustantivo «reah», lo que vendría a ser, en consecuencia, «amiga» o «amistad».
El Libro de Rut no nos relata la historia de un amor romántico, sino del amor reverente de una viuda joven por la madre de su esposo difunto. El amor que se revela en su carácter es del tipo más puro y abnegado. Aunque era moabita, Rut aceptó como propia la fe de Noemí, y fue recompensada mediante su matrimonio con un noble judío, Boaz, por quien llegó a integrar la tribu de Yehudá y ser antecesora del mismísimo rey David.
Uno de los propósitos del Libro de Rut es justamente ese, informarnos respecto de los antecesores inmediatos de David, el más grande de los reyes de Israel, de cuyo linaje deberá llegar el Mesías.
Pero al mismo tiempo, Rut presenta un cuadro sumamente llamativo acerca de las relaciones entre personas distintas y hacia la solidaridad con el prójimo diferente.
La relación entre suegras y nueras es tema de diversión para muchos. Pero no ocurre así entre Rut y Noemí. Con una última mirada a los campos de su tierra, Moab, y con una sublime exclamación – «Tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios» -, Rut entra en un terreno extraño y se une al pueblo hebreo.
Esta narración está relacionada con el proceso vivido por las mujeres hebreas a lo largo de la historia. Situaciones muy concretas vivenciadas en el hogar, en la familia o en las comunidades. El Libro de Rut nos muestra que siempre hubo una reacción a posturas discriminadoras; reacción que se expresa con mucha belleza, presentando críticas y también sugerencias de pasos concretos para la superación de los problemas.
El relato enseña que siempre hubo en el judaísmo un espacio subterráneo para las reflexiones que partían de la vida y de las experiencias de las mujeres.
El Libro de Rut determima, también, que a pesar del accionar extremista del establishment ortodoxo hebreo que las segrega, ellas supieron encontrar la solidaridad de compañeros y amigos, de hijos, padres y hermanos.
Solamente una gran solidaridad en el sentir y el pensar podría generar una visión tan hermosa y esperanzadora; una visión mesiánica; una propuesta de apertura e inclusión y la esperanza de un Mesías descendiente de una mujer extranjera.
Fuente: www.israelenlinea.com
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